La meningitis se presenta como la inflamación de las membranas que recubren el cerebro y la médula espinal. Nos encontramos con dos tipos. Una de origen vírico que, por norma general, suele ser benigna y sus consecuencias leves y un segundo tipo de origen bacteriano que es el más peligroso.
De acuerdo a la información recogida por la Asociación Española contra la Meningitis (AEM) existen fundamentalmente tres tipos de bacterias responsables de causar la meningitis: Haemophilus Influenzae B (HiB), neumococo y el meningococo con todos sus serogrupos (A, B, C, W, X e Y). cuando hablamos de sepsis lo hacemos de la variedad de la enfermedad bacteriana que se produce cuando la infección alcanza el torrente sanguíneo y se extiende por todo el organismo. Por norma general, tanto la meningitis como la sepsis de origen bacteriano son muy peligrosas y pueden progresar rápidamente mientras que la meningitis vírica es dolorosa, aunque usualmente, no suele ser peligrosa.
En datos, aproximadamente se estima que en España hay unas 12.000 personas afectadas al año de las que 2.000 serían bacterianas y 10.000 víricas. Las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que la meningitis afecta cada año en todo el mundo a 2,5 millones de personas. Cualquier persona puede contraer la meningitis o sepsis, pero los grupos de mayor riesgo son los menores de cinco años y los jóvenes con edades comprendidas entre los 15 y los 24 años. Para hacernos una idea del peligro real que representa, es la primera causa de muerte por infección en niños y adolescentes.
Si ponemos el foco en la meningitis de origen bacteriano, la más peligrosa, puede llegar a ser mortal, aunque los datos revelan que el fallecimiento se produce solo en un reducido porcentaje de los casos totales (aproximadamente un 10%). Pero más del 20% de los supervivientes tienen que enfrentarse el resto de sus vidas a importantes secuelas y minusvalías como pérdidas sensoriales, daño cerebral e incluso la amputación de alguno de sus miembros.
¿CÓMO SE CONTRAE LA ENFERMEDAD MENINGOCÓCICA INVASIVA?
La enfermedad meningocócia invasiva (EMI) está causada por la bacteria Neisseria meningitidis o meningococo. Históricamente, los serogrupos B y C han sido responsables de la mayoría de los casos clínicos en España.
Sin duda alguna la mejor forma de prevenir tanto la meningitis como la sepsis es la vacunación. Las vacunas que existen actualmente ofrecen una excelente capacidad protectora pero no pueden prevenir todas las formas de la enfermedad
La infección se produce cuando el meningococo logra vencer las defensas del sistema inmunitario del cuerpo y pasa a la corriente sanguínea causando meningitis, sepsis o ambas enfermedades.
El meningococo es una bacteria muy común y, para la mayoría de las personas, resulta inocua. Entre un 5-20% de la población la lleva en la nariz y en la garganta sin ser consciente de ello. Estas personas se llaman portadores asintomáticos, porque portan sin saberlo el microorganismo y lo expulsan al exterior en sus secreciones nasofaríngeas (al estornudar, toser, etc.).
El meningococo no puede vivir durante mucho tiempo en el aire, no sobrevive más que durante unos momentos fuera del cuerpo humano. No se puede transmitir a través de los objetos de la vida cotidiana.
FORMAS DE PREVENCIÓN
Sin duda alguna la mejor forma de prevenir tanto la meningitis como la sepsis es la vacunación. Las vacunas que existen actualmente ofrecen una excelente capacidad protectora pero no pueden prevenir todas las formas de la enfermedad.
Es muy importante crear unos hábitos de higiene y vida saludables que ayuden a nuestro sistema inmunitario a estar preparado. Evitar sustancias tóxicas como el tabaco, el alcohol y otras drogas es fundamental, pues debilitan nuestra protección natural ante los agentes externos.
Cabe destacar que el diagnóstico precoz resulta fundamental para la recuperación total de la enfermedad. El problema es que los primeros indicios de la enfermedad son confundidos habitualmente con síntomas asociados a otras patologías más comunes como la fiebre, dolor de cabeza en los niños más mayores, rechazo de la alimentación, decaimiento o vómitos.
Algunos síntomas ayudan a alertarnos ante la presencia de enfermedad meningocócica antes de que aparezcan otras manifestaciones más específicas: dolor en las piernas (aparecen hasta en un 35% de los niños capaces de expresar este síntoma), pies y manos fríos o color pálido violáceo de la piel. Otros síntomas a tener en cuenta son disminución del nivel de conciencia y convulsiones. Cualquiera de estos signos en un niño, con fiebre de causa desconocida, es una llamada de atención sobre la posibilidad de que se esté iniciando una infección meningocócica.