Una nueva investigación focalizada en salud materna y fetal ha demostrado que los fetos de las mujeres embarazadas que trabajan en condiciones de calor extremo, como sucede en muchos países de medios y bajos ingresos, pueden mostrar signos de tensión fetal antes incluso de que las madres se vean afectadas.
Los resultados, publicados por la revista The Lancet Planetary Health, parten del análisis realizado a 92 agricultoras de subsistencia embarazadas en Gambia. Se trata del primer trabajo que ha medido los impactos del estrés térmico en los fetos de las trabajadoras embarazadas.
El estudio ha hallado que por cada grado Celsius de aumento en la exposición al estrés térmico se produjo un incremento del 17% en la tensión fetal tal y como se mostraba en el aumento de la frecuencia cardíaca del feto y un flujo sanguíneo más lento a través del cordón umbilical.
El equipo responsable de este trabajo ha estado capitaneado por investigadores de la Unidad del Consejo de Investigación Médica (MRC, por sus siglas en inglés) de Gambia en la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres (LSHTM, por sus siglas en inglés). Los investigadores indican que incluso un aumento modesto de la temperatura corporal al realizar tareas manuales en condiciones de calor extremo provocaba un aumento de la tensión fisiológica tanto en la madre como en el feto.
“El cambio climático nos lleva a temperaturas cada vez más extremas en todo el mundo y, particularmente, en el África subsahariana, muy vulnerable a los impactos climáticos”, expone la doctora Ana Bonell, becaria del doctorado clínico de Wellcome Trust Global Health en la LSHTM y autora principal de la investigación.
"A pesar de la creciente evidencia científica que relaciona la exposición al calor materno con resultados adversos del parto, incluido el nacimiento prematuro, el bajo peso al nacer y la mortinatalidad, hasta ahora ha habido poca investigación"
“Nuestro estudio encontró que las agricultoras de subsistencia embarazadas en Gambia experimentan de forma frecuente niveles de calor extremo por encima de los límites recomendados para el trabajo al aire libre. Esto tiene efectos negativos en su salud y en la de sus bebés. Los resultados sugieren que tenemos que encontrar intervenciones efectivas para proteger a estas mujeres y reducir los resultados adversos en los partos”, añade.
“A pesar de la creciente evidencia científica que relaciona la exposición al calor materno con resultados adversos del parto, incluido el nacimiento prematuro, el bajo peso al nacer y la mortinatalidad, hasta ahora ha habido poca investigación sobre los efectos fisiológicos”, expone por su parte otra de las autoras del estudio, la doctora Jainaba Badjie.
Para la realización del estudio se instó a las mujeres participantes a realizar sus tareas diarias habituales con un dispositivo portátil para registrar la frecuencia cardíaca materna, la temperatura de la piel y el gasto de energía estimado. Se emplearon dispositivos de ultrasonido portátiles para registrar la frecuencia cardíaca fetal y el flujo sanguíneo de la arteria umbilical. Las mediciones se efectuaron al inicio y al final de la jornada laboral.
Además, se recogieron síntomas maternos asociados al calor como las náuseas, vómitos, dolor de cabeza, mareos, fatiga, debilidad, dolor muscular y sequedad en la boca. Estos síntomas fueron muy comunes entre todas las participantes del estudio, y más del 50% informó experimentar al menos uno de estos síntomas durante su jornada laboral en el campo.
Los investigadores sugieren que un factor fisiológico importante a considerar en el trabajo futuro es el desvío de sangre de la placenta a la piel, que parece ocurrir a temperaturas centrales más bajas que las destacadas en estudios anteriores. Los hallazgos también destacan la necesidad de seguir trabajando para identificar y evaluar intervenciones que ayudarán a las trabajadoras agrícolas embarazadas en el África subsahariana a adaptarse al trabajo en condiciones de calor extremo.