La resistencia a los antimicrobianos es una crisis de salud pública que cada vez va más en aumento, volviendo ineficaces a muchos medicamentos modernos. Sin embargo, investigadores de la Universidad de Harvard (Estados Unidos) acaban de crear un nuevo antibiótico que supera los mecanismos de dicha resistencia. Se trata de una nueva molécula denominada cresomicina, que demuestra una capacidad mejorada para unirse a los ribosomas bacterianos, máquinas biomoleculares que controlan la síntesis de proteínas.
La alteración de la función ribosómica es una característica distintiva de muchos antibióticos existentes, pero algunas bacterias han desarrollado mecanismos de protección que impiden que los medicamentos tradicionales funcionen. La nueva molécula del equipo de Harvard se inspira en las estructuras químicas de las lincosamidas, una clase de antibióticos que incluye la clindamicina comúnmente recetada.
Como muchos antibióticos, la clindamicina se elabora mediante semisíntesis, en la que productos complejos aislados de la naturaleza se modifican directamente para aplicaciones farmacológicas. Sin embargo, el nuevo compuesto de Harvard es totalmente sintético y presenta modificaciones químicas a las que no se puede acceder por los medios existentes.
Los investigadores diseñaron su compuesto en una forma rígida que se parece mucho a su objetivo de unión, dándole un agarre más fuerte al ribosoma
Las bacterias pueden desarrollar resistencia a los antibióticos dirigidos a los ribosomas mediante la expresión de genes que producen enzimas llamadas metiltransferasas de ARN ribosomal. Estas enzimas bloquean los componentes del fármaco que están diseñados para adherirse al ribosoma y alterarlo, bloqueando en última instancia la actividad del fármaco.
Para solucionar este problema, los investigadores diseñaron su compuesto en una forma rígida que se parece mucho a su objetivo de unión, dándole un agarre más fuerte al ribosoma. Los investigadores llaman a su fármaco "preorganizado" para la unión ribosómica porque no necesita gastar tanta energía para ajustarse a su objetivo como lo hacen los fármacos existentes.
Los investigadores llegaron a la cresomicina utilizando lo que llaman síntesis basada en componentes, que implica construir grandes componentes moleculares de igual complejidad y unirlos en etapas posteriores, como secciones previas a la construcción de un complicado set de LEGO antes de ensamblarlo a ellos.
Este sistema modular y completamente sintético les permite fabricar y probar no sólo una, sino cientos de moléculas objetivo, lo que acelera enormemente el proceso de descubrimiento de fármacos.