El videoconsejo sanitario de esta semana de #TuFarmacéuticoInforma se centra en la fosfomicina. Se trata de un antibiótico que presenta una estructura química diferente del resto de grupos de antibióticos, que actúa inhibiendo la síntesis de la pared bacteriana.
Según explica el farmacéutico Carlos Fernández Moriano, "es un antibiótico de amplio espectro, efectivo frente a una amplia diversidad de bacterias. Pero, igual que cualquier otro antibiótico, no tiene ningún efecto frente a infecciones causadas por virus, como gripes, resfriados o la mayoría de las infecciones de garganta. También se han descrito casos importantes de bacterias resistentes a su efecto".
Está aprobada y se usa ampliamente para el tratamiento de infecciones del tracto urinario, como los casos de cistitis. También está indicada frente a infecciones del tracto respiratorio y de la piel o tejidos blandos. Se usa, además, en infecciones de diversos tejidos, incluyendo algunas infecciones hospitalarias graves, como septicemia, endocarditis o meningitis. No obstante, siempre se debe comprobar previamente que la bacteria causante sea sensible al efecto de fosfomicina.
"Se usa ampliamente para el tratamiento de infecciones del tracto urinario, como los casos de cistitis. También está indicada frente a infecciones del tracto respiratorio y de la piel o tejidos blandos"
Está disponible en el mercado, fundamentalmente, en formas de uso por vía oral, como cápsulas, sobres con granulado para solución o polvo para suspensión, y también en forma de inyectables parenterales (de uso por vía intravenosa y por vía intramuscular).
La dosis recomendada y duración del tratamiento varían dependiendo del tipo de infección, del tipo de presentación empleada y de la edad del paciente, y debe ser tu médico quien determine la posología correcta. "Por ejemplo, para el tratamiento de la cistitis se suele recomendar una única dosis oral de 2-3 g, preferiblemente con el estómago vacío antes de acostarse, después de haber vaciado la vejiga. En otras infecciones se usan dosis variables, que en adultos van desde 1,5-3 g por vía oral y hasta 16 g diarios por vía intravenosa en casos graves, divididos en 3-4 dosis", apunta.
Las reacciones adversas más frecuentes con fosfomicina afectan al tracto gastrointestinal, principalmente diarrea. También se ha descrito la presencia frecuente de náuseas, mareos o dolor de cabeza. Por lo general, son de duración limitada y remiten espontáneamente. Si presentas diarrea intensa o de varios días de duración tras su empleo, consulta con tu médico, y no emplees antidiarreicos sin que éste te lo recomiende.
El mayor riesgo de fosfomicina, y en general de todos los antibióticos, se debe al mal uso y al abuso que hacemos de ellos, y que conduce a la aparición de resistencias microbianas, que pueden hacer que estos fármacos dejen de ser eficaz. El Ministerio de Sanidad, a través de la Agencia Española de Medicamentos, ha creado un grupo de expertos (Plan Nacional de la Resistencia a Antibióticos o PRAN),en el que participan los farmacéuticos a través de representantes del Consejo General de Colegios Farmacéuticos, para tomar medidas que reduzcan el riesgo de resistencias.
"Entre ellas te recuerdo que nunca debes utilizar la fosfomicina sin receta médica, ni siquiera en aquellos casos de cistitis no complicada. Además, es importante que tomes el antibiótico a las horas y durante el periodo de tiempo que te indique el médico. Y finalmente, desecha el tratamiento que te haya sobrado en el punto SIGRE de tu farmacia", explica Fernández Moriano.
"Y recuerda, pregunta siempre a tu farmacéutico de confianza. Él te informará sobre los efectos y la forma de tomar la eritromicina y de cualquier otra duda que tengas", concluye.