La diabetes es una enfermedad que ataca a grandes y pequeños. En algunos momentos debuta en la edad adulta, principalmente debido a una mala alimentación, pero en el caso de la diabetes tipo 1 lo hace sobre todo en adolescentes o jóvenes. Sin embargo, hay veces que la diabetes aparece en niños pequeños, incluso menores de dos años, sin causa aparente.
En España hay unos 29.000 niños menores de 15 años con diabetes. El 95% padece diabetes de tipo 1, con 1.100 nuevos casos cada año, y que sigue en aumento aunque no se sabe exactamente por qué. “Hay muchos factores que podrían estar involucrados como la inmunidad, posibles infecciones que hayan sufrido o la nutrición”, explica a Consalud.es el doctor Santiago Conde Barreiro, pediatra del centro de salud de Barbastro en Huesca y coordinador del grupo de trabajo de Diabetes de la Sociedad Española de Endocrinología Pediátrica.
Los niños tienen cinco síntomas principales: orinan mucho, tienen mucha sed, tienen mucho apetito, adelgazan y sienten fatiga
Son los pediatras los que diagnostican la diabetes, pero siempre que los padres lleven al niño al médico. La detección se realiza a partir de los síntomas, pero en muchos casos los padres acuden al médico cuando el pequeño presenta una situación de mayor gravedad.
SOSPECHA DE DIABETES EN NIÑOS
En general, al igual que pasa en los adultos, los niños tienen cinco síntomas principales: orinan mucho, tienen mucha sed, tienen mucho apetito, adelgazan y sienten fatiga. “El azúcar aumentado en el cuerpo arrastra el agua y provoca que se vaya más al baño. Al orinar más tienen más sed. Por otro lado, al no entrar la glucosa en las células, estas demandan constantemente energía por lo que los niños tienen hambre, pero por mucho que coman, adelgazan porque de nuevo el azúcar arrastra todo con la orina. Y todo ello llevan a la fatiga”, explica el Dr. Conde Barreiro.
En el caso de los niños más pequeños, como recuerda el Manual de Diabetes en Pediatría del Ministerio de Sanidad, pierden el apetito, lo que también les hace adelgazar. Además les cambia el carácter, pudiendo volverse apático o irritable al no saber tampoco lo que le ocurre ni saber expresarlo.
La cetoacidosis diabética, y se produce cuando hay una concentración excesiva de acetona o cuerpos cetónicos en la sangre, que resulta tóxica
Normalmente los padres no asocian en un primer momento estos síntomas con una enfermedad. Los niños evolucionan según progresan los días hacia una peor situación, llegando a presntas inapetencia, vómitos y dolor abdominal. Es conocido como cetoacidosis diabética, y se produce cuando hay una concentración excesiva de acetona o cuerpos cetónicos en la sangre, que resulta tóxica, explica la Federación Española de Diabetes (FEDE).
“Cuando llegan a los pediatras de Atención Primaria les diagnosticamos por los síntomas, pero como suelen venir en estado avanzado de descompensación normalmente con las mediciones nos vale para derivarles al hospital. Vemos niveles de glucosa de 200”, señala el Dr. Conde Barreiro.
DÍA A DÍA DE UN NIÑOS CON DIABETES
Una vez en el hospital son ingresados y reciben el tratamiento de insulina para controlar la glucosa en sangre. “Se educa a toda la familia independientemente de la edad de los niños. Va a ser una enfermedad crónica y poco a poco los niños van ganando autonomía para medir ellos mismos la comida o la insulina que se tienen que inyectar”, indica el pediatra.
“El sensor nos permite reducir los pinchazos a una vez cada 15 días, en vez de todos los días varias horas”, algo que mejora la calidad de vida de los niños y facilita su tratamiento
En ese tiempo la familia tiene que aprender a contrarreloj lo que supone la diabetes: inyecciones de insulina con preparación de la pluma y la aguja, correcta alimentación con control de las raciones de hidratos de carbono, vigilar de una manera específica cuando hacen ejercicio y pinchar en los dedos con las microagujas o lancetas para controlar el nivel de glucosa en sangre.
Además de la inyección existen otras formas de administrar insulina como las bombas de infusión continua de insulina que constan de un dispositivo electrónico que administra la insulina, administrando la insulina basal de forma automática y pudiendo administrarlo de forma manual en un caso determinado. “Evita que tener que contar con un catéter”, señala el Dr. Conde Barreiro.
Y gracias a los avances tecnológicos, existen los sensores que reducen los pinchazos en los dedos. Todos los niños a partir de cuatro años “tienen derecho al sensor de demanda” y los más pequeños se benefician de sensores a tiempo real, que envía la información directamente al teléfono. “El sensor nos permite reducir los pinchazos a una vez cada 15 días, en vez de todos los días varias horas”, algo que mejora la calidad de vida de los niños y facilita su tratamiento.
Pese a las facilidades, sigue siendo necesario controlar en todo momento los niveles de azúcar en sangre, ya sea con las microagujas o con sensores, que se hagan las inyecciones correctas, que se controle la alimentación y vigilar si el niño se pone enfermo y le sube la fiebre. “Es mucho lo que se tiene que aprender en poco tiempo”, pero luego es un conocimiento imprescindible para toda la vida.