En los últimos tiempos, el calor se ha venido instaurando en los países, posiblemente para quedarse. El cambio climático y las prácticas contaminantes de las personas podrían estar detrás del calor extremo que impacta gravemente en las vidas de las personas, de los animales y del medioambiente. La deshidratación o los golpes de calor pueden llegar a ser muy graves entre los más pequeños, los ancianos o las personas con menos recursos, y aquellos que se ven obligados a trabajar al aire libre. Sin embargo, esto no es lo más preocupante: el cambio climático y el calor afectan a la propagación de enfermedades.
El aumento de enfermedades relacionadas con la contaminación y la propagación de enfermedades transmitidas por vectores como el dengue, la malaria y el zika, derivadas de la expansión del hábitat de los mosquitos que transmiten estas patologías, son alarmantes. En concreto, se prevé que para 2050 el cambio climático haya causado 14,5 millones de muertes y 12,5 billones de dólares (más de 11 billones de euros) en pérdidas económicas. Los países de ingresos bajos y medios se verán afectados de manera desproporcionada, pues en los últimos 20 años ya han sufrido el 91% de las muertes por fenómenos relacionados con el clima, por necesarios diferentes servicios de atención de la salud.
Esta situación ha quedado reflejada en un artículo publicado en World Economic Forumy The Japan News, que evidencia la urgente necesidad de adoptar un enfoque integral de One Health para abordar las crisis de salud interconectadas, amplificadas por el cambio climático. En concreto, el escrito indica que la primera prioridad es un cambio radical de mentalidad en todo el mundo. El enfoque de One Health busca equilibrar y optimizar la salud de todos, llevando a cabo acciones para prevenir, predecir, detectar y responder a las amenazas a la salud. Todo ello considerando siempre las interrelaciones entre la salud humana, animal, vegetal y de los ecosistemas.
Se prevé que para 2050 el cambio climático haya causado 14,5 millones de muertes y más de 11 billones de euros en pérdidas económicas
Uno de los aspectos clave del enfoque One Health es la adaptación, que puede presentarvarias formas, siendo una de ellas la preparación para condiciones climáticas extremas. Los sistemas y profesionales de la salud deben estar preparados para ello, pues suelen incrementar la demanda de servicios de salud, y a menudo socavan su disponibilidad. Para adaptarse a esto, es importante rediseñar las instalaciones de atención de la salud, por ejemplo, para garantizar el suministro de electricidad, calefacción y ventilación tras una inundación generalizada.
En este sentido, un ejemplo prometedor de una estrategia de adaptación son las ‘ciudades esponja’ de China, creadas para mejorar la gestión del agua urbana aumentando la permeabilidad de las superficies de la ciudad, creando espacios verdes y utilizando materiales y diseños que absorben y reutilizan el agua de lluvia. Esto evidencia la importancia de contar con recursos, también centrados a mitigar los efectos sobre la salud. Por ejemplo, los sistemas de alerta temprana pueden informar a las poblaciones sobre fenómenos climáticos inminentes, como las olas de calor, permitiendo adoptar medidas de preparación.
La adaptación puede también implicar la preparación de los servicios de atención sanitaria para una pandemia o un brote de una enfermedad específica. Entre las medidas, se puede incluir la mejora de los sistemas de vigilancia mundial y de la comunicación y la educación, la realización de investigaciones sobre vacunación o entender qué medidas de control servirán ante un brote. No obstante, las empresas han priorizado la reducción de su huella de carbono sobre la adaptación al cambio climático: tan solo el 27% considera que la adaptación es una prioridad alta, frente al 60% que considera que la mitigación es una prioridad.
Las crisis sanitarias del pasado, como el brote de SARS en 2002 y el brote de cólera en Mozambique, junto con sus exitosas respuestas, subrayan la importancia de los esfuerzos internacionales coordinados
A medida que se vayan desarrollando evaluaciones integrales de riesgos, estrategias de respuesta y planes de control que monitoreen y aborden problemas de salud relacionados con el clima, se llevarán también a cabo actividades de preparación, adaptación y mitigación.
Las crisis sanitarias del pasado, como el brote de SARS en 2002, el SARS-CoV-2 en 2020 y el brote de cólera en Mozambique, junto con sus exitosas respuestas, subrayan la importancia de los esfuerzos internacionales coordinados. Además, las asociaciones público-privadas innovadoras pueden también llenar un vacío para que las poblaciones vulnerables puedan utilizar mejor los datos predictivos que están a su alcance, incluidos los relativos a las olas de calor.
La iniciativa multisectorial Clima y Salud del Foro se dedica a desarrollar estas estrategias de adaptación y a mejorar la gestión de la intrincada relación entre los impactos climáticos, los ecosistemas y la infraestructura sanitaria. Como concluye el artículo, “ahora que el calor está en la agenda, podemos verlo como parte de una estrategia integrada para mitigar los daños del cambio climático, del que todos somos responsables”.