La dermatitis atópica es una enfermedad sistémica crónica eczematosa cuya característica principal es el picor intenso crónico. Se manifiesta mediante lesiones inflamadas y descamativas con prurito. Esto genera un círculo vicioso en el que el rascado produce lesiones, que provocan más rascado.
Se trata de una enfermedad, antaño poco conocida, que suele asociarse a niños con la piel seca y sensible, pero en sus formas severas se trata de una patología que afecta gravemente a la calidad de vida de las personas que la sufren. Con los años y gracias a los avances de la ciencia, ha comenzado a reconocerse la incidencia de esta enfermedad y a ahondar en ella para tratar de aliviar a los pacientes y evitar diagnósticos erróneos.
En palabras de la Dra. Bibiana Pérez, dermatóloga del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, “se trata de una enfermedad compleja que no es siempre igual y tiene diferentes grados”.
La dermatitis atópica tiene una incidencia mayor en niños que en adultos: 20% de la población infantil frente a 10% de los adultos (1). De los casos de dermatitis infantil, hay un porcentaje en el que la enfermedad remite para siempre a medida que el paciente crece, mientras que otras veces se presentará ocasionalmente en forma de brotes puntuales. “Hay pacientes que de niños son atópicos pero al crecer ya no, aunque tendrán tendencia a sufrir problemas cutáneos. Otros permanecen toda su vida con dermatitis atópica”, concluye la dermatóloga del Hospital Ramón y Cajal.
“En España, se estima que alrededor de 30.000 personas sufren dermatitis atópica en grado severo”
La dermatitis atópica se manifiesta, normalmente, en forma de brotes, aunque incluso cuando no hay ninguno activo, siempre existe “una cierta inflamación clínica”. En otros casos más graves, los brotes forman parte del día a día y no remiten. En España, se estima que alrededor de 30.000 personas sufren dermatitis atópica en grado severo (2).
Un paciente con dermatitis atópica grave, perteneciente a la Asociación de Afectados por la Dermatitis Atópica (AADA), ha hablado con este medio en relación a cómo es vivir con esta patología. Con 49 años, lleva más de la mitad de su vida diagnosticado con la enfermedad. Hace 25 años, acudió a una consulta médica tras desarrollar síntomas y fue diagnosticado con hongos. Más tarde, después de haber seguido un tratamiento con antibióticos, le comunicaron que padecía dermatitis atópica.
La dermatitis atópica grave afecta de forma importante a la calidad de vida de quien la sufre. En palabras del paciente, la enfermedad “es insoportable, me picaba el 95% de mi cuerpo, todo, menos la planta de los pies y las palmas de las manos… Te vuelves loco”. Además de los síntomas físicos, la dermatitis atópica afecta a la salud mental de quienes la padecen. “Yo pensé en quitarme la vida porque no podía soportar semejante desesperación, no podía ni mover el cuello por la inflamación”.
A raíz de esta frustración, cuenta que desarrolló tricotilomanía por los nervios. Se trata de una condición que lleva a los afectados a arrancarse el pelo compulsivamente “por los nervios y la desesperación” que en este caso, le provocaban los síntomas de la dermatitis atópica.
Es esencial “hablar con un médico y que te escuche, porque tienes un problema y es el único que puede ayudarte”
En cuanto a los tratamientos, se prescriben según la gravedad de la enfermedad y no siempre resultan efectivos. Apenas un 14% de los pacientes con dermatitis atópica relataron estar satisfechos con el mismo, según encuestas realizadas por expertos (3,4,5,6). “Los tratamientos paliaban, en cierto modo, la dermatitis atópica durante un espacio corto de tiempo, pero nunca dejaba de salir en la piel, había veces que no me interesaba ir al dermatólogo porque ya sabía lo que me iba a recetar”.
Este paciente declara también, que el tiempo en consulta con los dermatólogos no es suficiente y destaca la importancia de la comunicación entre el médico y el paciente para un buen pronóstico de la enfermedad. Asegura que es esencial “hablar con un médico y que te escuche, porque tienes un problema y es el único que puede ayudarte”.
Los principales tratamientos se enfocan en aliviar los síntomas y “tratar la piel atópica restaurando la barrera cutánea, evitando los irritantes como jabones agresivos y perfumes y realizando baños diarios breves con agua no muy caliente”. También, se recomienda a los pacientes mantener la piel hidratada siempre y cuando no tenga heridas. Aplicar cremas con corticoides puede reducir los brotes durante un corto periodo de tiempo.
“Podría escribir un libro con todos los tratamientos que he probado”, asegura el miembro de la AADA. La adherencia de los pacientes al tratamiento es baja y según encuestas, poco más de la mitad lo sigue a rajatabla debido a que suelen aliviar los síntomas durante un corto periodo de tiempo, pero siempre vuelven los brotes (3,4,5,6).