El proceso de envejecimiento es un proceso complejo de desregulación fisiológica multisistémica. Retrasar el envejecimiento es un objetivo inherente a la evolución del ser humano por lo que comprender los factores que intervienen se erige como una pieza fundamental. Más ante una fotografía demográfica global en la que las poblaciones de la mayoría de países avanzan hacia sociedades cada vez más envejecidas, lo que plantea serios desafíos desde el punto de vista social, sanitario y económico.
La evaluación de las intervenciones orientadas a retrasar el envejecimiento y lograr que las personas cumplan años en las mejores condiciones de salud posibles es fundamental. Un camino que debe iniciarse desde la niñez ya que hablamos de un proceso acumulativo en el que cada resultado deriva de las acciones anteriores. Partiendo de esta base surge una pregunta: ¿cómo influyen las adversidades vividas en la infancia en el envejecimiento acelerado?
Dos son los conceptos clave que nos plantea esta cuestión. El primer de ellos es el envejecimiento acelerado. Este se traduce en adultos más vulnerables ante las enfermedades crónicas y la muerte. El segundo de ellos se centra en comprender qué entendemos por adversidad infantil. Un término que hace referencia a problemas físicos, emocionales, abuso sexual y/o emocional. Teniendo claras las implicaciones que ambos conceptos tienen en la pregunta formulada, un grupo de investigadores ha tratado de aportar evidencia mediante la realización de un estudio cuyos resultados han sido publicados en JAMA Network.
Para ello se han analizado los datos procedentes del Biobanco de Reino Unido de una cohorte de 127.495 adultos con edades comprendidas entre los 40 y los 69 años. Se realizó un análisis de cohorte retrospectivo con los referidos datos recabados en el periodo comprendido entre los años 2006 y 2010, así como los resultados de la Encuesta de Salud Mental de Reino Unido desarrollada en 2016. El conjunto de los datos fue analizado entre el 1 de septiembre de 2021 y el 28 de febrero de 2022.
“En este estudio de cohorte retrospectivo, la adversidad infantil se asoció significativamente con la aceleración del envejecimiento y, lo que es más importante, el estilo de vida poco saludable mediaba parcialmente estas asociaciones”
Se calculó una medida de envejecimiento fenotípico, la aceleración de la edad fenotípica (donde unos valores más altos indican un envejecimiento acelerado), el índice de masa corporal y factores como el tabaquismo, consumo de alcohol, nivel de actividad física y la dieta. Se combinaron para construir un sistema de puntuación de estilo de vida de cero a cinco, en el que las puntuaciones más altas revelan un estilo de vida menos saludable.
Los biomarcadores utilizados para determinar la aceleración de la edad fenotípica se obtuvieron de muestras biológicas en el momento de la inscripción de los participantes. La edad fenotípica se desarrolló mediante la regresión del riesgo de mortalidad en 42 biomarcadores clínicos y la edad cronológica. Finalmente, se seleccionaron nueve biomarcadores clínicos y la edad cronológica al inicio del estudio en un modelo paramétrico de riesgos proporcionales basado en la distribución de Gompertz (distribución de probabilidad continua, tipo de modelo matemático para una serie temporal), y luego convirtieron el riesgo de mortalidad de 10 años en unidades de años.
Cada tipo individual de adversidad infantil y la puntuación acumulada de adversidad infantil se asociaron con la aceleración de la edad fenotípica. Por ejemplo, en comparación con los participantes que no experimentaron adversidades en la infancia, aquellos que experimentaron cuatro (β = 0,296, IC del 95%, 0,130-0,462) o cinco (β = 0,833; IC del 95%, 0,537-1,129) adversidades en la infancia tuvieron mayores adversidades fenotípicas. Y una aceleración de la edad en modelos completamente ajustados. El análisis de mediación formal reveló que el estilo de vida poco saludable mediaba parcialmente las asociaciones de la adversidad infantil con la aceleración de la edad fenotípica entre un 11,8 y un 42,1%.
“En este estudio de cohorte retrospectivo, la adversidad infantil se asoció significativamente con la aceleración del envejecimiento y, lo que es más importante, el estilo de vida poco saludable mediaba parcialmente estas asociaciones”, exponen las conclusiones del estudio.
“Estos hallazgos revelan un camino desde la adversidad infantil hasta la salud en la edad adulta media y temprana a través del estilo de vida, y subrayan el potencial de más estrategias psicológicas más allá de las intervenciones relacionadas con el estilo de vida para promover un envejecimiento saludable”, concluyen.