El 17 de octubre se celebra el Día Mundial contra el Dolor, la principal causa de ausentismo laboral en España y, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la mayor amenaza para la calidad de vida en todo el mundo.
En España, más de cinco millones de personas, lo que supone un 11% de la población, padecen dolor crónico, es decir, dolor agudo durante más de seis meses. En la mitad de los casos se trata de dolor neuropático. Según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), este tipo de dolor lo padecen 3 millones de personas en todo el país, en un 77% de los casos de forma crónica.
El dolor neuropático, a diferencia de otros tipos de dolor, no tiene ninguna utilidad como señal de nuestro cuerpo
“El dolor neuropático es el dolor que se origina como consecuencia directa de una lesión o enfermedad que afecta al sistema somatosensorial y, a diferencia de otros tipos de dolor que pueden ser una señal de nuestro tiempo, no tiene ninguna utilidad beneficiosa para el organismo. Se trata de una disfunción del sistema nervioso que hace que nuestro sistema sensitivo interprete como dolorosos ciertos estímulos que en realidad no lo son”, explica Pedro Bermejo Velasco, coordinador del grupo de estudio de dolor neuropático de la SEN. “Es, además, uno de los tipos de dolor más complejos y puede llegar a ser persistente indefinidamente”, añade.
Las principales causas de la aparición de este dolor suelen ser ciertas enfermedades neurológicas, infecciones, traumatismos, diabetes y cáncer. Aunque también puede surgir como consecuencia de una operación, llegando a afectar a entre el 5% y el 85% de las personas que se han sometido a una intervención quirúrgica, dependiendo del tipo de cirugía.
Solo la mitad de los pacientes experimenta un alivio con los tratamientos existentes
A pesar de que las causas pueden ser diversas, las características del dolor son similares en casi todos los pacientes: presentan síntomas parecidos a una corriente eléctrica, quemazón o pinchazos ante estímulos comunes. El dolor neuropático se caracteriza también por su intensidad y la capacidad de alterar significativamente la calidad de vida el paciente. A esto hay que añadirle la comorbilidad a la que frecuentemente va asociado, en forma de alteraciones del sueño, cansancio, pérdida de concentración, y cambios en el estado de ánimo. Como resultado de esto, más del 70% de estos pacientes presenta algún tipo de alteración psiquiátrica, principalmente ansiedad o depresión.
Otra de las características de este dolor es que no responde adecuadamente a los tratamientos existentes. Solo la mitad de los pacientes experimentan un alivio del dolor significativo y, cuando es así, se trata de un alivio parcial pero no completo”, señala Bermejo. “Por otra parte, son varios los estudios que señalan que la mayoría de estos pacientes se encuentran infratratados. Generalmente precisan la utilización de dos o más fármacos para esta dolencia, además de llevar a cabo otras opciones terapéuticas alternativas no farmacológicas como, por ejemplo, fisioterapia, tratamiento psicológico o terapia cognitivo-conductual, y actualmente solo el 30% de los pacientes lo recibe”, añade.
La comunidad científica confía en que, gracias a los recientes avances en la evaluación y comprensión del dolor neuropático, surjan en los próximos años nuevas perspectivas que permitan el desarrollo de nuevos fármacos y un abordaje terapéutico más personalizado para este dolor, que supone el 12,5% de las consultas a Atención Primaria y el 8% de las consultas en la especialidad de Neurología.