El cáncer es en España la primera causa de muerte en varones y la segunda en mujeres. Para 2022 se calcula que se diagnosticarán 280.100 tumores nuevos según los cálculos de Redecan publicados en ‘Las cifras del cáncer en España’ por la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). En todos estos casos la detección precoz es esencial para mejorar los pronósticos y la eficacia de los tratamientos. Entre las estrategias de diagnóstico destacan los cribados que en el Sistema Nacional de Salud de nuestro país está actualmente limitado al cáncer de mama, cérvix y colorrectal.
Estos programas están recomendados a las mujeres de 50 a 69 años en caso del de mama, a las mujeres entre 25 y 64 años en caso del de cérvix o cuello uterino, y a las personas de entre 50 y 69 años en cáncer de colon y recto. Sin embargo, desde hace un tiempo se está barajando la posibilidad de cambiar la estrategia basándose en el riesgo, bien porque sean portadoras de mutaciones genéticas con predisposición a tumores malignos o bien porque tenga patologías asociadas que suponen mayor riesgo de desarrollar cáncer, como puede ser el tabaquismo y la Epoc en el cáncer de pulmón.
Al ser el cáncer de mama el que lleva más tiempo implantado completamente en nuestro país, los profesionales de la oncología apuestan por cambiar el cribado por factor de riesgo y no por edad. También es el tumor en el que se ha constatado que la supervivencia en el estadio I es de más del 98% y en cambio en los estadios IV la supervivencia desciende al 24%.
“Adecuar el cribado de cáncer al riesgo individual de cada mujer, teniendo en cuenta factores como la densidad mamaria, antecedentes familiares, lesiones benignas o factores genéticos, tiene sentido”, señala la Dra. Echevarría
“El cribado del cáncer de mama según el riesgo, y no solo basado en la edad, es una estrategia que genera mucho interés y que podría mejorar el diagnóstico del cáncer de mama”, explica a Consalud.es la Dra. Isabel Echavarría, secretaria científica de SEOM y oncóloga médica del Hospital general Universitario Gregorio Marañón de Madrid. No todas las mujeres tienen el mismo riesgo de padecer cáncer de mama, señala, “por ello, adecuar el cribado de cáncer al riesgo individual de cada mujer, teniendo en cuenta factores como la densidad mamaria, antecedentes familiares, lesiones benignas o factores genéticos, tiene sentido”.
Actualmente todavía existen barreras ante la falta de evidencia concluyente de los beneficios para la detección basada en el riesgo y no en el grupo de edad establecido por el SNS. Límite este que poco a poco empieza a desaparecer ya que los ensayos clínicos ya ofrecen datos preliminares que avalan la efectividad del cribado, e incluso hay profesionales sanitarios que ya reconocen la mayor eficacia de un programa por riesgo que por edad. Además, “hay grandes ensayos clínicos en marcha como el ensayo WISDOM o MyPebs que sin duda ofrecerán información muy valiosa al respecto”, continúa la Dra. Echevarría.
IMPLANTACIÓN EN ESPAÑA: BARRERAS Y PROPUESTAS
Sin embargo, pese a que poco a poco los datos reflejan los beneficios de esta estrategia de cribado, la viabilidad “podría ser más compleja por la necesidad de una infraestructura para asesorar el riesgo individual de cada mujer antes de planificar la estrategia de cribado”, recuerda la oncóloga médica del Gregorio Marañón. Un punto de vista que recientemente han destacado investigadores de la Universidad de Lleida en un artículo publicado en la revista Plos One.
El estudio analiza las diferentes barreras existentes para el desarrollo de las detecciones basadas en el riesgo. Además de las dudas e incertidumbres ante la falta de evidencia, existe el problema de que, ante la necesidad de realizar cribados por riesgo, aquellas mujeres con menor riesgo no tendrían necesidad de realizarse tantas mamografías como las estipuladas hasta ahora, cada dos años. “Más de 30 años de esfuerzos promocionales para fomentar la participación en programas de detección y una intensa cobertura mediática del cáncer de mama han aumentado la concienciación sobre la enfermedad”, indican los investigadores. “Esto puede dificultar la comprensión de que una reducción en el número de mamografías puede ser beneficiosa”.
Será necesario mejorar la colaboración entre la atención primaria, los programas de tamizaje poblacional y también la atención especializada para mujeres de alto riesgo
Otro problema para la implantación en nuestro país del cribado por riesgo es la limitación en la formación ante las evidencias que van apareciendo y la instauración de un programa que será más complejo praa profesionales y para el sistema. “El aumento de la complejidad de la detección basada en el riesgo requerirá la colaboración en múltiples niveles de atención”, señalan los investigadores. Para ello, precisan, será necesario mejorar la colaboración entre la Atención Primaria, los programas de tamizaje poblacional y también la atención especializada para mujeres de alto riesgo.
También han marcado la necesidad de un compromiso político y de asignación presupuestaria para iniciar el nuevo programa y su mantenimiento. “Solo así se podrá garantizar la difusión del programa personalizado, la evaluación del riesgo de la mujer, la comunicación del riesgo y la coordinación de los niveles de atención”, indican.
“A pesar de las barreras y limitaciones identificadas, los participantes del estudio apoyaron la implementación de la detección basada en el riesgo. Destacaron los beneficios de la detección basada en el riesgo, especialmente para las mujeres con alto riesgo de cáncer de mama y las menores de 50 años”, dejan en el estudio, señalando que representará un gran desafío “debido a las transformaciones organizacionales y administrativas que implicarán, y también por la necesidad de compromiso y voluntad política”.