Hablar de malnutrición es hacerlo de las carencias, excesos y desequilibrios en términos de ingesta calórica y de nutrientes de una persona. Nos encontramos ante un preocupante problema de salud pública puesto que engloba la desnutrición (emaciación, retraso del crecimiento e insuficiencia ponderal, la malnutrición relacionada con los micronutrientes (ingesta inadecuada de vitaminas y minerales) y el sobrepeso y/o obesidad.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) expone que la forma en la que se producen, comercializan y distribuyen los alimentos se ha modificado sustancialmente a lo largo de los últimos 50 años. Los avances que se han conseguido han permitido el desarrollo de cadenas de suministro más eficientes que, a su vez, han generado mejoras en términos de seguridad alimentaria y nutrición. Sin embargo, la malnutrición en todas sus formas continúa siendo uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta la humanidad, siendo las dietas poco saludables una de las principales causas de mortalidad y discapacidad.
La OMS denuncia que en muchas partes del mundo las personas no consumen la cantidad de alimentos suficiente para que su organismo reciba las calorías, vitaminas y minerales sobre los que se fundamenta una buena salud, mientras que otras personas consumen muchos más alimentos de los que son necesarios para su salud y bienestar o, simplemente, exceden la ingesta de alimentos ricos en grasas, azúcares o sal.
Ante esta fotografía la OMS ha publicado un informe en el que analiza cómo la situación nutricional actual en la que los sistemas alimentarios están dando forma entornos de alimentación que conducen a dietas poco saludables. El documento señala que el hambre ha disminuido a nivel global en las últimas décadas, pero desde el año 2016 la cifra de personas que sufren malnutrición se ha incrementado.
En este sentido, preocupa de forma particular el retraso en el crecimiento en los niños menores de cinco años, ya que este es un resultado directo de la nutrición inadecuada y, en cierto grado, irreversible. “Los datos nos dicen que el retraso en el crecimiento está disminuyendo, pero no los suficientemente rápido. Esto es de especial relevancia porque el retraso en el crecimiento antes de los dos años puede conducir a resultados cognitivos y educativos deficientes en el futuro”, declara la OMS incidiendo en que “un niño con retraso en el crecimiento también corre el riesgo de desarrollar obesidad y enfermedades no transmisibles”.
"Invertir en acabar con la malnutrición es uno de los pasos más rentables que puedan dar los gobiernos”, pide la OMS, argumentando que por cada dólar invertido en la prevención de la malnutrición se genera un retorno de 16 dólares"
Más de dos mil millones de personas en todo el mundo se ven afectadas por las deficiencias de vitaminas y minerales. Un problema que los expertos denominan como “hambre oculta” ya que las personas que padecen este problema pueden parecer saludables, pero las consecuencias son preocupantes para la salud. Por ejemplo, la anemia afecta a más de 613 millones de mujeres en edad reproductiva en todo el mundo y contribuye de forma significativa a la mortalidad materna. “Si bien las causas de la anemia varían, se estima que en la mitad de los casos se deben a deficiencias dietéticas de hierro, vitamina B12 y/o ácido fólico. La anemia materna aumenta el riesgo de mortinatos, muertes maternas, infantiles, bajo peso al nacer, anemia asociada al crecimiento y desarrollo deficiente en los niños pequeños”.
La OMS alerta en su informe de que casi dos mil millones de adultos tienen sobrepeso a nivel mundial, de los que alrededor de 672 millones son obesos. La obesidad es un alarmante problema de salud pública que está aumentando en todas las regiones del mundo, con especial rapidez en algunos continentes como África.
Pero la obesidad no es un problema exclusivo de la población adulta ya que en 2017 cerca de 38 millones de niños en todo el mundo tenían sobrepeso. Esta cifra supone un aumento de más de ocho millones respecto a los resultados del año 2000. El sobrepeso y la obesidad son factores de riesgo para el desarrollo de muchas enfermedades no transmisibles como las cardíacas, accidentes cerebrovasculares, diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cáncer. Unas enfermedades que se traducen en un alto coste económico para las sociedades.
“Estos problemas nutricionales son motivo de gran preocupación y plantean desafíos importantes. Requieren una llamada a la acción urgente, así como la ampliación de las acciones de los países y socios en consonancia con los compromisos internacionales adoptados en la Segunda Conferencia Internacional sobre Nutrición (celebrada en 2014), la Década de Acción sobre Nutrición de las Naciones Unidas 2016-2025 y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”, asevera el documento de la OMS.
La malnutrición supone elevados costes económicos. Solo los costes económicos asociados a la obesidad representan más de dos mil billones de dólares cada año, el equivalente al 2,8% del PIB mundial. Desde el año 2011 la carga económica de las enfermedades no transmisibles, con las enfermedades cardiovasculares a la cabeza, no ha cesado en su crecimiento. La previsión para 2025 es que se eleve hasta los siete billones de dólares. “Una tremenda carga económica, especialmente para los países con medios y bajos ingresos. Invertir en acabar con la malnutrición es uno de los pasos más rentables que puedan dar los gobiernos”, pide la OMS, argumentando que por cada dólar invertido en la prevención de la malnutrición se genera un retorno de 16 dólares".