Recientemente, la muerte de Olatz Vázquez conmocionaba las redes y medios de comunicación. La periodista fallecía a los 27 años por un cáncer gástrico. Después de meses con dolores y molestias abdominales, achacados a posible celiaquía, úlceras, gastritis o incluso dolores menstruales, la joven recibía cita para una gastroscopia el pasado mes de abril. El Covid-19 retrasó el proceso de diagnóstico y el nueve de junio era diagnosticada con cáncer gástrico en estadio IV, con metástasis.
Por desgracia, no solo le ha pasado a Olatz. Se estima que alrededor del 21% de nuevos casos de cáncer no se han diagnosticado debido a la crisis sanitaria, explican desde la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). Este porcentaje se traduce en que unas 55.000 personas han empezado tarde su tratamiento o lo que es lo mismo, uno de cada cinco casos.
Los expertos coinciden en que, precisamente, el diagnóstico y tratamiento precoz del cáncer, son esenciales para un pronóstico favorable. La Asociación Española Contra el Cáncer, estima que entorno al 90% de los casos de cáncer de recto y colon se podrían curar si se detectaran en fases tempranas. Esta detección precoz también reduciría la mortalidad del cáncer de mama entre un 25-30%.
Muchos pacientes no han sido atendidos por el colapso de la sanidad o por miedo a acudir a los hospitales
El cáncer no es la única patología afectada, también ha sucedido con las enfermedades cardíacas. Según informa la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP), durante el confinamiento se redujeron en un 40% los casos de intervencionismo por infarto agudo de miocardio. La Sociedad Española de Cardiología (SEC) advierte también que la pandemia aumentó el tiempo en isquemia – los minutos que pasan entre el inicio de los síntomas hasta la asistencia médica – que antes de la Covid-19 era de 200 minutos y a raíz del coronavirus llegó a alcanzar los 233. Desde la Sociedad Española de Neurología revelan que también los protocolos de acción frente a ictus disminuyeron hasta en un 28%.
La Covid-19 no ha disminuido la incidencia de estas enfermedades, sino que muchos pacientes no han sido atendidos por el colapso de la sanidad o por miedo a acudir a los hospitales. Al aguantar el dolor y retrasar la consulta médica, estos pacientes “aumentan el riesgo de fallecer en su domicilio y solo llegan al hospital cuando se encuentran con un infarto que ya está evolucionando o se ha complicado”, recoge el informe 2021 de la POP.
En el caso de los pacientes con enfermedades respiratorias, los retrasos en las citas o la falta de diagnósticos, se han traducido en un aumento del 30% en el número de fallecimientos, explica a EFE la presidenta de POP, Carina Escobar.
Esta Plataforma de Pacientes, en un estudio del impacto de la Covid-19, revela que un 69% de los pacientes con enfermedades crónicas vio canceladas las consultas que ya tenía programadas, durante los meses más duros de la pandemia. De los encuestados “el 80% de las personas se encontró con dificultades para poder conseguir la medicación durante el estado de alarma” y “solo uno de cada tres pudo comunicarse con el profesional sanitario de manera telemática”. Con las consecuencias que todo ello conlleva.