El último informe hecho público por la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA) revela una notable mejora en la calidad del aire que respiramos los ciudadanos europeos. A pesar de esto alerta de que seis Estados miembros han superado el valor límite de la Unión Europea para las partículas finas (PM2,5). Estos son Bulgaria, Croacia, República Checa, Italia, Polonia y Rumanía. Solo cuatro países (Estonia, Finlandia, Irlanda e Islandia) han conseguido registrar concentraciones de partículas finas inferiores a los valores estrictos marcados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El referido informe señala que continúa habiendo divergencias entre los límites legales relativos a la calidad del aire establecidos por las autoridades de la Unión Europea y los que recomienda la OMS. Una dicotomía que pretende abordar la Comisión Europea a través de una futura revisión de la normativa europea en el marco del plan de acción “contaminación cero”.
Este nuevo análisis de la AEMA se fundamente en los últimos datos sobre la calidad del aire recopilados por más de 4.000 estaciones de vigilancia que fueron repartidas por toda Europa en 2018. Ese año, la exposición a partículas finas presentes en el aire causó 417.000 muertes prematuras en 41 países europeos de acuerdo a los datos de la AEMA.
De estos decesos, alrededor de 379.000 se produjeron en países de la Unión Europea (incluyendo Reino Unido ya que en ese momento el Brexit no se había materializado). Un total de 54.000 fallecimientos prematuros se atribuyeron al dióxido de nitrógeno, mientras que el ozono troposférico provocó más de 19.000 muertes. La AEMA recalca que estas cifras son estimaciones independientes por lo que no deben sumarse para evitar duplicidades.
Un total de 54.000 fallecimientos prematuros se atribuyeron al dióxido de nitrógeno, mientras que el ozono troposférico provocó más de 19.000 muertes
La buena noticia es que la calidad del aire ha mejorado en Europa según recoge el último informe. Esto ha sido posible gracias a las políticas desarrolladas por la Unión Europea y por los gobiernos a nivel nacional y local. Un resultado al que también han contribuido los recortes en los sectores claves.
Y es que desde el año 2000 se ha registrado un descenso de las emisiones de contaminantes atmosféricos clave (incluidos los óxidos de nitrógeno) emitidos por los medios de transporte, a pesar de la creciente demanda en términos de movilidad y el consiguiente incremento de las emisiones de gases de efecto invernadero. Cabe señalar que se han observado notables reducciones en las emisiones de contaminantes procedentes del suministro de energía pero la reducción de las emisiones procedentes de edificios y el sector de la agricultura continúa siendo lenta.
Como consecuencia de la mejora de la calidad del aire en 2018 se produjeron unas 60.000 muertes prematuras menos como consecuencia de la contaminación del aire por partículas finas en comparación con 2009. Si hablamos del dióxido de nitrógeno, la reducción de los fallecimientos asciende al 54% a lo largo de la última década. En este dato positivo han desempeñado un papel crucial las políticas medioambientales y climáticas aprobadas en toda Europa.
“Los datos de la AEMA demuestran que invertir en una mejor calidad del aire es una inversión para mejorar la salud y la productividad de toda la ciudadanía europea. Las políticas y acciones coherentes con el objetivo de Europa de contaminación cero conducen a una vida más larga y saludable, así como a sociedades más resilientes”, declara Hans Bruyninckx, director ejecutivo de la AEMA.
“Es una buena noticia que la calidad del aire está mejorando gracias a las políticas medioambientales y climáticas que hemos aplicado. Pero no podemos ignorar la parte negativa: el número de muertes prematuras en Europa debido a la contaminación atmosférica sigue siendo demasiado elevado”, añade el comisario Sinkevičius.
“Con el Pacto Verde Europeo nos hemos fijado la ambición de reducir a cero todos los tipos de contaminación. Para tener éxito y proteger plenamente la salud de las personas y el medio ambiente, debemos reducir aún más la contaminación atmosférica y acercar nuestras normas de calidad del aire a los valores guía de la Organización Mundial de la Salud. Nos ocuparemos de ello en nuestro próximo plan de acción”, concluye Sinkevičius.