La llegada del verano supone que millones de españoles se desplacen con motivo de sus vacaciones. Ante esta situación, la Sociedad Española de Trombosis y Hemostasia (SETH), ha querido recordar que los viajes prolongados pueden multiplicar por dos o, incluso, triplicar el riesgo de "trombosis del viajero".
La patología, conocida también como síndrome de la clase turista, consiste en padecer un episodio de tromboembolismo venoso (TEV). Esto implica la formación de un coágulo en las venas de las piernas, con el riesgo de que pueda desprenderse y emigrar hasta la circulación pulmonar, provocando enfermedades de mayor riesgo.
"La aparición de la trombosis es algo imprevisible, ya que puede afectar días o semanas después de la realización del viaje en cuestión”
La incidencia de estos episodios trombóticos dependerá del tiempo de duración del viaje y de determinados factores de riesgo individuales. Además, a pesar de que generalmente suelen asociarse a los viajes en avión, cualquier viaje prolongado en vehículos como el tren o el coche pueden favorecer la trombosis.
De acuerdo con los especialistas, la asociación entre la trombosis venosa y un desplazamiento prolongado se hace más evidente en aquellos viajes que superan las cuatro horas. Esto, a su vez, aumenta aún más en los viajes de más de ocho horas. En este sentido, el Dr. Joan Carles Reverter, presidente de la SETH, afirma que la aparición de la trombosis es “algo imprevisible, ya que puede afectar días o semanas después de la realización del viaje en cuestión”.
La incidencia del tromboembolismo venoso es de una por cada 1.000 personas al año. Sin embargo, el número de casos es mayor en personas que realizan viajes de más de cuatro horas y con enfermedades avanzadas u otros factores de riesgo. Además, se trata de situaciones difíciles de diagnosticar, pues la mayoría de los coágulos no producen síntomas inicialmente.
En lo relativo a los factores de riesgo asociados a esta patología, la edad avanzada, los antecedentes de trombosis previas, las cirugías o traumatismos recientes y el embarazo son algunos de los principales. Además, la obesidad, el uso de anticonceptivos orales, el cáncer o la predisposición genética a la propia trombosis también afectan.
En cuanto al momento del viaje, el factor de riesgo es la inmovilización. A esto se suma la deshidratación, el descenso de los niveles de oxígeno y una reducida presión atmosférica (hipoxia hipobárica). Todo ello afecta a la coagulación de la sangre.
El diagnóstico de la trombosis venosa es difícil, debido a que los síntomas son, en muchas ocasiones, poco evidentes. De manera general, el diagnóstico clínico se basa en la presencia de dolor, edema y enrojecimiento de la pierna por encima o por debajo de la pantorrilla. Este dolor suele aumentar cuando se presiona a nivel de los gemelos, en la pierna afectada. Tras esto, la confirmación de la trombosis debe establecerse mediante una prueba sencilla con ultrasonidos, conocida como ecografía doppler.
Los expertos recomiendan evitar ropa que comprima, mantener una hidratación adecuada y realizar ejercicio regular
Para evitar que una persona sin factores de riesgo sufra "trombosis del viajero", los expertos recomiendan una serie de medidas generales a la hora de realizar viajes prolongados. Estas medidas pasan por evitar ropa que comprima, mantener una hidratación adecuada y realizar ejercicio regular, mediante paseos durante el vuelo o ejercicios de contracción y extensión de las piernas.
En algunas personas de riesgo se aconseja, además de las medidas generales, el empleo de medidas que mantengan una presión moderada en la pierna o el uso de fármacos que interfieren la coagulación de la sangre, como las heparinas.