Durante el embarazo, tienen lugar numerosos cambios en el organismo, siendo uno de ellos las alteraciones en los niveles de las hormonas tiroideas. En concreto, la glándula tiroides aumenta su producción de hormonas entre un 40% y un 100%, con el objetivo de cubrir las necesidades de la madre y el feto.
Esta glándula tiene la función de producir triyodotironina (T3) y tiroxina (T4), dos hormonas encargadas de regular el metabolismo y la temperatura corporal y aportar al buen funcionamiento del cerebro, corazón y aparato muscular. Además, el bebé no desarrolla su propia glándula tiroides hasta la semana 12 de embarazo. Mientras tanto, se proveerá de la de su madre.
"En el caso de que exista un hipotiroidismo o déficit de hormonas tiroideas, las funciones orgánicas vitales se van ralentizando"
Ante este escenario, el control ginecológico de un posible trastorno tiroideo de la madre es fundamental para evitar que el feto se vea afectado gravemente. “Por esta razón, durante el primer trimestre se realiza el cribado de alteraciones tiroideas para su detección y el aporte farmacológico necesario. Por supuesto, el tratamiento requiere un seguimiento estrecho, con exámenes frecuentes para ajustar las dosis y garantizar que sean las correctas durante toda la gestación”, explica el doctor David Fuster, ginecólogo del Hospital Vithas Valencia 9 de Octubre.
“Las hormonas T4 (tiroxina) y T3 (triyodotironina), regulan el metabolismo, es decir, son las que marcan la manera en la que el organismo utiliza la energía. En el caso de que exista un hipotiroidismo o déficit de hormonas tiroideas, las funciones orgánicas vitales se van ralentizando. Sin embargo, si existe un exceso de hormonas tiroideas, es decir, hipertiroidismo esas funciones se aceleran. En ambos casos, los efectos pueden afectar tanto a la salud de la madre como al feto, por esta razón, los controles ginecológicos son fundamentales para poder paliar el problema”, continúa.
De acuerdo con el especialista, hasta un 5% o 10% de las embarazadas pueden llegar a sufrir una u otra forma de desequilibrio tiroideo. Por ello, los controles de esta glándula son necesarios, dado que la enfermedad tiroidea aumenta el riesgo de parto prematuro, desprendimiento prematuro de la placenta (la placenta se descuelga de la pared interna del útero antes de que nazca el bebé) o puede ser la causa de abortos espontáneos y origen de problemas futuros en el desarrollo y aprendizaje del niño.
Algunos de los síntomas y señales de hipertiroidismo se presentan a menudo en embarazos normales, entre ellos un ritmo cardiaco más rápido, cansancio y dificultad para soportar el calor. “Otros síntomas y señales que pueden sugerir hipertiroidismo: latidos cardiacos rápidos e irregulares, temblor en las manos, adelgazamiento sin razón aparente o falta de aumento normal de peso durante el embarazo”, subraya el doctor Fuster.
Las mujeres embarazadas que padecen de una hiperactividad de la glándula tiroides tienen más posibilidades de dar a luz un bebé prematuro, de bajo peso o de padecer preeclampsia. Esto último puede suponer graves consecuencias tanto para la gestante como para el feto. “Los síntomas que alertan a la mujer cuando existe un hipertiroidismo severo se centran en sudor frecuente, pérdida de peso, calor constante o temblores”, agrega el profesional.
“El hipotiroidismo no controlado durante el embarazo está estrechamente vinculado con abortos espontáneos y asociado a alteraciones en el neurodesarrollo fetal"
Por otro lado, las mujeres también pueden padecer hipotiroidismo, que se caracteriza por el incremento de TSH (hormona estimulante del tiroides) y disminución de T4 libre, que provoca una reducción de la actividad metabólica. Los síntomas pueden pasar desapercibidos por ser semejantes a los del embarazo: cansancio, estreñimiento, letargo, calambres musculares, incremento de peso, piel seca o caída de cabello.
“El hipotiroidismo no controlado durante el embarazo está estrechamente vinculado con abortos espontáneos y asociado a alteraciones en el neurodesarrollo fetal. Es conocida la importancia de las hormonas tiroideas en la primera época de la vida para el adecuado desarrollo psicomotor del recién nacido. Este hecho adquiere aún mayor importancia en los hijos nacidos de madres con alteraciones tiroideas ya que la probabilidad de padecer alteraciones tiroideas aumenta”, concluye el experto.