Las estimaciones apuntan a que para el año 2025 la proporción de adultos mayores de 50 años en la Unión Europea superará el umbral del 50%. A partir de esta edad comienza a manifestarse de forma más evidente el declive del sistema inmune (proceso biológico conocido como “inmunosenescencia”), que aumenta el riesgo de contraer enfermedades infecciosas. El envejecimiento de la población está asociado además a un incremento de la prevalencia de las patologías crónicas y de las enfermedades prevenibles por vacunación.
La vacunación en todas las etapas de la vida se erige como uno de los grandes aliados en materia de salud pública. El problema reside en que, a medida que cumplimos años, las coberturas vacunales disminuyen. Mientras que la vacunación en la edad pediátrica en los países europeos está asentada y se reportan cifras positivas, la vacunación de los adultos, especialmente de los de edad más avanzada, continúa siendo una asignatura pendiente. Hecho que no solo tiene importantes repercusiones desde el punto de vista de la salud de la población, sino que supone importantes costes económicos.
Vaccines Europe informa de que la vacunación anual contra la gripe estacional puede ahorrar entre 248 y 332 millones de costes médicos en Europa, además de reducir los ingresos hospitalarios y las visitas a los centros de Atención Primaria. A pesar de que desde hace más de un década existen vacunas para adultos frente a la tosferina y la neumonía transmitida por vía comunitaria, estas han provocado en ocasiones elevados picos de carga asistencial para los sistemas sanitarios europeos, dadas las bajas coberturas vacunales.
Una población más sana tanto física como mentalmente producirá un incremento en la ratio de actividad económica frente a población inactiva, dando como resultado mayor productividad
Además de las vacunas disponibles para reducir la prevalencia de las enfermedades infecciosas entre la población adulta, como el herpes zóster, hepatitis B o el virus del papiloma humano, en estos momentos la industria farmacéutica se encuentra desarrollando 100 candidatos a vacuna de los que 81, están dirigidos a la población adulta.
El hecho de que los adultos europeos no cumplan con las recomendaciones de vacunación se traduce directamente en un incremento de los costes. Las distintas vacunas incluidas en los calendarios de vacunación no solo son una de las medidas de salud pública más eficientes a la hora de reducir la incidencia de las enfermedades transmisibles, sino que reducen de forma sustancial los costes en materia de asistencia médica. Tal y como informan desde Farmaindustria, por cada euro invertido en vacunación infantil en España se ahorran 22 euros en gastos directos e indirectos. A nivel global, los programas de inmunización generan ahorros hasta cinco veces superiores a otras medidas preventivas, de acuerdo con diversos estudios. Beneficios que son extrapolables a la población adulta.
Un informe publicado en 2020 por la Dirección General de Salud Pública del Ministerio de Sanidad expone que el coste previsto de la vacunación a lo largo de toda la vida fue de 726,06 euros por cada mujer sana y de 525,89 euros por cada hombre sano en 2019. Sobre estas cifras cabe señalar que aquellas personas que son consideradas como grupo de riesgo requieren un mayor número de vacunas por lo que el coste es mayor. Además, desde el 2019 el calendario de vacunación a lo largo de toda la vida ha sumado nuevas vacunas, como la del herpes zóster por ejemplo, por lo que el coste actual sería algo más elevado. En base a los cálculos realizados en 2019, el coste medio se situó entre los 982,99 y los 1815 euros por persona.
Una población más sana tanto física como mentalmente producirá un incremento en la ratio de actividad económica frente a población inactiva, dando como resultado mayor productividad. Ello conduce inevitablemente a un decaimiento en el gasto sanitario, que deja a la inmunización como una opción rentable.