La urticaria crónica afecta al 0,6% de la población española y a un 1,1% a nivel mundial. Sin embargo, aunque el diagnóstico y tratamiento de esta enfermedad siguen siendo un desafío en su abordaje, los expertos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) aseguran que los avances más recientes podrían mejorar el tratamiento y control de esta patología.
“La comprensión de la fisiopatología de la urticaria crónica nos permite clasificar a los pacientes en dos fenotipos —la autoalergia mediada por IgE y la autoinmunidad mediada por IgG— y nos permitirá personalizar aún más el tratamiento y mejorar los resultados para nuestros pacientes”, señala la Dra. Paula Ribó, vicepresidenta del Comité de Alergia Cutánea de la SEAIC.
Actualmente hay tratamientos disponibles como el omalizumab, eficaz para el control de la urticaria crónica espontánea en adultos y adolescentes a partir de los 12 años. Otras terapias que también son novedosas, como los tratamientos orales dirigidos a la inhibición de la tirosina cinasa de Bruton (BTKs), como el remibrutinib, están en fases avanzadas de ensayo clínico. Otros biológicos, como dupilumab, podrían aumentar sus indicaciones para ofrecer nuevas alternativas para aquellos pacientes refractarios a los tratamientos actuales.
"En ocasiones se intenta buscar un desencadenante, pero en el caso de la urticaria crónica espontánea no existe, provocando un diagnóstico tardío"
Por su parte, los retrasos en el diagnóstico de la urticaria crónica espontánea continúan siendo un problema significativo que impacta directamente en la calidad de vida de los afectados. “En ocasiones se intenta buscar un desencadenante, pero en el caso de la urticaria crónica espontánea no existe, provocando un diagnóstico tardío. Esta dificultad puede llevar a un tratamiento inadecuado, como el infratratamiento con antihistamínicos, incluso a dosis alta, el uso excesivo de corticoides sistémicos, con potencialidad de sus múltiples efectos secundarios, o la falta de escalado a tratamientos biológicos más efectivos”, asegura la experta.
Aunque se sigue avanzando en la comprensión de la enfermedad, también persisten algunos mitos relacionados con la urticaria crónica. Desde la creencia de que los corticoides orales son el tratamiento de elección hasta la idea errónea de que los antihistamínicos clásicos son más efectivos que los de segunda generación. “Es crucial que tanto los profesionales de la salud como los pacientes estén bien informados para evitar tratamientos inadecuados y mejorar la calidad de vida de quienes padecen esta enfermedad. Para ello, se deberían crear más centros de referencia y excelencia adscritos al programa UCARE (Urticaria Centers of Reference And Excellence) de la GA2LEN (the Global Allergy and Asthma Excellence Network)”, concluye la experta.