Desde el año 2008 se celebra el Día Mundial de la Tiroides cada 25 de mayo. Con ello se pretende concienciar a las personas acerca de la importancia del funcionamiento de esta glándula en el organismo y su impacto sobre la salud. Asimismo, también tiene como finalidad divulgar los avances de las modalidades de tratamiento, así como programas para la educación y prevención de la tiroides y sus trastornos.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente unas 750 millones de personas padecen alguna patología tiroidea, de las cuales un 60% lo desconoce. Más concretamente, en este día, vamos a centrarnos en el cáncer de tiroides, siendo el cáncer endocrino más frecuente. La Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) estimó que en este año, se diagnosticarán 6.084 nuevos casos de este tipo de tumor, de los cuales 1.433 los sufrirán los hombres (23,5%) y 4.651 las mujeres (76,5%).
Bien es cierto que las cifras de personas con cáncer de tiroides se han visto incrementadas en los últimos años. “En teoría es un tumor raro, pero es un tumor que ha ido aumentando desde los últimos 50 años. Es el 2% de los cánceres que se padecen a nivel mundial. El décimo más común en hombres y el quinto en mujeres. Por ahora no está claro el motivo del aumento, pero se cree que es porque se hacen más ecografías y se encuentra más. También puede ser por factores hormonales, tóxicos, contaminantes, ambientales… hay varias teorías pero no se sabe la causa”, cuenta el Dr. Carles Zafón, actual coordinador en la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) de Tiroides.
"El aumento se debe a que se hacen más ecografías de tiroides, pero el porcentaje sigue siendo el mismo que hace 30 años"
Muy similar piensa Arantxa Saéz, presidenta de la Asociación Española de Cáncer de Tiroides (Aecat) y mujer que superó uno de los cánceres de tiroides más agresivos. “Sí ha habido un aumento de casos, pero no en agresividad y mortalidad. El aumento se debe a que se hacen más ecografías de tiroides, pero el porcentaje sigue siendo el mismo que hace 30 años y se descubre lo que ellos llaman un incidentaloma. Es decir, que lo descubren por casualidad”.
Es lo que le ocurrió a ella. Arantxa tenía la enfermedad de Hashimoto y durante años estuvo en seguimiento. “Para recibir el diagnóstico fue duro. Había estado bastante tiempo con revisiones y cuando me hacían las biopsias al principio daba indeterminada, por lo que no se podía saber si era cáncer o no. Y me pasé muchos años así. Pero, en uno de los controles el tumor había crecido mucho y me presionaba la tráquea, por lo que me mandaron directa a cirugía. Cuando salí del quirófano me dijeron que pintaba un poco feo porque había muchos nódulos y en muchos de ellos había carcinomas, por lo que el cirujano me dijo que seguramente necesitaría otra cirugía”.
Y así fue. Arantxa tuvo su segunda cirugía en 2013 y al fin pudo decir: “Estoy libre de mi enfermedad”. “La segunda cirugía fue curativa. Los valores de mis marcadores tumorales bajaron”, detalla. Sin embargo, las secuelas que la operación le dejó le han impedido seguir su vida con normalidad. “Tengo dos de las secuelas más graves, que son las parálisis de cuerdas vocales e hipoparatiroidismo. Me ha sido más complicado vivir con las secuelas de la cirugía que con el cáncer de tiroides”.
"La segunda cirugía fue curativa. Los valores de mis marcadores tumorales bajaron"
Para ella, estar curada fue un punto de inflexión en su vida y fue cuando comenzó a colaborar más activamente en Aecat. Aunque no tiene la carrera de medicina, conoce mucho de esta enfermedad y en días como estos, recuerda lo importante que es mantener al paciente bien informado. “En estos años las cosas han cambiado mucho: las técnicas han mejorado, los pacientes están más informados… Desde la asociación hemos hecho mucho hincapié por ejemplo, en la importancia de hablar con el cirujano, porque las secuelas como las mías son producidas por la operación”.
Por su parte, el Dr. Carles Zafón, recuerda la importancia del abordaje en este cáncer. “Siempre hay cosas que mejorar. En el cáncer de tiroides, por ejemplo, el tipo más frecuente tiene un 90% de buen comportamiento y se cura con completa tranquilidad, pero la otra mayoría son más complicados. En cuanto al tratamiento, es el mismo desde hace años: quitar la tiroides y en otros caso yodo radiactivo y tiroxina para mantener a raya los niveles hormonales”.