El Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid (CPFCM) ha puesto en marcha una campaña para visibilizar el ctus pediátrico con el apoyo del hospital Beata Marái Ana y la Fundación Sin Daño. "La población piensa de forma generalizada que el ictus solo afecta a adultos y acude a urgencias con rapidez, pero existe menos información sobre la posibilidad de que ocurra a niñas y niños. El tiempo de reacción suele ser más lento, lo que aumenta las posibilidades de que las secuelas sean mayores”, explica Ana Herrero de Hoyos, presidenta de la Comisión de Neurología del CPFCM.
La incidencia del ictus pediátrica es baja, de 2 a 15 casos por cada 100.000 habitantes en España. Según la encuesta de morbilidad hospitalaria publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2015 se dieron 224 altas con diagnostico de enfermedad cerebrovascular en niños de entre 1 y 14 años. En Madrid, según datos del ejecutivo, se diagnostican unos 29 casos al año.
La aplicación generalizada de un código ictus "paliaría en gran parte el problema actual, con población infantil gravemente afectada en los centros de neurorrehabilitación y con lesiones neurológicas irreversibles que, a largo plazo, desencadenarán otras secuelas"
El desconocimiento social y también profesional lleva a retrasos en el diagnóstico de esta situación. Esto lleva al desarrollo de secuelas que pueden durar toda la vida. Según los datos que el Dr. Pedro de Castro, entonces coordinador del Grupo de Ictus de la Sociedad Española de Neurología Pediátrica, presentó a la Asamblea de Madrid en mayo de 2016 entre el 60 y 85% de los ictus isquémicos y entre el 33 y 50% de los ictus hemorrágicos tienen secuelas.
En Madrid se implantó en 2019el Código de ictus Pediátrico, un paso que ha permitido sensibilizar y mejorar el abordaje de estos pacientes. "Su aplicación generalizada paliaría en gran parte el problema actual, con población infantil gravemente afectada en los centros de neurorrehabilitación y con lesiones neurológicas irreversibles que, a largo plazo, desencadenarán otras secuelas", señalan los fisioterapeutas madrileños.
MINIMIZAR LAS SECUELAS
El abordaje de los niños que han sufrido un accidente cerebrovascular debe ser multidisciplinar "para minimizar las secuelas". De esta forma, los fisioterapeutas intervienen en la neurorrehabilitación atendiendo la arte motora, intentando que el niño recupere la máxima función posible, para reducir los grados de discapacidad.
“Durante la fase aguda, que dura entre tres y seis meses, la intervención de la fisioterapia es vital para lograr la máxima funcionalidad posible. A partir de ese periodo la fisioterapia es muy necesaria en una etapa de mantenimiento, que suele necesitar el paciente durante toda su vida: previene deformidades que con el paso del tiempo le impedirán realizar actividades cotidianas, promueve que disminuya el grado de dependencia y favorece su inclusión social”, añade Ana Herrero de Hoyos.
Dentro de esta campaña, el CPFCM también reclama un mayor apoyo de la Sanidad Pública, que en la actualidad solo cubre la fase aguda. Las familias tienen que correr con todos los gastos a partir de los seis meses del ictus, que incluyen la asistencia del fisioterapeuta, la adaptación del entorno, sillas de ruedas cuando es preciso, etc. “Si no reciben ese tratamiento global a lo largo de su vida, los niños van a caminar mal, moverse mal, van a ir surgiendo deformidades, dolores…, y muchas familias no pueden asumir esos costes", advierte Ana Herrero de Hoyos.