Según revelan los datos publicados por la empresa pública Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA), un total de 249.223.044 pasajeros transitaron en el año 2017 por los aeropuertos de nuestro país. La cifra, que se sitúa muy próxima a los 250 millones de personas, evidencia que el tráfico aéreo en España aumenta cada año.
En este contexto, preservar la seguridad y la salud de los viajeros es un elemento prioritario para las autoridades. Con el objetivo de conocer cuáles son los protocolos de asistencia sanitaria en los aviones, ConSalud.es se ha puesto en contacto con la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA), la institución que se encarga de la protección de la aviación civil en el ámbito territorial español.
Desde la agencia adscrita al Ministerio de Fomento explican que la normativa europea, por la que se rige España como país miembro, se basa en la aplicación de la Convención de Chicago de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), donde se establece que las aeronaves tienen que estar equipadas con un botiquín de primeros auxilios (FAK, por sus siglas en inglés First Aid Kit), una atención para la que la tripulación debe tener conocimientos y estar capacitada para intervenir.
A excepción de las pastillas orales, el contenido del Emergency Medical Kit tiene que ser utilizado, en exclusiva, por un médico
"Los aviones con más de 30 asientos también tienen que estar equipados con un botiquín médico para emergencias cuando cualquier punto de la ruta prevista se encuentre a más de 60 minutos de vuelo de un aeropuerto en el que se pueda recibir asistencia médica cualificada", explican desde AESA a este diario.
Este es el denominado Emergency Medical Kit (EMK), un material que, a excepción de las pastillas orales, que las puede suministrar la tripulación a solicitud del pasajero, el contenido restante del botiquín tiene que ser utilizado, en exclusiva, por un médico.
El EMK, prosiguen desde la institución, podría incluir un desfibrilador, si bien es cierto que en Europa no es obligatorio. Para poder transportar este dispositivo electrónico, el operador aéreo tendrá que realizar un estudio de análisis de riesgos, con el propósito de ahondar en las posibles interferencias del sistema en el funcionamiento de la aeronave. Junto a ello, la tripulación deberá haber realizado un entrenamiento especifíco para su utilización.
A estas medidas de seguridad hay que añadir la formación periódica que las compañías aéreas facilitan a sus empleados de cabina para mejorar sus habilidades en primeros auxilios. Unos cursos que son aprobados por la propia Agencia Estatal de Seguridad Aérea y que constan en los manuales de operaciones de las citadas empresas.