El pasado mes de junio las autoridades sanitarias francesas anunciaban la recomendación de la vacunación de lactantes contra el meningococo B con Bexsero. La primera vacuna antimeningocócica dirigida a cepas patógenas del serogrupo B. La vacuna obtuvo la autorización para su comercialización en Europa en enero de 2013. Nuestros vecinos seguían de esta forma la estela de Reino Unido, Portugal e Italia que han apostado por la introducción de la vacuna en sus calendarios nacionales de vacunación.
España, continúa siendo una excepción a pesar de la sólida y creciente evidencia relativa a la seguridad y eficacia de esta vacuna. Profundizamos en esta situación de la mano de Cristina Regojo Balboa, presidenta de la Asociación Española contra la Meningitis (AEM).
Un reciente estudio español ha demostrado la efectividad de la vacuna contra la meningitis B en niños menores de cinco años. ¿Cuáles son las principales conclusiones de esta investigación?
Este informe pone por escrito los ‘avisos’ y recomendaciones sobre la enfermedad sobre los que llevamos años alertando. Constata que los casos de meningitis han crecido en las capas sociales más desfavorecidas; aquellas que no han podido sufragar el coste de la vacuna. Esto es una aberración en un país occidental como es el nuestro. En pleno siglo XXI aún tenemos que explicar que nos enfrentamos a una enfermedad que afecta a todos por igual pero que solo pueden prevenirla aquellas familias que tengan poder adquisitivo.
En este sentido, la conclusión es clara: no hay otra arma ni otra solución contra la meningitis que vacunar, vacunar y vacunar.
Actualmente la vacuna contra la meningitis B no se encuentra incluida en el calendario nacional vacunal. Únicamente Canarias, Castilla y León y Andalucía la han incluido en sus calendarios. ¿Por qué existe esta situación si numerosos estudios han demostrado su eficacia como ya ha sucedido en otros países del entorno europeo?
Cierto. Francia ha sido el último país en dar pasos en ese sentido incluyendo la recomendación de vacunación universal a los lactantes con el objetivo de borrar la barrera económica, que es la principal fuente de desigualdad de acceso a la vacunación. En nuestro país, no hemos dado pasos para acabar con la brecha geográfica entre comunidades y de estatus social que perpetúa este esperpento.
"Los casos de meningitis han crecido en las capas sociales más desfavorecidas; aquellas que no han podido sufragar el coste de la vacuna. Esto es una aberración en un país occidental como es el nuestro"
Las repercusiones de esta decisión son muy fáciles de explicar. Si su hijo nace en Galicia y los padres no deciden asumir ese gasto, o no pueden, su pequeño podría enfermar de esta variante. En cambio, si nace en León estará protegido.
Tras conocerse los resultados del nuevo estudio desde la AEM habéis solicitado al Ministerio de Sanidad la inclusión de la vacuna en el calendario nacional vacunal. ¿Crees que estos datos permitirán abrir esa puerta?
Creemos que debería ser la llave definitiva para abrir esa puerta. La pandemia nos ha demostrado que las decisiones políticas en temas de salud pública deberían respaldarse en la evidencia científica. En nuestro caso, tras la publicación del informe, la ciencia ya ha hablado. Ahora solo resta que los políticos quieran: es cuestión de voluntad y de priorizar esta batalla para hallar los recursos económicos.
No existen criterios objetivos válidos que se sostengan para defender la no inclusión en el calendario vacunal en todas las CC.AA. por igual. No sirven los costes económicos. Cuando se trata de vidas no deberíamos hablar de estadísticas de casos ni de costo-efectividad, sino de hacer lo posible para evitar que un niño muera o sufra una enfermedad que es prevenible con vacunas. Debería ser responsabilidad de las autoridades sanitarias incluirla en el calendario sin perjuicios ni hipotecas políticas.
La Sanidad pública no debería dejar a nadie atrás. Tampoco debería tener criterios territoriales o monetarios.
Desde AEM explicáis a Sanidad que “los casos de meningitis han crecido en las capas sociales más desfavorecidas”, siendo una cuestión económica desde 2015 (año en el que la vacuna comenzó a inocularse a través de la Sanidad privada en España) la protección de los más pequeños. ¿Cuál es la situación actual en términos de incidencia y casos?
Los únicos datos registrados que disponemos son los de la enfermedad meningocócica es decir, la meningitis y sepsis producida por los meningococos y que es una enfermedad de declaración obligatoria. Pero eso solo es la punta del iceberg, hay miles de meningitis al año producidas por otras bacterias, virus y hongos de las que no tenemos datos.
