Diez años han pasado del inicio de la crisis económica en España. Pasado ese tiempo, el Ministerio de Sanidad ha publicado el informe ‘Crisis económica y salud en España’, un estudio encargado a investigadores independientes que han estudiado las consecuencias que ha tenido este periodo sobre la salud de los españoles y de los residentes extranjeros.
La principal conclusión de este estudio es que con los resultados obtenidos, coinciden en resaltar que “la crisis no parece haber afectado, al menos a corto plazo, a la salud de los españoles ni a la de los extranjeros residentes en España”. En ese sentido, los expertos destacan que “los posibles efectos a corto plazo deberían haberse mostrado ya”.
Indicadores de salud como la esperanza de vida o las tasas de mortalidad no han mostrado una peor evolución; aunque, advierten, que los efectos "podrían manifestarse transcurrido un tiempo"
Se basan para ello en que indicadores generales de salud como la esperanza de vida, las tasas de mortalidad, los años de vida saludables, los años potenciales de vida perdidos y la mortalidad infantil "no parecen mostrar una peor evolución durante los años de crisis, en relación con los años previos”. No obstante, advierten que los efectos “podrían manifestarse transcurrido un tiempo”, por lo que aconsejan “ser cautelosos”.
SALUD MENTAL
A pesar de esta idea general, sí que ha habido un ámbito concreto que se ha visto desmejorado: la salud mental. Mientras ha caído la prevalencia de trastornos mentales entre 2006 y 2014, especialmente en el caso de las mujeres, el riesgo ha aumentado en el caso de los hombres. De hecho, el informe revela que se ha acentuado el “deterioro de la salud mental en el caso de los varones en edad laboral, especialmente en personas en situación de desempleo o con empleos precarios”.
Mientras ha caído la prevalencia de trastornos mentales en mujeres, se ha agravado la salud mental de los varones en edad laboral, especialmente con situación de desempleo o empleos precarios
De la misma manera, las diferencias han aumentado si se atiende al nivel educativo. Así, la prevalencia de padecer un problema mental en población ocupada alcanzaba el 14,9% en 2011 en comparación con el 29,2% en población desempleada. Por nivel de estudios, un 27% de personas sin estudios estaba en riesgo de padecer un problema mental, frente a un 14,7% de la población con estudios superiores. Ocurre igual con la prevalencia del consumo de antidepresivos.
MEJORAN Y EMPEORAN
El informe, firmado por seis expertos, detalla aspectos sanitarios en los que se ha mejorado o ha ido a peor. Por ejemplo, los tumores han ganado peso relativo en los indicadores de tasas de mortalidad; en cuanto a la diabetes, la hispertensión arterial o las tasas de obesidad, han aumentado la prevalencia aunque solamente sobre los dos últimos ejemplos habría influido la crisis.
Los extranjeros, pese tener una menor prevalencia de enfermedades crónicas, han salido perjudicados en cuanto a los indicadores de salud y en el aumento de casos de asma y enfermedades del corazón
Otros aspectos que empeoraron en este periodo fueron el porcentaje de población infantil y juvenil que consumían alcohol, tabaco o cannabis, aunque descendió en los dos primeros casos en el periodo post-crisis; a su vez, las listas de espera, tanto quirúrgicas como diagnósticas, crecieron en un primer momento para a continuación mejorar y volver a empeorar a partir de 2015; y se observó una “reducción notable” en la cobertura de vacunación frente a la gripe en personas de 65 años y mayores.
Por su parte, ha mejorado la salud autopercibida en ambos sexos; tampoco se ha conocido un incremento en enfermedades crónicas como la EPOC, el asma, cardiovasculares o la infección por Vih/sida; aumentó la cobertura de servicios preventivos como las mamografías; y se mantuvo la cobertura de vacunación infantil.
EXTRANJEROS, TAMBIÉN DAMNIFICADOS
Al mismo tiempo, el estudio encargado por Sanidad destaca que uno de los colectivos más afectados por la crisis ha sido el de los extranjeros. Pese a tener este grupo una menor prevalencia de enfermedades crónicas por ser más jóvenes que el promedio, les ha perjudicado el nivel educativo y el tipo de empleo. Así, han evolucionado negativamente los indicadores de salud, mientras que en casos como en asma o enfermedades del corazón ha aumentado su prevalencia.