El 83% de los españoles sufre de algún tipo de dolor muscular durante un período concreto de su vida, lo que les acaba repercutiendo en sus actividades diarias. Por su parte, el dolor crónico afecta a una de cada seis personas en España, según refleja el Ministerio de Sanidad. Estas afecciones no sólo afectan a nivel físico y sensorial, sino que también influye negativamente en las emociones e invalida en muchas actividades diarias.
Según un estudio de Ipsos, el tipo de dolor muscular y articular, así como la forma en que se aborda, varía con la edad. Las personas jóvenes lo padecen de manera ocasional y presentan una gran capacidad de recuperación. En cambio, los adultos tienen dolor de espalda de manera recurrente y les preocupa su evolución futura.
Las personas mayores, por su parte, entienden el dolor muscular y articular, crónico en muchos casos casos, como una batalla a largo plazo. El fisioterapeuta y experto en terapia de calor Pablo de la Serna explica cómo el dolor afecta a las personas en función de su etapa vital. “Por mucho que nos cuidemos, llevemos una vida sana y tengamos unos hábitos saludables, nuestra actividad diaria afecta a nuestra espalda y a las articulaciones”.
Pero, ¿todas las personas sufren el mismo tipo de dolor? ¿lo afrontan del mismo modo?. Según el Dr. De la Serna: “Existe un componente personal, físico y subjetivo a la vez, que nos hace ‘sentir’ la intensidad del dolor de forma distinta”. Y añade que “está claro que cada persona maneja esta situación según su experiencia, capacidad y estilo de vida”. Aun así, De la Serna aclara que, en el caso de personas que no presentan ninguna patología específica previa, “existen unas causas y actitudes comunes ante el dolor en función de la edad”.
DISTINTAS EDADES, DISTINTAS CAUSAS Y ACTITUDES
Para las personas jóvenes, la aparición del dolor musculoesquelético y articular suele ser una “sorpresa desagradable”, ya que no se espera que aparezca hasta, por lo menos, a partir de los 30 años. “En estos casos, el dolor se atribuye generalmente a factores externos, como el estrés postural, el movimiento repetitivo o los excesos al hacer ejercicio o cargar peso a menudo”, explica el fisioterapeuta. Este dolor provoca que algunos jóvenes se sientan contrariados con su propio cuerpo. Sin embargo, dado que estos problemas son en su mayoría ocasionales, muestran una gran capacidad de recuperación y esperanzas de resolver los problemas de raíz.
Sin embargo, en el caso de las personas adultas, los síntomas empeoran, y a menudo el dolor de espalda y articular es mayor. Generalmente, también a causa de sus responsabilidades profesionales y familiares, experimentan un impacto más multidimensional del dolor en sus vidas y a menudo muestran preocupación por la evolución futura de su condición, así como una fuerte necesidad de tranquilidad, equilibrio emocional y relajación.
"Suelen mostrar arrepentimiento e incluso culpa por actividades físicas incorrectas o extremas realizadas durante años”
“La complejidad aumenta en el caso de las personas mayores, que suelen mostrar arrepentimiento e incluso culpa por actividades físicas incorrectas o extremas realizadas durante años”, según Pablo de la Serna. Para este grupo de edad, “la prevención cobra un papel fundamental en su estilo de vida: buscan el apoyo de la fisioterapia y realizan cambios en la dieta para mantener el peso bajo control con el fin de mejorar la calidad de vida y aliviar la intensidad del dolor a largo plazo”.
Para Pablo de la Serna, “la terapia de calor es más que recomendable en todos los casos, especialmente en personas reacias a tomar medicación o como complemento a esta”. Los efectos del uso de parches de calor “sobre las vértebras cervicales, lumbares, dorsales o en las muñecas son múltiples: aumentan el flujo sanguíneo y alivian el dolor, a la vez que ayudan a la relajación de los músculos”.
Por todo ello, la aplicación de calor del dolor “mejora de forma muy satisfactoria la calidad de vida de las personas y tiene un impacto tanto físico como emocional y social”, concluye el experto. En lo que se refiere a la articulación de rodilla, “la aplicación de calor puede ser beneficiosa para el dolor provocado por un esfuerzo excesivo, esguinces y torceduras, artritis y tensión muscular”.
En este caso, el uso de parches de calor “se conseja una vez superada la fase aguda o traumática y de que haya desaparecido la inflamación, y son una gran solución para un alivio efectivo, específico y prolongado del dolor—ya sea este agudo, crónico u ocasional—, a la vez que relajan los músculos y reducen la rigidez”. Además, la terapia de calor es un complemento importante de la terapia de rehabilitación ambulatoria, ya que reduce el dolor y acelera la recuperación.