La lepra aún existe. De hecho, durante el año 2022 se registraron 174.087 nuevos casos en el mundo. Esta cifra supone una tasa de detección de 21,8 casos por millón de habitantes y un aumento de casos del 23,8% respecto a los 140.594 casos localizados en 2021, según los datos de 182 países recopilados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Este domingo, día 28 de enero, se conmemora el día mundial contra esta enfermedad. La lepra, tal y como la define la directora de Sensibilización y Voluntariado de Fontilles a ConSalud.es,Yolanda Sanchis, “es una enfermedad crónica causada por el bacilo Mycobacteriumleprae, descubierto en 1873 por el científico noruego Gerhard Armauer Hansen; puede atacar al ser humano a cualquier edad y a ambos sexos por igual, y aunque el periodo de incubación dura entre tres y cinco años, los síntomas pueden tardar en aparecer hasta veinte años”.
Se trata de una enfermedad que afecta fundamentalmente a la piel y a los nervios. Sus primeros signos son manchas pálidas de piel o entumecimiento en los dedos de las manos y los pies, pero si no se trata en fases tempranas puede ocasionar lesiones progresivas y permanentes de la piel, los nervios, las extremidades y los ojos, generando parálisis y discapacidades irreversibles.
Las cifras evidencian que cada día se siguen detectando 476 nuevos casos de lepra en el mundo, 26 con discapacidades visibles, y de los que 28 son niños y niñas, pese a que la enfermedad tiene cura desde hace cuatro décadas: un tratamiento facilitado gratuitamente por la OMS de dos pastillas diarias durante un año (seis meses en los casos menos graves) basta para eliminar la bacteria y, si se suministra a tiempo, sirve para impedir el desarrollo de discapacidades.
En el caso concreto de España, durante el año 2023 se notificaron al Registro Estatal de Lepra del Instituto de Salud Carlos III - Centro Nacional de Epidemiología 6 nuevos casos: 1 en Andalucía, 1 en Canarias, 2 en Madrid y 2 en Cataluña. Al finalizar el año, había 16 personas en tratamiento: 3 en Andalucía, 3 en Baleares, 1 en Canarias, 2 en Cataluña, 3 en la Comunidad Valenciana, 1 en Galicia, 2 en Madrid y 1 en La Rioja.
“El principal desafío a mi modo de ver, es acabar con el estigma que acompaña a esta enfermedad"
En el transcurso de las décadas, se han logrado avances significativos en la prevención, diagnóstico y tratamiento de la lepra. Las campañas de concienciación han sido fundamentales para desafiar los mitos que rodean a la enfermedad y para eliminar el estigma social que ha marginado a quienes la padecen.
Sin embargo, a pesar de los avances, persisten desafíos en la lucha contra la lepra. “El principal desafío a mi modo de ver, es acabar con el estigma que acompaña a esta enfermedad, de manera que las personas afectadas puedan libremente hablar de su enfermedad sin miedo al rechazo”, asegura la directora y añade: “En España, por ejemplo, las personas afectadas ocultan padecer esta dolencia.”
La falta de acceso a la atención médica en algunas regiones, así como la falta de conciencia en algunas comunidades, sigue siendo un obstáculo para la erradicación completa de la enfermedad. La investigación continua y la colaboración internacional son esenciales para superar estos desafíos y avanzar hacia el objetivo de un mundo libre de lepra.
Como enfermedad tropical desatendida, la eliminación de la lepra es una de las metas en que se concretan los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas para 2030. Estas enfermedades olvidadas, entre las que también se incluyen otras como el mal de Chagas, la úlcera de Buruli, la filariasis linfática, la leishmaniasis o el dengue, afectan a una sexta parte de la población mundial, se dan en contextos de extrema pobreza y, aunque se pueden curar o prevenir con un coste bajo, causan cada año la muerte o la discapacidad permanente a cientos de miles de personas como consecuencia de las dificultades de distribución del tratamiento a los colectivos afectados.
“Se necesitan más recursos. La lepra es una enfermedad de la pobreza, que afecta a las poblaciones más empobrecidas y aisladas, por lo que se necesitan recursos para llegar a ellos”, concluye la directora.