Por norma general, el suelo no es un elemento al que se suela prestar demasiada atención, pero es esencial para la salud humana. Si bien no es algo que se considere habitualmente en la práctica clínica diaria el suelo es un componente clave de la infraestructura del planeta y garantizar su estado saludable es fundamental para la producción de alimentos seguros, saludables y suficientes.
Un suelo de calidad es una de las piedras angulares para el correcto funcionamiento de los ecosistemas ricos y diversos, almacena agua y protege las vías fluviales evitando no solo las inundaciones sino las enfermedades transmitidas por el agua. Es importante señalar también que un suelo saludable es capaz de capturar grandes cantidades de carbono lo que ralentiza el cambio climático.
La contaminación del aire, el agua y el suelo se erige como una de las grandes amenazas para la salud pública. A pesar de que el 70% de las enfermedades relacionadas con la contaminación son enfermedades no transmisibles y, más del 60% de estas son enfermedades cardiovasculares, llama la atención que la contaminación ha ocupado poco espacio en los planes globales orientados a la prevención y control de las enfermedades transmisibles.
La contaminación del aire es uno de las principales causas a nivel mundial de las muertes prematuras en los grupos de mayor edad, mientras que la contaminación del agua contribuye significativamente a la mortalidad infantil. La combinación de la contaminación del aire y del suelo es un determinante importante en los años vividos con discapacidad en la infancia, mientras que la contaminación del suelo lo es en el caso de las personas con edades más avanzadas.
Si nos focalizamos en la contaminación del suelo observamos un creciente problema de salud pública. Esta contaminación puede producirse por metales pesados, productos químicos orgánicos como los pesticidas, patógenos biológicos y partículas micro/nanoplásticas. Situaciones que se traducen en la contaminación de los cultivos alimentarios y, cuando los contaminantes del suelo llegan al agua aumentan los riesgos de múltiples enfermedades.
“La contaminación del suelo, la contaminación del agua, la deforestación, la fertilización excesiva y el uso de pesticidas y otros productos químicos tóxicos degradan la rica biodiversidad del suelo en todo el mundo, disminuyen la sostenibilidad de los ecosistemas, reducen la producción de cultivos alimentarios y amenazan la salud y el bienestar humanos”, exponen los autores de una extensa revisión de estudios sobre los efectos en la salud de la contaminación del suelo, el aire y el agua.
“El estrés oxidativo y la inflamación en respuesta a la contaminación con plástico, metales pesados, sobrefertilización, pesticidas y agentes tóxicos representan los principales mecanismos fisiopatológicos que causan enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas y metabólicas”
Estos exponen que la contaminación del suelo reduce de forma significativa la variedad de microorganismos beneficiosos debido a la toxicidad química y los contaminantes que se convierten a su vez en contaminantes del agua.
“Junto con el cambio climático, la contaminación del aire y la extinción de especies, la contaminación del suelo representa una amenaza existencial para la sostenibilidad de las sociedades humanas. Todas estas formas de degradación ambiental son, en última instancia, la consecuencia del pensamiento económico a corto plazo y la codicia que no respetan los sistemas naturales ni se preocupan por otras personas hoy o por las generaciones futuras”, denuncian los autores de la revisión.
Los múltiples elementos que pueden convertirse en contaminantes de nuestros suelos aumentan de forma preocupante el riesgo de enfermedades cardiovasculares y otras enfermedades no transmisibles. Aunque estos contaminantes difieren en su composición química, provocan enfermedades a través de vías fisiopatológicas compartidas centradas en el estrés oxidativo y la inflamación que conducen a una desregulación de los ritmos circadianos.
“El estrés oxidativo y la inflamación en respuesta a la contaminación con plástico, metales pesados, sobrefertilización, pesticidas y agentes tóxicos representan los principales mecanismos fisiopatológicos que causan enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas y metabólicas”, explican los autores.
Los contaminantes químicos y nano/microplásticos actúan de forma aditiva y/o sinérgica con otros factores de riesgo para la salud, metabólicos y de estilo de vida. Una peligrosa ecuación que conduce al agravamiento de la patogenia de las enfermedades no transmisibles.
La contaminación puede causar cardiopatía isquémica, cáncer, enfermedad pulmonar obstructiva (EPOC), accidentes cerebrovasculares, problemas relacionados con la salud mental y neurológicos o diabetes, por citar algunos. A pesar de los esfuerzos que se está realizando la contaminación continúa escalando puestos entre las principales amenazas para la salud pública y, una creciente evidencia, señala que incluso podría ser el desencadenante de la próxima pandemia.
“En la Unión Europea la contaminación provoca cada año una de cada ocho muertes. La contaminación del suelo es, definitivamente, algo que debería preocupar a los cardiólogos”, concluyen los autores tras la exposición de los importantes riesgos que implica para la salud cardiovascular.