Cada año se producen casi dos millones de mortinatos, bebés que mueren después de la semana 28 de gestación, pero antes o durante el parto. Uno cada 16 segundos, según los datos publicados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Más del 40% de estos fallecimientos se producen durante el parto lo que podría evitarse mejorando la calidad y ofreciendo una atención más respetuosa durante el parto, incluyendo aspectos como la supervisión de rutina y el acceso a atención obstétrica de emergencia siempre que sea necesario.
La OMS denuncia que la tragedia que supone experimentar una muerte fetal durante el embarazo o en el parto tiene una visibilidad prácticamente nula en las agendas y políticas globales. El coste psicológico para las mujeres que sufren una muerte fetal son muy elevados con la depresión como principal consecuencia. Las familias también se ven afectadas de forma psicológica y hablamos de una situación con consecuencias económicas que, en muchos países, se erige además como un tema tabú y estigmatizado socialmente.
Alrededor del 84% de los mortinatos se producen en países de medios y bajos ingresos, aunque también pueden observarse elevadas tasas dentro de grupos vulnerables y minorías étnicas en naciones de altos ingresos. La OMS enfatiza en un mensaje prioritario ante esta situación. Una atención médica de calidad durante el embarazo y el parto evitaría la mayoría de los mortinatos.
“La prevención y la atención receptiva deben integrarse en todo el proceso de atención a la salud materna y más allá, incluyendo atención respetuosa y de apoyo en caso de muerte”
La razón reside en que entre las principales causas de muerte fetal encontramos complicaciones relacionadas con el embarazo y/o parto, embarazo prolongado, infecciones maternas como las causadas por el VIH, la sífilis o la malaria; afecciones maternas como la hipertensión o la diabetes, o problemas que han restringido el crecimiento fetal.
Entre las acciones propuestas por la OMS vemos, por ejemplo, el tratamiento de la sífilis durante el embarazo que podría evitar unos 200.000 mortinatos. El control de la frecuencia cardíaca fetal y la vigilancia durante el parto que posibilite una intervención inmediata en caso de requerirse son cruciales como demuestra que podrían prevenir más de 832.000 mortinatos intraparto y reducir las muertes neonatales.
Para hacernos una idea más aproximada de la importancia de contar con supervisión y asistencia médica durante todo el embarazo y el parto, basta con indican que menos del 10% de los mortinatos se producen como consecuencia de anomalías congénitas en los países de altos ingresos. Un dato desconocido en las naciones más pobres como consecuencia del infradiagnóstico.
Menos del 10% de los mortinatos se producen como consecuencia de anomalías congénitas
La escasez de recursos humanos se erige como uno de los principales desafíos para el acceso universal a una atención sanitaria de calidad. Las mujeres que viven en áreas remotas y con menos recursos económicos son las que se encuentran en un mayor riesgo. La OMS recuerda que los servicios de salud materna que cumplen con las definiciones acordadas de calidad también son una piedra angular de la cobertura sanitaria universal.
Y es que los mortinatos están fuertemente relacionados con determinantes sociales y económicos adversos de la salud. “La prevención y la atención receptiva deben integrarse en todo el proceso de atención a la salud materna y más allá, incluyendo atención respetuosa y de apoyo en caso de muerte”, defiende la OMS.
Señalan como necesidad fundamental “escuchar las experiencias y voces de las mujeres y sus comunidades”, como elemento esencial a la hora de abordar el estigma asociado a la muerte fetal.
No podemos obviar los riesgos que supone para las embarazadas no contar con la asistencia necesaria: en 2017, cada día, murieron aproximadamente 810 mujeres por causas prevenibles relacionadas con el embarazo y el parto. Entre los años 2000 y 2017 la tasa de mortalidad materna (número de muertes maternas por cada 100.000 nacidos vivos) se redujo aproximadamente un 38% a nivel global, pero todavía queda mucho por avanzar. Especialmente en los países de medios y bajos ingresos que albergan el 94% de todas las muertes maternas.