La evidencia científica ha demostrado ya sobradamente el importante perjuicio que la contaminación del aire tiene en nuestra salud. En esta línea, dos nuevos informes realizados por State of Global Air concluyen que los niños verán acortarse su vida de media en un año y ocho meses como consecuencia de respirar aire contaminado. En el caso de los países más afectados por los altos niveles de contaminación, los niños que nazcan hoy verán reducida su vida un promedio de tres años a no ser que mejore la calidad del aire.
La contaminación del aire se posicionó en 2019 como la cuarta causa muerte a nivel global con alrededor de siete millones de muertes prematuras. Una cifra que supera a las de los riesgos más conocidos como el tabaquismo, la malaria o la falta de higiene.
De acuerdo con las conclusiones extraídas del informe “State of global air 2020. How Does your air measure up against the WHO air quality guidelines?”, la contaminación del aire continúa siendo un factor de riesgo importante de muerte y discapacidad que afecta a la longevidad humana. Hecho preocupante si tenemos en cuenta que en 2019 más del 50% de la población global vivía en áreas que superaban los límites de contaminación recomendados.
El segundo de los informes pone de relieve que reducir la exposición continuada a aire con altos niveles de contaminación podría ayudar a las personas a vivir más años. De hecho, la creciente carga de morbilidad asociada a la contaminación del aire se sitúa entre los principales desafíos a los que tienen que hacer frente los gobiernos, con una importante implicación en las economías nacionales y el bienestar del ser humano. “Los impactos en la esperanza de vida huma son bastante grandes en comparación con otras enfermedades importantes y amenazas para la salud”, alertan los autores del informe.
La contaminación del aire es, junto con el cambio climático, una de las mayores amenazas medioambientales para la salud humana. El pasado 4 de octubre la Organización Mundial de la Salud (OMS) hacía públicas las nuevas directrices globales sobre la calidad del aire con el objetivo de proteger la salud de las poblaciones mediante la reducción de los niveles de los principales contaminantes del aire.
La contaminación del aire se encuentra detrás del cáncer de pulmón, EPOC o neumonía, pero el aumento de la evidencia científica relaciona directamente el papel de la contaminación del aire en el desarrollo de enfermedades isquémicas del corazón, trastornos neurológicos, accidentes cerebrovasculares e incluso problemas en el sistema reproductivo
La última actualización de estas directrices se realizó en 2005 y, desde entonces, se ha producido un aumento notable en la evidencia científica y pruebas que demuestran sin lugar a dudas cómo la contaminación del aire afecta de forma cada vez más perjudicial a múltiples aspectos de nuestra salud. Razón por la que la OMS decidía ajustar a la baja casi todos los niveles de referencia de la calidad del aire. Sus expertos han reiterado que exceder los umbrales fijados se asocia con significativos riesgos para la salud humana, mientras que su cumplimiento podría salvar millones de vidas.
“Estas horribles cifras exigen una acción ambiciosa, rápida y audaz. La quema de combustibles fósiles nos está matando y provocando millones de muertes prematuras cada año como consecuencia de la contaminación del aire. Una situación que le cuesta a las economías miles de millones de dólares al año y alimenta la crisis climática”, asevera la directora de Salud Pública y Medio Ambiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), María Neira.
“Impulsemos una recuperación saludable y verde comprometiéndonos con un gasto de estímulos 100% verde y que suponga el fin de todos los subsidios a los combustibles fósiles, al mismo tiempo que garantizamos el acceso a la energía para todos. En las ciudades necesitamos menos automóviles y congestión, y más transporte público impulsado por energía limpia y sostenible. Y, muy importante, los gobiernos deben comprometerse con las nuevas pautas de calidad del aire de la OMS”.
La dirigente de la OMS ha señalado que más del 71% de las muertes en todo el mundo se deben a enfermedades no transmisibles, influenciadas por factores de riesgo como el tabaquismo, la dieta, la falta de actividad física, el consumo de alcohol y la contaminación del aire. “Más del 90% de la población mundial está respirando aire que sobrepasa los límites de contaminación recomendados por la OMS”.
La contaminación del aire se encuentra detrás del cáncer de pulmón, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) o neumonía, pero el aumento de la evidencia científica relaciona directamente el papel de la contaminación del aire en el desarrollo de enfermedades isquémicas del corazón, trastornos neurológicos, accidentes cerebrovasculares e incluso problemas en el sistema reproductivo. Preocupa significativamente el hecho de que la exposición a la contaminación del aire aumentará el riesgo que implican enfermedades crónicas como las cardiopulmonares, metabólicas o la diabetes.