De acuerdo a los últimos datos oficiales ofrecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), actualmente existen en el mundo 47 millones de personas con demencia. Se calcula que el 80% de ellas sufre episodios de dolor y que, por lo general, se les recetan menos analgésicos que a los pacientes con habilidades cognitivas intactas. Hecho que responde únicamente a las dificultades a la hora de comunicarse que tienen estos pacientes.
Y es que el diagnóstico del dolor se complica en este tipo de pacientes hasta el punto de que, en los casos de demencia muy avanzada, muchos pacientes son incapaces de verbalizar su malestar.
Ante esta situación un grupo de investigación ha configurado un nuevo protocolo que tiene por objetivo la detección de este grupo poblacional para evitar un dolor que, a menudo, podría paliarse con la administración de analgésicos.
Este método ha sido diseñado por un grupo de investigadoras del Departamento de Enfermería de la Universidad de Córdoba, el Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba (Imibic) y el Instituto de Salud Carlos III. Este correlaciona un sistema observacional del dolor ya existente con el uso de biomarcadores en saliva.
Se calcula que el 80% de ellas sufre episodios de dolor y que, por lo general, se les recetan menos analgésicos que a los pacientes con habilidades cognitivas intactas
Vanesa Cantón Habas, una de las responsables del trabajo explica que el nuevo método parte de la escala Painad, una metodología observacional del dolor que evalúa en personas con deterioro cognitivo e incapacidad de comunicarse verbalmente parámetros fisiológicos como la expresión facial, comportamiento o posturas corporales.
A pesar de que esta escala ha demostrado cierto grado de eficacia a la hora de diagnosticar el dolor, lo cierto es que no deja de ser una herramienta observacional que depende de forma casi exclusiva del lenguaje corporal. Motivo por el que lo han reforzado con el uso de biomarcadores del dolor en saliva.
Las investigadoras explican que, de la misma forma que determinadas moléculas como la glucosa sirven para detectar la diabetes, existen una serie de sustancias que se liberan cuando una persona padece dolor para avisar de que algo está sucediendo en el organismo.
Las investigaciones realizadas en los últimos años han hallado una serie de proteínas que guardan relación con la intensidad del dolor en saliva.
El estudio se centra en dos: SIgA y sTNF-RII, debido a su alta reproducibilidad y a su capacidad de asociarse a situaciones dolorosas. Al contrario que estas dos sustancias, hay otras, como el cortisol, que están vinculadas al dolor, “pero también a otros procesos como el estrés, lo que las hace peores candidatas porque pueden llevar a equívocos”, explica la investigadora principal, Mª del Pilar Carrera González.
Si bien el estudio se ha orientado a la detección del dolor en pacientes con demencia avanzada, sus autoras no descartan que pueda tener aplicación en otros grupos como los neonatos o las personas que han sufrido un ictus que ha limitado su capacidad comunicativa.