La diabetes tipo 2 desarrollada durante la infancia y adolescencia produce serias complicaciones a largo plazo. Esta ha sido una de las conclusioens del estudio Today2 (siglas en inglés de Treatment Options for type 2 Diabetes in Adolescents and Youth), en el que se ha analizado el avance de esta enfermedad en más de 550 jóvenes a lo largo del tiempo.
La investigación, publicada en el New England Journal of Medicine, ha sido liderada por el profesor de la Universidad de Colorado y director médico del Hospital Pediátrico de Colorado, Phil Zeitler.
Today2 se enfocó en las complicaciones asociadas a la diabetes tipo 2 y reveló que, durante 15 años, hubo una disminución constante en el control de la glucosa de los pacientes. Además, un 67% de los jóvenes tenían presión arterial alta; el 52% presentaba dislipidemia (niveles altos de grasa en la sangre); un 55% sufría enfermedad renal; alrededor del 32% tenía evidencias de enfermedad nerviosa; y el 51% padecía enfermedad ocular.
Asimismo, un 28% de las personas estudiadas presentaban mayor riesgo de desarrollar complicaciones con el tiempo. Esta probabilidad crecía en el caso de los jóvenes pertenecientes a un grupo racial minoritario y aquellos con niveles altos de glucosa y grasa en sangre, así como presión arterial alta.
La diabetes tipo 2 iniciada en la juventud está asociada a un aumento de complicaciones derivadas como enfermedades oculares, renales, nerviosas y otras comorbilidades como infartos, enfermedades cardíacas o amputaciones
En resumidas cuentas, la investigación afirma que la diabetes tipo 2 tiene un impacto mayor de lo que se pensaba en los niños y adolescentes, pues favorece el desarrollo de complicaciones a largo plazo en el 80% de pacientes.
En este sentido, Zeitler asegura que “es fundamental que los gobiernos, los responsables de las decisiones políticas y los sistemas de salud estén preparados para lo que esto significa para la atención médica: pérdida de años productivos, descenso de la esperanza de vida, impacto en las familias, desempleo… Y también costes directos: mucho dinero gastado en estos niños en diálisis, medicación, bypass cardíaco y más”. “Esta no es la diabetes tipo 2 de la abuela”, concluía tajante Zeitler.
Explica que la diabetes tipo 2 iniciada en la juventud está asociada a un aumento de complicaciones derivadas como enfermedades oculares, renales, nerviosas y otras comorbilidades como infartos, enfermedades cardíacas o amputaciones. “Y esto está ocurriendo tan rápido como en adultos, de hecho, potencialmente más rápido”, apostilla el médico.
Los jóvenes diagnosticados con diabetes que han convivido con la enfermedad durante alrededor de 10 años, han sufrido algunas de estas complicaciones mientras aún estaban en sus veintitantos años. Al respecto añade que, como se trata de una enfermedad con la que van a convivir durante más tiempo, “queremos un buen control glucémico lo antes posible”. Este control es un término médico que hace referencia a los niveles óptimos de glucosa en sangre de una persona con diabetes.
“A pesar del aumento en la incidencia de la diabetes tipo 2 durante la juventud, aún hay pocos datos para guiar el tratamiento”
Estudiando el mejor tratamiento, los investigadores descubrieron que el fármaco metformina se asocia con un control glucémico duradero en apenas la mitad de los jóvenes con diabetes tipo 2. La adición de otro medicamento, conocido como rosiglitazone, aunque sin actuar sobre el estilo de vida, tuvo mejores resultados. Los expertos concluyeron que era difícil para los niños y adolescentes cambiar su estilo de vida, pues muchas veces vivían en ambientes familiares "desafiantes".
Con todo, “el estudio fue tan revelador que rápidamente se tradujo en recomendaciones de tratamiento”, subraya el director del Instituto de Ciencias Clínicas y Traslacionales de Colorado, Ronald Sokol.
La investigación científica y analizar más casos, es crucial para saber más sobre la diabetes tipo 2 y así mejorar el pronóstico de la enfermedad. “A pesar del aumento en la incidencia de la diabetes tipo 2 durante la juventud, aún hay pocos datos para guiar el tratamiento”, asegura el artículo. “Si queremos hacer algún tipo de prevención, debemos tener una mejor idea de quién está en riesgo”, remata Zeitler.