El 2022 se despedía con el deseo del director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, de que en 2023 pudiese declararse el fin de la Covid-19 y Mpox (viruela del mono) como emergencias de salud pública de importancia internacional, de acuerdo a lo establecido por el Reglamento Sanitario Internacional (2005). Junto con la poliomielitis estas tres enfermedades constituyen en la actualidad los grandes problemas de salud pública a nivel internacional, pero no son los únicos.
A pesar de que foco mediático se centra en estas, especialmente en la pandemia provocada por el SARS-CoV-2 y la situación epidemiológica que actualmente se vive en China, en estos primeros días del recién estrenado año es necesario llamar la atención sobre las decenas de emergencias de salud pública que afectan a millones de personas en todo el mundo. Una de las grandes lecciones que nos ha dejado la Covid-19 es que, en un mundo globalizado e interconectado como en el que vivimos, cualquier crisis sanitaria es susceptible de convertirse en un problema de salud pública global.
Iniciamos nuestro repaso por el brote de ébola surgido en Uganda. De acuerdo con los datos expuestos por la OMS, si no se detectan nuevos casos el brote podría darse por finalizado el próximo 10 de enero.
El pasado mes de julio ACNUR alertaba de que el Cuerno de África se enfrentaba a una sequía calificada como “catastrófica”, la peor experimentada por la región en las últimas cuatro décadas y que deja a 18,4 millones de personas en riesgo de hambruna severa. Recientemente UNICEF advertía que más de 20 millones de niños se encuentran en riesgo de hambruna y diversas enfermedades como consecuencia de la sequía. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia muestra su preocupación ya que los niños que sufren condiciones de salud grave como consecuencia de la peor sequía en dos generaciones se ha duplicado en tan solo cinco meses en Etiopía, Kenia y Somalia. UNICEF ha enfatizado en la necesidad de mantener la asistencia humanitaria para salvar millones de vidas, ya que más de dos millones de niños en estos tres países requieren tratamiento urgente frente a la desnutrición aguda.
“Necesitamos un esfuerzo global para movilizar urgentemente recursos para reducir un mayor daño devastador e irreversible a los niños del Cuerno de África. Deberíamos actuar ahora para salvar las vidas de niños, preservar su dignidad y proteger su futuro”, declaraba recientemente tal y como recogen en Europa PressLieke van de Wiel, subdirectora de UNICEF para África oriental y meridional.
"El cólera se nutre de la pobreza y los conflictos, pero ahora se está viendo potenciado por el cambio climático"
El cólera es sin duda otra de las grandes preocupaciones sanitarias de este 2023. El balance referente al 2022 publicado por Médicos Sin Fronteras estima que el cólera es actualmente endémico en 69 países, con las tasas de incidencia más elevadas en el África subsahariana, con las excepciones de Haití y República Dominicana. La ONU ha confirmado 283 fallecidos, 12.000 personas hospitalizadas y el registro de más de 14.000 casos en Haití, con especial incidencia en los niños más pequeños. La ONU ha lamentado que de los 145 millones de dólares que se requieren para brindar asistencia sanitaria a los 1,4 millones de personas que se encuentran en riesgo, tan solo se han recibido 23,5 millones de dólares. El brote de cólera en Haití se ha visto impulsado por la convulsa situación política, social y económica que atraviesa el país que ha provocado el desplazamiento de hasta 155.000 personas.
A principios de octubre la OMS alertaba del resurgimiento del cólera a nivel global en su forma más letal como consecuencia del cambio climático. "No solo estamos viendo más brotes, sino más brotes mortales. Los datos de que disponemos -que son limitados- muestran que la tasa media de letalidad en lo que va de año casi triplica la de los últimos cinco años", advertía el director de la agencia de la ONU. "El cólera se nutre de la pobreza y los conflictos, pero ahora se está viendo potenciado por el cambio climático (...) Los fenómenos climáticos extremos, como las inundaciones, los ciclones y las sequías, reducen aún más el acceso al agua potable y crean el entorno ideal para la propagación del cólera", añadía.
Aunque en la actualidad la OMS ha validado tres vacunas contra el cólera, tan solo dos se emplean en las campañas de inmunización masiva por razones prácticas. Pero el aumento de los brotes de cólera generaba en el último trimestre de 2020 una escasez global que llevó a cambiar la recomendación de su administración pasando de una pauta de dos dosis a una monodosis. La OMS ha retirado en los últimos meses que la tendencia será avanzar hacia brotes más numerosos, generalizados y graves debido al impacto del cambio climático. Los eventos climatológicos extremos como las inundaciones o sequías, los conflictos y los movimientos masivos de poblaciones son los principales impulsores del cólera, una enfermedad que cada año provoca entre 1,3 y 4 millones de casos y entre 21.000 y 143.000 defunciones.
Otra de las grandes preocupaciones sobre las que la OMS ha alertado de cara al nuevo año son las enfermedades no transmisibles. Según sus datos cada dos segundos fallece una persona como consecuencia de una enfermedad no transmisible, superando así a las infecciosas. Entre estas destacan las enfermedades cardiovasculares, diabetes, enfermedades respiratorias y el cáncer. Los malos hábitos alimenticios, tabaquismo, alcoholismo, falta de ejercicio físico y la obesidad son los principales desencadenantes de millones de muertes y discapacidad en todo el mundo.
Este repaso no puede finalizarse sin llamar la atención sobre el estancamiento que se ha producido en la lucha global contra el VIH, la malaria y la tuberculosis. El impacto de la pandemia de Covid-19 ha supuesto importantes retrocesos en los avances logrados en los últimos años que pueden alejarnos en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos para el año 2030.