La salud cerebral se erige como un concepto emergente y creciente que abarca el desarrollo neuronal, la plasticidad, el funcionamiento y la recuperación del cerebro a lo largo de toda nuestra vida. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la buena salud cerebral como “un estado en el que cada individuo puede darse cuenta de sus propias capacidades y optimizar su funcionamiento cognitivo, emocional, psicológico y conductual para hacer frente a las situaciones de la vida”.
A la hora de hablar de la salud cerebral debemos tener en cuenta que existen múltiples determinantes sociales y biológicos que están interconectados, entre los que se incluye la genética. Estos desempeñan un papel fundamental en el desarrollo y la salud del cerebro desde antes incluso del nacimiento. Y es que estos factores influyen en la forma en la que nuestro cerebro se desarrolla, se adapta y responde al estrés o la adversidad, dando paso a estrategias tanto de promoción como de prevención a lo largo de la vida.
La OMS explica que las condiciones de salud del cerebro pueden surgir a lo largo de todo el curso de la vida y se caracterizan por interrupciones en el crecimiento normal del cerebro o su funcionamiento. “Pueden manifestarse como condiciones neurológicas y del desarrollo neurológico tales como trastornos del desarrollo intelectual, trastornos del espectro autista, epilepsia, parálisis cerebral, demencia, enfermedad cerebrovascular, dolor de cabeza, esclerosis múltiple, enfermedad de Parkinson, neuroinfecciones, tumores cerebrales, lesiones traumáticas y trastornos neurológicos resultantes de la desnutrición”, exponen desde la OMS.
Solo el 28% de los países con bajos ingresos cuentan con políticas específicas para el tratamiento de las enfermedades neurológicas, frente al 64% reportado por las naciones con más recursos
Las enfermedades neurológicas y del neurodesarrollo suponen una carga global de aproximadamente el 70% en los países de medios y bajos ingresos, siendo la principal causa de años de vida ajustados por discapacidad y la segunda causa de muerte a nivel mundial. Hablamos de más de nueve millones de fallecidos en todo el mundo cada año.
Según los datos relativos a 2016 recogidos por la OMS, los cuatro contribuyentes neurológicos más importantes a los años de vida ajustados por discapacidad fueron: los accidentes cerebrovasculares (42,2%), migraña (16,3%), demencia (10,4%) y meningitis (7,9%). La OMS destaca el importante riesgo que supone la epilepsia aunque ocupe el quinto puesto como contribuyen neurológico a los años ajustados por discapacidad.
Los expertos de la agencia de la salud de la ONU destacan además que la enfermedad de Parkinson es la que está experimentando un mayor crecimiento, dado el progresivo envejecimiento de la población.
"En los países de ingresos bajos y medianos solo hay tres neurólogos para la atención de adultos por cada 10 millones de personas. Sin embargo, hay 4,75 neurólogos para la atención de adultos por cada 100.000 habitantes en los países de ingresos altos"
Cabe destacar la alta prevalencia en el sudeste asiático y en África de la elevada carga que suponen los problemas neurológicos en los niños como consecuencia de las altas tasas de nacimientos prematuros, la encefalopatía neonatal y las neuroinfecciones.
La fotografía mostrada a lo largo de estas líneas deja claro que las enfermedades neurológicas se erigen como un importante problema de salud pública. A pesar de esto, la OMS critica que solo el 28% de los países con bajos ingresos cuentan con políticas específicas para el tratamiento de las enfermedades neurológicas, frente al 64% reportado por las naciones con más recursos.
“Los recursos disponibles para estas condiciones son insuficientes en la mayoría de los países y la brecha de tratamiento para muchas condiciones neurológicas y del neurodesarrollo es inaceptablemente alta”, argumenta la OMS.
“Por ejemplo, en los países de ingresos bajos y medianos, solo hay tres neurólogos para la atención de adultos por cada 10 millones de personas. Sin embargo, hay 4,75 neurólogos para la atención de adultos por cada 100.000 habitantes en los países de ingresos altos”, critica la OMS, remachando que hay aún menos recursos para la evaluación y atención de niños con enfermedades neurológicas y del neurodesarrollo.
Tal y como exponen los expertos de la OMS, la atención social y de la salud frente a estas condiciones requiere de una colaboración multisectorial e interdisciplinar con un enfoque holístico centrado en las personas, así como en la promoción, prevención, tratamiento, atención y rehabilitación a lo largo de toda la vida, además de una participación activa tanto de las personas que sufren estos problemas como de sus familiares y cuidadores.