En los últimos años ha aumentado la evidencia científica que reconoce que las características reproductivas femeninas, particularmente aquellas que se manifiestan de forma temprana y antes de la aparición de factores de riesgo de enfermedad cardiovascular, pueden servir como indicadores futuros de riesgo de desarrollo de enfermedades. En este sentido, el Colegio de Obstetras y Ginecólogos de Estados Unidos respalda la consideración de las características del ciclo menstrual como un signo importante que se inicia en la adolescencia, lo que refuerza su importancia en las revisiones de salud y su relación con el estado de salud general en las mujeres.
Hasta la fecha, diversos estudios han reportado hallazgos que sugieren un aumento de los riesgos de morbilidad o mortalidad por enfermedades cardiovasculares en aquellas mujeres con ciclos menstruales irregulares en la edad adulta temprana o media. Si bien la creciente evidencia muestra que los ciclos menstruales irregulares y prolongados se asocian con un mayor riesgo de afecciones que son factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares, como la hipercolesterolemia, hipertensión crónica o diabetes tipo 2, los datos disponibles sobre la relación entre las características del ciclo menstrual y el riesgo de enfermedad cardiovascular, son aún limitados.
JAMA Network publica los resultados de una investigación que aporta nueva evidencia a las dos preguntas que plantean las líneas expuestas: ¿Se asocian las características del ciclo menstrual a lo largo de la vida reproductiva con el riesgo de enfermedad cardiovascular? En base a esta, el trabajo plantea una segunda cuestión: ¿en qué medida estas asociaciones están mediadas por la hipercolesterolemia, la hipertensión crónica y la diabetes?
“Tanto los ciclos menstruales irregulares como los prolongados se asociaron con mayores tasas de enfermedad cardiovascular, que persistieron incluso después de tener en cuenta los factores de riesgo de enfermedad cardiovascular establecidos posteriormente”
Para obtener respuestas se incluyeron en el análisis un total de 80.630 mujeres incluidas en el Estudio de Salud de Enfermeras II de Estados Unidos entre 1993 y 2017. Las participantes informaron de la regularidad y duración del ciclo menstrual en diferentes momentos. El análisis de datos se realizó entres el 1 de octubre de 2019 y el 1 de enero de 2022.
En comparación con las mujeres que reportaron ciclos muy regulares a las mismas edades, las mujeres con ciclos menstruales irregulares o que no tuvieron el periodo entre los 14 y los 17 años, entre los 18 y los 22 años y a partir de los 46 años tenían cocientes de riesgo para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares de 1,15, 1,36 y 1,40, respectivamente.
De forma similar, en comparación con las mujeres que informaron de una duración del ciclo de 40 días o más (la duración habitual del ciclo se define como el intervalo desde el primer día del periodo hasta el primer día del periodo siguiente), o un ciclo irregular para estimar entre las edades de 18 a 22 o de 29 a 46 años tenían cocientes de riesgos instantáneos para enfermedad cardiovascular de 1,44 y 1,30, respectivamente. Los análisis de mediación mostraron que el desarrollo posterior de hipercolesterolemia, hipertensión crónica y diabetes tipo 2 solo explicaba del 5,4 al 13,5% de las asociaciones observadas.
Las mujeres con períodos generalmente irregulares o siempre irregulares o sin períodos y aquellas con ciclos muy largos tuvieron tasas más altas de cardiopatía coronaria, pero no de accidentes cerebrovasculares entre los 29 y los 46 años. Cuando la regularidad y la duración del ciclo se clasificaron conjuntamente, la tasa más alta de enfermedad cardiovascular se observó entre las mujeres que reportaron ciclos tanto irregulares como largos (32 días o más) entre los 18 y los 22 años y entre los 29 y los 46 años.
“En este estudio de cohortes, tanto los ciclos menstruales irregulares como los prolongados se asociaron con mayores tasas de enfermedad cardiovascular, que persistieron incluso después de tener en cuenta los factores de riesgo de enfermedad cardiovascular establecidos posteriormente”, concluyen los autores del estudio.