Hasta hace poco tiempo, la deficiencia de hierro únicamente se consideraba en contexto de anemia por su deficiencia en el organismo. Pero a lo largo de los últimos 10-15 años se ha comenzado a considerar como una entidad patológica autónoma en la que la falta de hierro puede afectar a las necesidades de nuestro organismo, ya que este es esencial para el correcto funcionamiento de todos los órganos.
En estos años los expertos apuntan a que su importante papel se ha visto relegado a un segundo plano como consecuencia de las múltiples definiciones e implicaciones sobre su deficiencia en el organismo. Recientemente, un grupo internacional multidisciplinario de expertos ha propuesto una definición bastante certera: “La deficiencia de hierro es una condición relacionada con la salud en la que la disponibilidad de hierro es insuficiente para satisfacer las necesidades del cuerpo y que puede presentarse con o sin anemia”. El punto más importante de esta propuesta es que plantea que puede tener síntomas, diagnóstico y tratamiento específicos, incluso sin la necesidad de que exista anemia. Además, la deficiencia de hierro se asocia con el mal pronóstico de múltiples enfermedades, lo que pone énfasis en la vital importancia de su diagnóstico.
La deficiencia de hierro es frecuente en pacientes con afecciones inflamatorias crónicas (como por ejemplo la insuficiencia cardíaca crónica, la enfermedad renal crónica, cánceres y las enfermedades inflamatorias intestinales). Tal y como apunta el reciente estudio publicado en Journal Internal Medicine, las altas concentraciones de citocinas inflamatorias aumentan las concentraciones de hepcidina que conducen al secuestro del hierro en las células del sistema reticuloendotelial (deficiencia de hierro funcional).
Los parámetros de hierro a menudo se evalúan solo en el contexto de la anemia, pero la deficiencia de hierro empeora con las enfermedades crónicas subyacentes, siendo un factor independiente de morbilidad y mortalidad.
"La deficiencia de hierro es un factor independiente de mortalidad, pero queda por demostrar una disminución de la mortalidad relacionada con la suplementación con hierro en pacientes con enfermedades inflamatorias crónicas"
Tal y como exponen los autores de la referida investigación, los biomarcadores más efectivos sobre el estado del hierro son la ferritina sérica (refleja el almacenamiento de hierro) y la saturación de transferrina (refleja el transporte del hierro).
La ferritina sérica está aumentada en un contexto inflamatorio, y todavía no existe un consenso sobre el umbral a utilizar en condiciones inflamatorias crónicas. Sin embargo, recomendaciones recientes de guías internacionales acordaron definir la deficiencia de hierro por ferritina sérica <100 µg/L y/o saturación de transferrina <20%.
Sin embargo, los parámetros de hierro siguen estando insuficientemente evaluados en pacientes con afecciones inflamatorias crónicas. De hecho, los síntomas clínicos de la deficiencia de hierro, como la fatiga, no son específicos y, a menudo, se confunden con los de la enfermedad primaria.
La reposición de hierro, preferiblemente por vía intravenosa para evitar el secuestro de tejidos, mejora los signos clínicos y la calidad de vida. Debido al impacto negativo de la deficiencia de hierro en las enfermedades inflamatorias crónicas y la eficacia de la reposición de hierro por vía intravenosa.
“Dado que la deficiencia de hierro es frecuente en pacientes con enfermedades inflamatorias crónicas, los parámetros de hierro deben formar parte de la exploración rutinaria de todos estos pacientes. Todavía hay brechas de conocimiento, necesidades médicas no satisfechas y la necesidad de armonizar la definición de identificación. La deficiencia de hierro es un factor independiente de mortalidad, pero queda por demostrar una disminución de la mortalidad relacionada con la suplementación con hierro en pacientes con enfermedades inflamatorias crónicas”, concluyen los autores.