La osteoporosis es una enfermedad esquelética causada por la disminución de la densidad de masa ósea que, como consecuencia, aumenta la porosidad y fragilidad de los huesos. Se trata de una enfermedad silenciosa que, a menudo, no se diagnostica hasta que ocurre una fractura del hueso.
En general, su diagnóstico se basa en una sospecha por parte del especialista debido a la presencia de factores de riesgo en el/la paciente, como tratamiento con ciertos fármacos que afectan a la calidad del hueso, presencia de una fractura previa y/o dolor lumbar persistente.
La prueba diagnóstica que se realiza con mayor frecuencia para comprobar que, efectivamente, el/la paciente padece osteoporosis se conoce como densitometría. Esta técnica emplea rayos X para medir la densidad mineral del hueso o DMO, o lo que es lo mismo, su contenido en calcio o fósforo, y permite conocer el estado de salud del hueso.
La densitometría permite conocer el estado de salud ósea del paciente
A este respecto, desde la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología explican que la densitometría es incapaz de predecir quién va a desarrollar una fractura ósea, pero sí puede indicarnos el riesgo relativo que presenta un individuo.
¿CÓMO SE REALIZA LA DENSITOMETRÍA?
El/la paciente debe tumbarse boca arriba sobre una camilla, y permanecer relajado y lo más quieto posible. En esta posición, el escáner pasa sobre todo el cuerpo, emitiendo una radiación con dosis bajas de rayos-X. De esta forma se toma una radiografía que permite medir la densidad mineral ósea a través de un software de análisis.
La realización de esta técnica es rápida, entre diez y treinta minutos, y no supone ninguna molestia para el paciente, salvo la necesidad de permanecer quieto durante su ejecución.
Generalmente, se suelen realizar densitometrías de control cada dos años para analizar la evolución de la pérdida de mineral óseo y la respuesta a un tratamiento.
Para saber más acerca de la osteoporosis te invitamos a visitar la web de Gedeon Richter.