"La pandemia nos ha demostrado que las decisiones políticas en temas de salud pública deberían respaldarse en la evidencia científica"
Antes de la pandemia se hablaba de una estimación aproximada de 12.000 casos al año. De enfermedad meningocócica hablamos de 450-500 casos antes de la pandemia, la última temporada debido a las medidas higiénicas y el confinamiento por la COVID-19 habían bajado a 280 casos. Dato que sabemos que no es real y que tememos que empeore con fuerza si volvemos a la normalidad antes de la COVID-19 y no mantenemos buenas coberturas vacunales.
El 70% de los casos de enfermedad meningocócica son producidos por el meningococo Bcuya vacuna no está incluida en el calendario vacunal estatal. Lo cierto es que como explicaba antes, vacunarse contra el meningococo B depende del nivel adquisitivo de la familia.
Castilla y León antes de incluir la vacuna contra el Meningococo B en su calendario constató que el 70% de sus niños estaban vacunados contra el meningococo B gracias a la concienciación y al esfuerzo económico de los padres. El otro 30% quedaba desprotegido bien por falta de recursos o a la falta de información de los padres.
En las comunidades donde no está incluida la vacuna los niños de familias con menos recursos económicos son desgraciadamente los más vulnerables y donde se constatan más casos por Men B.
La meningitis es una enfermedad que puede causar importantes secuelas físicas y psicológicas en quienes la padecen. Además de la inclusión de todas las vacunas que han demostrado ser eficaces y seguras en el calendario nacional vacunal, ¿qué otras peticiones realizáis?
Son muchos los frentes abiertos en meningitis. La prevención es, sin duda, el primer paso. Debemos solucionar este aspecto para tener una preocupación menos y centrarnos en la atención a los afectados que es la razón de ser de la asociación.
Las secuelas de las meningitis son muchas y variadas; los supervivientes conviven con secuelas muy graves que limitan sus vidas y, sobre todo, que resultan muy caras para poder llevar una vida digna: apoyo psicológico, prótesis, implantes cocleares, logopedas… la seguridad social no cubre todas estas necesidades que tenemos que visibilizar para que el sistema lo asuma.
"Cuando se trata de vidas no deberíamos hablar de estadísticas de casos ni de costo-efectividad, sino de hacer lo posible para evitar que un niño muera o sufra una enfermedad que es prevenible con vacunas"
También es necesario avanzar en la sensibilización de la Atención Primaria. La meningitis es cruel: se disfraza bajo síntomas comunes y debemos dotar a nuestros médicos de primaria de recursos y conocimientos para detectarla.
El tiempo corre en nuestra contra. En solo 12-24 horas puede ser letal. Además la meningitis puede surgir también a partir de otras patologías como hongos o virus como el virus del Nilo. Nuestros médicos de Atención Primaria están muy preparados, pero la dificultad de distinguir los síntomas de la meningitis hacen que se necesite un refuerzo en este sentido. Desde AEM apoyamos y fomentamos la investigación de todas aquellas técnicas de laboratorio y radiológicas que ayudan en el diagnóstico precoz de meningitis.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha fijado para el 2030 el objetivo para la erradicación de la meningitis. ¿Crees que será posible? ¿Qué se puede hacer todavía para alcanzar esta meta?
Más que erradicar, la OMS habla de derrotar porque nunca vamos a poder erradicar esta enfermedad, pero si podemos trabajar, trabajar y trabajar para concienciar de que, con voluntad, podemos llegar a derrotarla en gran medida.
Una de nuestras prioridades es seguir concienciando en todo el territorio a todos los políticos que deciden en los Parlamentos y en las administraciones de que no hay mejor muro de contención contra la meningitis que la vacuna.
No logro explicarme el inmovilismo político y social que rodea a esta enfermedad. No logro entender que los departamentos de Sanidad de las diferentes Consejerías, como la de Galicia donde resido que ha padecido fuertes epidemias de meningitis, no incluyan este objetivo como prioritario. Hay un clamor social, a los padres les da miedo la meningitis y por eso los que pueden, pagan de su bolsillo las vacunas disponibles pero ¿y los que no pueden? Su hijo puede contagiarse en la guardería de un simple constipado o de meningitis.
Les aseguro que las consecuencias de contraer una u otra no serán las mismas. Yo soy el ejemplo perfecto. Padecí meningitis con cuatro años. Desde entonces sufro hipoacusia bilateral profunda que ha condicionado mi vida. No quiero que otros niños pasen por lo mismo. No vacunar es una decisión activa que conlleva riesgos reales como la muerte de Leire, una pequeña de cinco años hace unos meses. No puede volver a repetirse.