La depresión: un factor de riesgo para otras dolencias y que precisa de un abordaje íntegro

El aumento de problemas de salud mental tras la pandemia amenaza un sistema sanitario al borde del colapso, principalmente si tenemos en cuenta el peso de estos en el resto de enfermedades

Un doctor y una paciente en consulta (Foto. Freepik)
13 enero 2023 | 00:00 h
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Se estima que unas 304 millones de personas en el mundo sufrían depresión en 2021 (3,8% de la población), según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Una patología que constituye una de las enfermedades más presentes en Atención Primara, la principal causa de atención psiquiátrica y discapacidad derivada de problemas mentales, uno de los principales causas de suicidio, y una patología “con unos costes económicos muy importantes”, recuerda a Consalud.es Antonio Cano-Vindel, psicólogo y presidente de Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés.

En 2018, la depresión supuso un coste en España de 6.000 millones de euros, según datos del Ministerio de Sanidad. Un gasto derivado de la enfermedad, de la pérdida de productividad laboral de los pacientes, y de la discapacidad. Una cifra que se incrementa si tenemos en cuenta que la depresión aumenta el riesgo de trastornos como la diabetes, enfermedades cardiovasculares, y patologías neurodegenerativas; puede suponer su agravamiento, y al mismo tiempo estas enfermedades y otras como el cáncer se asocian con un mayor riesgo de desarrollar este problema de salud mental.

Cano-Vindel: “En Reino Unido se estimó que los pacientes crónicos con depresión tendrían unos sobrecostes de unas 2.000 libras al año"

“Una persona que ha tenido un infarto y en las semanas siguientes desarrolla depresión, tiene dos y tres veces más riesgo de muerte. En muchos casos tenemos en cuenta otros factores de riesgo en estos pacientes, como son la tensión arterial, el colesterol o la diabetes, y los controlamos para evitar unas consecuencias fatales o que el infarto se repita. Sin embargo, la depresión no solemos tenerla tan en cuenta”, explica Luis Agüera Ortiz, psiquiatra, codirector de la Unidad de Psiquiatría Translacional del Área de Neurociencias del Instituto de Investigación del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid y vocal de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (SEPSM).

Esto se traduce en un aumento del sobrecoste de enfermedades, principalmente crónicas, ya que la depresión puede llevar a que los pacientes no sigan correctamente las pautas de tratamiento, o evolucionen peor, desarrollen patologías como un infarto y un ictus, y pierdan calidad y esperanza de vida. “En Reino Unido se estimó que los pacientes crónicos con depresión tendrían unos sobrecostes de unas 2.000 libras al año. Una cifra muy superior al tratamiento psicológico que ellos han implantado”, explica Cano-Vindel.

 En 2008, el gobierno del Reino Unido puso en marcha el programa de “Mejora del Acceso a las Terapias Psicológicas” (Improving Access to Psychological Therapies, IAPT). El tratamiento cognitivo-conductual de la ansiedad y depresión se comenzó a dar en las consultas de Atención Primaria, y consiguió altas tasas de recuperación, disminución del riesgo de recaída y el mantenimiento de los resultados positivos a largo plazo, recoge un estudio publicado en ‘The Lancet’ en 2017.

EL PAPEL DE ATENCIÓN PRIMARIA

La puerta de entrada de todo paciente es la Atención Primaria, el seguimiento del paciente crónico también es en los centros de salud. Ante ello, esta atención se convierte en la principal herramienta para detectar de forma precoz la depresión y evitar de esta forma que se cronifique, abordándola no solo con fármacos, sino también con terapia psicológica como han hecho en Reino Unido. En España, la falta de recursos y tiempo lleva a una atención más limitada, “actualmente estamos dando principalmente antidepresivos, actuando sobre los síntomas y no sobre las causas, lo que supone que muchas personas no respondan bien a los antidepresivos y se cronifique”, indica Cano-Vindel.

“Lo ideal sería tener recursos psicológicos para poder abordarlo con auténticos expertos en Psicología, pero no siempre se tienen”, manifiesta la Dra. Silvia López Chacón

“Muchas de las depresiones se tratan en Primaria, porque no son tan graves como para ser atendida en Psiquiatría, y son muchas las cosas que se pueden hacer”, sugiere Agüera Ortiz. En este sentido, señala la posibilidad de incluir por ejemplo test de memoria, para poder detectar de forma precoz el deterioro cognitivo en personas con depresión; o vigilar a los pacientes crónicos para identificar cuándo se cuidan peor porque tienen un episodio depresivo.

“En Primaria siempre hacemos una valoración integral del paciente, y les ayudamos a ponerse de frente a su realidad”, indica la Dra. Silvia López Chamón, secretaria del Grupo de Trabajo de Salud Mental de Semergen. Gracias a la formación que reciben los médicos de Familia, estos son capaces de poner en marcha técnicas básicas de contención, técnicas cognitivo-conductuales, orientación, pautas de comportamiento y formas de neutralizar problemas psicológicos, yendo más allá de lo farmacológico. “Lo ideal sería tener recursos psicológicos para poder abordarlo con auténticos expertos en Psicología, pero no siempre se tienen”, continúa la Dra. López Chamón.

En los últimos meses la incorporación definitiva en nueve comunidades de psicólogos clínicos en Primaria supone un paso para evitar esta situación. También es importante la mayor concienciación de los profesionales sanitarios comentada y su formación. Pero faltan recursos: profesionales y tiempo. Con ello, explica la doctora, se detectarían las depresiones en aquellos pacientes que no son conscientes de que la tienen y que están empeorando su calidad y esperanza de vida, en aquellos que no lo quieren decir, o se resolverían las dudas que pudiera tener sobre su situación anímica, dando un diagnóstico si así fuera. De esta forma se realizarían entrevistas exhaustivas, se le daría a los pacientes una atención integral y se reduciría el consumo de fármacos. Teniendo en cuenta que España es el país que más benzodiacepinas receta.

“Se han hecho avances pero vamos muy despacio teniendo en cuenta que hay muchos casos de depresión y teniendo en cuenta los costes que genera al estado, 1,1% de PIB de 2010. Todo ello sabiendo que las medidas que se pueden implementar, como la atención en grupo, son coste-beneficiosas”, concluye Cano-Vindel.

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