El ginseng es una pequeña planta herbácea que crece de forma espontánea en zonas montañosas de Asia, pero debido a su gran demanda se está imponiendo su cultivo en otras partes del mundo.
Son tantos los beneficios que la medicina oriental atribuye al ginseng que según cuenta la leyenda, el dios de la montaña la llamó “el secreto de la vida” al entregársela al hombre.
Según la Farmacopea Europea, la parte medicinal se encuentra en las raíces del ginseng y se conocen dos tipos:
- El ginseng blanco que es la raíz lavada, desprovista de sus raicillas secundarias, secada al sol o en un horno y posteriormente mondada.
- El ginseng rojo procede de la misma droga y debe su color rojo-parduzco a un escaldado previo.
El ginseng posee un olor aromático y sabor dulce, suave al principio aunque después es de sabor acre y ligeramente amargo.
En cuanto a su composición, el ginseg contiene un 2-3% de saponinas triterpénicas o conocidos también como ginsenósidos, que estarían considerados como los principios activos.
Se atribuyen muchas acciones farmacológicas al ginseng. Y la Agencia Europea del Medicamento —la EMA— aprueba el uso tradicional de la raíz de ginseng y sus preparados para el tratamiento de los síntomas de la astenia, como la fatiga y sensación de debilidad.
La duración del tratamiento está fijada hasta un máximo de 3 meses. Ya que si los síntomas persisten durante más de dos semanas, es importante acudir y consultar con el especialista.
Importante, el uso de ginseng está contraindicado en casos de arritmias cardíacas, ansiedad y nerviosismo. Por lo que es muy recomendable que informes a tu médico y farmacéutico de confianza de las dolencias y tratamientos que tengas pautados antes de consumir ginseng para un correcto seguimiento.
Recuerda, pregunta siempre a tu farmacéutico de confianza, experto en plantas medicinales. Te aconsejaremos y resolveremos cualquier duda que tengas.