La infertilidad se está convirtiendo en un problema de salud pública a nivel global que afecta ya a alrededor del 10% de todas las parejas en edad reproductiva. De acuerdo con los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) los factores masculinos puros podrían llegar a alcanzar hasta el 50% de los casos de infertilidad, siendo la mala calidad del semen uno de los principales problemas.
A lo largo de los últimos años ha aumentado la evidencia científica que pone el foco sobre una tendencia mundial a la baja en la calidad del semen, con múltiples estudios que han alertado de disminuciones significativas en la concentración y la motilidad (término empleado en biología para expresar la habilidad de moverse espontáneamente e independientemente) de los espermatozoides.
La evidencia científica señala dos principales factores como responsables del descenso global de la calidad del semen: antecedentes genéticos y factores ambientales. Los cambios significativos en la concentración y motilidad de los espermatozoides en un periodo corto de tiempo sugieren que nos encontramos ante un problema de salud relacionado con factores ambientales como la contaminación.
Este es el punto de partida de una reciente investigación publicada por JAMA Network que advierte del riesgo que supone la exposición a la contaminación ambiental del aire por partículas para la calidad del semen. La investigación en cuestión ha analizado el papel de las partículas contaminantes en suspensión en el aire PM10 que es material particulado cuyo diámetro es menor de 10 µm. PM2.5 que es material particulado cuyo diámetro es menor de 2.5 µm.
“Durante todo el período de desarrollo de los espermatozoides, las exposiciones a niveles más altos de PM se asociaron significativamente con una motilidad total y progresiva de los espermatozoides más baja”
Se trata de un estudio de cohorte retrospectiva realizado con los datos de 33.876 hombres (edad media de 34,1 años) cuyas parejas se sometieron a procedimientos de tecnología de reproducción asistida en China, entre el 1 de enero de 2013 y el 31 de diciembre de 2019. Los participantes procedían de 340 prefecturas (divisiones político-administrativas). Los resultados fueron analizados entre el 1 de diciembre de 2020 y el 15 de mayo de 2021.
La exposición a las partículas contaminantes se estudió durante el periodo de cero a 90 días antes de la eyaculación, analizando periodos clave para el desarrollo del esperma: cero a nueve días, 10-14 días y 70-90 días antes de la eyaculación.
El estudio muestra que los niveles de exposición durante todo el periodo de análisis alcanzaron su punto máximo en 2014 y luego mostraron tendencias a la baja. Se ha reportado una significativa variabilidad en la exposición a los contaminantes entre las distintas regiones de China. Los investigadores estudiaron la calidad de las muestras en tres ventanas críticas de exposición: espermatogénesis, desarrollo de la motilidad y almacenamiento del epidídimo.
La exposición a las partículas en estos tres periodos clave del desarrollo de los espermatozoides se asoció negativamente con su motilidad. La realización de análisis no ajustados ante factores como el tabaquismo y el consumo de alcohol arrojó resultados similares a los del análisis ajustado, aunque las estimaciones de los efectos de estos factores en la calidad del semen fueron relativamente mayores.
Profundizando en los resultados vemos que la media de exposición a las partículas PM2.5 durante todo el periodo de desarrollo de los espermatozoides fue de 46,05 μg/m. “Durante todo el período de desarrollo de los espermatozoides, las exposiciones a niveles más altos de PM se asociaron significativamente con una motilidad total y progresiva de los espermatozoides más baja”, exponen los autores en la referida publicación científica.
“Estos hallazgos sugieren que la exposición a partículas contaminantes presentes en el aire puede afectar negativamente a la motilidad de los espermatozoides, y resalta la necesidad de reducir la exposición a la contaminación del aire por partículas ambientales para los hombres en edad reproductiva”, concluyen, indicando que se necesitan más estudios que permitan determinar los mecanismos biológicos subyacentes a través de las asociaciones observadas.