El 90 % de los españoles ha sufrido algún episodio de cefalea en el último año, según estudios de la Sociedad Española de Neurología. Las cefaleas primarias, de las cuales la más común es la migraña, afectan a un 12 % de la población, con una incidencia del 80 % en las mujeres. “El dolor de cabeza puede aparecer por muchos motivos. Es frecuente, como síntoma de una enfermedad que afecta a todo el cuerpo, por ejemplo, cuando se tiene fiebre por una infección. Pero hay un porcentaje de personas con una predisposición particular a sufrir lo que conocemos como cefaleas primarias: la más común es la migraña”, puntualiza la doctora Amanda A. Noval, neuróloga del Hospital Ribera Povisa. “Hay otras cefaleas primarias menos comunes, como la cefalea en racimos, la neuralgia del trigémino o la cefalea tensional que se diferencian por el tipo de dolor, su duración y la aparición de otros síntomas que acompañan el dolor”.
Los pacientes que sufren dolores de cabeza recurrentes deben acudir en primer lugar a su médico de cabecera para una valoración inicial.La doctora insiste en la importancia de evitar la automedicación, ya que "se corre el riesgo de prolongar el dolor en el tiempo y volverlo resistente". En caso de que el dolor sea frecuente, el médico de atención primaria puede recomendar un tratamiento preventivo: un fármaco de uso continuado para reducir la frecuencia e intensidad de las crisis, a medio y largo plazo. La neuróloga recomienda llevar un calendario con datos como la frecuencia de dolores de cabeza, duración e intensidad aportando así toda la información necesaria para realizar un buen diagnóstico.
Uno de los factores desencadenantes de los dolores de cabeza es tener hábitos de vida poco saludables que incrementan las posibilidades de sufrirlos, incluso más frecuente e intensamente
Se deriva a la consulta del especialista en neurología a las personas que sufren cefaleas frecuentes pese al tratamiento preventivo o bien con crisis resistentes a los analgésicos adecuados. "Existen algunas cefaleas primarias infrecuentes pero de elevada intensidad como la cefalea en racimos o la neuralgia del trigémino, en las que se recomienda que el tratamiento se coordine desde la consulta del especialista”, finaliza.
Uno de los factores desencadenantes de los dolores de cabeza es tener hábitos de vida poco saludables que incrementan las posibilidades de sufrirlos, incluso más frecuente e intensamente. “Es común que los pacientes con migraña perciban que las crisis se desencadenan por cambios de luz, sonidos u olores intensos, cambios en la presión atmosférica, el consumo de alcohol, el estrés, la falta de sueño o cambios hormonales (menstruación, ovulación). Identificarlos puede ser útil para prepararse a combatir el dolor lo antes posible”, apunta la especialista.
"Los problemas de sueño y el estrés pueden desencadenar las crisis de migraña, y es importante tenerlos bajo control con medidas higiénicas y, si es necesario, valerse de ayuda médica"
“Hasta el momento no se ha conseguido demostrar científicamente una relación clara entre los cambios de tiempo y su relación con la migraña, aunque muchos pacientes lo relacionan”, explica la doctora. “Lo vemos de forma habitual en la consulta, quizás en estos pacientes, más bien por factores biológicos, su cerebro ya se esté preparando para producir el dolor y ese cambio de tiempo (presión atmosférica, días muy luminosos) es lo que lo termina precipitando. Pero es importante saber que estos factores pueden afectar de forma distinta a cada paciente y lo que es muy molesto para uno puede ser indiferente a otro”.
Como medidas de prevención, la doctora Noval recomienda prestar atención a dos factores principales: el descanso y el estrés. “Los problemas de sueño y el estrés pueden desencadenar las crisis de migraña, y es importante tenerlos bajo control con medidas higiénicas y, si es necesario, valerse de ayuda médica. En cuanto a la dieta, algunas personas perciben que determinados alimentos precipitan las crisis de dolor. En general, a los pacientes con migraña no se les indica evitar ningún alimento, salvo el alcohol y la cafeína. Con la excepción de que el paciente haya identificado que, en su caso particular, un alimento en concreto le precipite el dolor”.
“La mayoría de las veces estas medidas no son suficientes, y tenemos que recurrir a los tratamientos farmacológicos. Por suerte, cada vez hay más avances y tenemos muchas opciones: tratamientos preventivos orales, que consisten en tomar una pastilla todos los días que consiga modular los receptores del dolor de la cabeza y evitar que se produzca el dolor, o al menos, disminuir la frecuencia y la intensidad del mismo; inyecciones mensuales que el paciente se administra en su casa de forma subcutánea; o infiltraciones de toxina botulínica/bloqueos anestésicos, que realizamos de forma sencilla en la consulta, siendo en general, bien tolerados y eficaces, consiguiendo mejorar la calidad de vida de estos pacientes”, finaliza.