Dar a luz a un bebé muerto: "Cuando me pusieron en brazos a mi hija, sonreí y fue un momento de paz"

Carmen Osorio notó que a las 29 semanas de gestación su hija no se movía. Al día siguiente fue cuando tuvo que dar a luz a su hija fallecida, pasando por una experiencia traumática. Ahora cuenta a Consalud.es como se sintió en ese momento.

Mujer dando a luz (Foto: Freepik)
23 diciembre 2022 | 17:45 h

La muerte de un hijo antes de nacer marca para siempre. Es  lo que se llama una pérdida perinatal, pérdida ocurrida en cualquier momento de la gestación hasta el primer mes de vida del bebé. Carmen Osorio sabe muy bien lo que es pasar por esto. En 2017, después de dar a luz a tres niños, llegaba la niña. Pero, el final no fue como esperaban. “A las 29 semanas noté que el bebé no se movía. En la primera visita a urgencias el bebé tenía latido, pero era verdad que se movía poquito. Por eso, me dijeron de volver al día siguiente para realizarme otra prueba, pero esa misma madrugada yo empecé a sangrar y volvía urgencias. Fue cuando me dijeron que ya no había latido. Ahí comenzaron las experiencias más traumáticas que tocaba vivir", cuenta.

En ese momento piensas que se acaba el mundo. Enfrentarte a un ingreso, a un parto con un bebé fallecido fue horrible. Fue como estar en un agujero oscuro”. Su pequeña, se llamaba igual que ella y aunque nació sin vida, tuvo la oportunidad de tenerla en brazos. “Cuando llega el momento del parto estas en shock, y si nadie me lo hubiera preguntado yo no hubiera visto a mi hija. Una de las cosas que hacen cuando nace un bebé fallecido es limpiarlo y envolverlo en una manta para que tengas una imagen de un bebé dormido. Yo agradecí mucho que me dijeran de verla porque yo lloraba, pero era el único momento en todo el proceso en el que sonreía. Pude sonreír un poco por tenerla en brazos porque noté que fue un momento de paz”.

Asimismo, al margen del aspecto puramente fisiológico, la muerte perinatal suele ser una tragedia dolorosa para la madre, que es aquella que tiene que dar a luz a un bebé sin vida; un bebé con el que ya había hecho planes de futuro y que, en este caso, iba a compartir la vida con sus hermanitos. Carmen hoy se sigue preguntando cómo pudo aguantar eso. Pero ella se dio cuenta que hay situaciones en las que no tienes ningún poder de decisión. “Mientras daba a luz yo estaba escuchando el monitor de otro bebé, porque como tu bebé está fallecido, ya no tiene monitor. Estaba oyendo el corazón de otro bebé; oí el llanto de ese bebé recién nacido y yo pensaba 'Ojalá estar así'.

La realidad es que cuando se produce una pérdida durante el embarazo, la vida y la muerte caminan juntas. Es una paradoja para la que nadie está preparado y por eso es tan delicado saber qué decir o hacer. Los familiares y amigos evitan hablar del tema por temor a causar más dolor que beneficio. Mientras, los padres viven su experiencia en soledad. Aunque para la Organización Mundial de la Salud (OMS) el período perinatal se extiende desde las 22 semanas de gestación hasta una semana de vida independiente, en la práctica y en la literatura sobre el tema, este período se amplía.

Carmen debía pasar por este duelo llamado duelo perinatal. Es aquel que se produce tras la pérdida de un bebé durante el embarazo, o en los momentos previos o posteriores al parto. 5 años después, puede contar su historia con el duelo ya sanado. “Aunque fue muy traumático todo, yo sigo pensando en ello y lloro como una loca, pensando en todo lo que viví. Tuve suerte que me acompañó un equipo médico maravilloso y dejó que estuviéramos con Carmen durante un rato. También nos hicieron un recuerdo de su huella. Fue bonito dentro de todo lo horrible que es el proceso”, explica.

RECONCILIACIÓN CON LA VIDA

El 2018, Carmen recibió la noticia de que volvía a estar embarazada. Esta vez no quería saber el sexo del bebé. “Tenía miedo de que si fuera otra niña mis fantasmas me dijeran: “vas a perderla” o piensas que a tu cuerpo le pasa algo y no puedes tener niñas. Esto se resume en un sentimiento de culpa. Tampoco quería saber si era un niño porque me hubiera disgustado pensando que yo tuve una niña y la vida me la quitó”.

"Mientras daba a luz yo estaba escuchando el monitor de otro bebé, oí el llanto de ese bebé recién nacido y yo pensaba  'Ojalá estar así'

Pese a sus miedos, el 7 de diciembre nació la pequeña Aurora. La madre, muy orgullosa de su pequeña, lo compartió en sus redes sociales (@nosoyunadramama) bajo el título de: “Gracias por hacer que me reconcilie con la vida”.  Tras unos meses de embarazo duros a nivel psicológico y con mucho miedo, Carmen empezaba a notar como aquella herida que había dejado el bebé estrella, estaba empezando a curarse. “Siempre digo que es sanación. Ese parto en el que vuelves a oír de repente ese llanto de la vida, porque nadie se imagina lo que es un parto y no oír un llanto. Es demoledor. Ese llanto fue lo que yo llamo el llanto de la vida”.

A día de hoy, Carmen escribe todas sus vivencias en un blog personal y las redes sociales le han servido para dar a conocer y dar más visibilidad al duelo perinatal. “Carmen falleció en la semana 29 de gestación. Aquello me sumió en la más absoluta tristeza, pero de aquello pudo salir algo positivo: una ola de cariño en redes al visibilizar la realidad del duelo perinatal y el inicio de algunos cambios en los protocolos de actuación de los hospitales en estos casos”, escribe en este blog.

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