Con más de 670.000 infecciones bacterianas farmacorresistentes solo en la Unión Europea y aproximadamente 33.000 personas fallecidas como consecuencia directa de estas infecciones, su peso en la sanidad es equiparable al de la gripe, la tuberculosis y el VIH juntos. De hecho, tal y como publicó The Lancet recientemente, en 2019 las bacterias resistentes a los antibióticos mataron más que estas enfermedades. 1,27 millones de personas fallecieron a causa de una infección por estos patógenos.
Unas cifras que hicieron que los investigadores pusieran voz al temor de los profesionales sanitarios y científicos. "Las estimaciones anteriores habían pronosticado 10 millones de muertes anuales por resistencia a los antimicrobianos para 2050, pero ahora sabemos con certeza que ya estamos mucho más cerca de esa cifra de lo que pensábamos", señalaron exactamente.
“Llevo avisándolo mucho tiempo”, explica para Consalud.es el Dr. Bruno González Zorn, microbiólogo catedrático del Departamento de Sanidad Animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid y uno de los 15 asesores que la OMS ha elegido para formar el grupo CIA (Critically Important Antibiotics for Human Health). “En España la resistencia a los antibióticos mata más que los accidentes de tráfico. Ahora, además, sabemos que mata más que la malaria o el sida a nivel mundial”. Y no parece que en los próximos años consigamos revertir este crecimiento.
“Tenemos ya países en América con resistencia a carbapenemas, no esperábamos que tuviera ese nivel de resistencia hasta 2030”, señala el Dr. Gonzalez Zorn
En la década de los 80 se habían descubierto los grupos de antibióticos que aún hoy siguen existiendo. Una variedad de 13 principales grupos, según la guía del Grupo de Patología Infecciosa de la Asociación Española de Pediatría en Atención Primaria, que ofrecían entre tres y cuatro alternativas eficaces para enfrentar a una misma infección bacteriana. Parecía que la amenaza por las enfermedades producidas por bacterias estaba resuelta, que las grandes tasas de mortalidad que tenían por fin se reducirían. Entonces se comenzó a buscar tratamientos contra el VIH, el cáncer, nuevas moléculas… Y durante 40 años se han utilizado los mismos tratamientos a nivel mundial para las mismas bacterias.
Así actualmente tenemos altos niveles de resistencia a estos fármacos y muy pocos nuevos antibióticos en el mercado. En 2014 se predijo que para 2050 habría 10 millones de fallecimientos por estas superbacterias, ahora los datos auguran un peor pronóstico. “Tenemos ya países en América con resistencia a carbapenemas, no esperábamos que tuviera ese nivel de resistencia hasta 2030”, señala el Dr. Gonzalez Zorn. Los antibióticos de la familia carbapenema ha sido durante estos años la principal herramienta para enfrentar a diferentes bacterias resistentes. Ahora, además, la pandemia de la Covid-19 ha agravado esta situación.
IMPACTO DE LA COVID
Existe una relación directa entre consumo de antibióticos y aparición de resistencia. Un mal consumo en hospitales, fuera de ellos o en la industria veterinaria alimenta la aparición de estos patógenos que mutan para poder defenderse del fármaco. Es un principio que se necesita que la sociedad lo interiorice y que cada vez está más arraigado en la atención médica.
Sin embargo, como explica a este medio el Dr. Antonio Ramos Martínez, médico internista y portavoz del a Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) y jefe de Sección Interna del Hospital Puerta del Hierro, hay veces que al intentar proteger al paciente ante una enfermedad desconocida se puede abusar de los antibióticos. Algo que ocurrió durante los primeros meses de lucha contra el SARS-CoV-2 y la Covid-19, cuando se tuvieron que utilizar todas las herramientas con las que se contaba para evitar complicaciones como una coinfección bacteriana. “En algunos hospitales no se han utilizado indiscriminadamente, pero en otros se ha abusado de los antibióticos lo que ha hecho aumentar la resistencia”, explica.
El crecimiento de hospitalizaciones y camas UCI llevó a mayores usos de antibióticos para evitar infecciones con bacterias
Al usar los antibióticos contra un virus y sin presencia de infección de bacterias, la resistencia aumenta. El crecimiento de hospitalizaciones y camas UCI llevó a mayores usos de antibióticos para evitar infecciones con bacterias que haya en los hospitales, principalmente en los países en vías de desarrollo. Ante ello, es posible que se hayan acelerado las muertes que se predecían por resistencia. Sin olvidar que la Covid-19 ha demostrado que el paso de un virus animal a los humanos puede resultar en una grave pandemia mundial.
NUEVOS ANTIBIÓTICOS Y ALTERNATIVAS
En España, como señala el Dr. Ramos Martínez, todavía contamos con herramientas eficaces contra los patógenos resistentes. A nivel mundial son excepcionales los casos de infecciones pan-resistente, y en muchos casos “solo están colonizando al paciente y desaparecen antes de producir una clínica”. Pese a todo, las muertes aumentan y es necesario frenar su avance con nuevas herramientas y estrategias. La principal es reducir el uso de los antibióticos de forma abusiva, que no haya antibióticos en los domicilios ni se vendan en farmacia sin receta, y hacer un control de los pacientes para que no se realicen contagios.
Por ejemplo, en cuanto antibióticos, en España el Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos consiguió reducir el uso de estos fármacos un 37% en humanos y un 57% en animales, según el Dr. Bruno González Zorn. “Cabe la posibilidad de que si hacemos un uso más adecuado de los tratamientos baje el nivel de resistencia, que es nuestro objetivo”, detalla el médico internista portavoz de SEMI. Para ello también es necesario formarse para utilizarlos. “Hay que conocer las bacterias que hay fuera y dentro de los hospitales y las resistencias que tienen. Conociendo el perfil de la región del paciente se puede dar un tratamiento empírico con antibiótico que sea el correcto”, continúa el Dr. Ramos Martínez.
“Hay que conocer las bacterias que hay fuera y dentro de los hospitales y las resistencias que tienen. Conociendo el perfil de la región del paciente se puede dar un tratamiento empírico con antibiótico que sea el correcto”, continúa el Dr. Ramos Martínez
Además, se trabaja en nuevas propuestas para enfrentarse a esta situación. Una de ellas es crear nuevos antibióticos. Ya hay varios antibióticos en proceso de desarrollo y que, en caso de no existir alternativas se utilizan como uso compasivo, pero también se están rescatando antiguos fármacos ya rechazados. “Hemos rescatado un antibiótico que en los años 50 descartamos por su toxicidad. No hay alternativas y estamos dispuestos a tratar al paciente con antibióticos más tóxicos para curarle la infección y luego atender los problemas nefríticos que le haya ocasionado el fármaco”, señala el Dr. González Zorn.
También se está apostando por fagoterapias, virus que se comen a las bacterias y que ya han permitido salvar a una mujer en Bélgica que estaba desahuciada. Aunque todavía “está alejado de la clínica habitual”, indica el Dr. Antonio Ramos Martínez. Se está desarrollando nuevas vacunas con las que prevenir las trasmisiones entre humanos y animales ante la amenaza que suponen. El objetivo es bajar los niveles de resistencia, reducir el número de muertes y evitar la aparición de nuevas bacterias resistentes a los antibióticos, fármacos que ahora suponen la única forma de tratarlas.