Más de un centenar de tripulantes de cabina de pasajeros donan sangre y saliva una vez al año al Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). El CNIO les brinda unos tubos especiales en los que introducen muestras de orina, heces y uñas recogidas en su domicilio para después ser entregadas al Biobanco del CNIO, órgano encargado de custodiarlas y gestionarlas.
Estas muestras biológicas permiten investigar el efecto sobre el organismo de estar sometido al descontrol horario o ‘jet lag’. Precisamente este desajuste altera los ritmos circadianos que, si se mantiene durante un largo periodo de tiempo, puede provocar un impacto en la salud. De hecho, la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer clasifica los trabajos que alteran los ritmos circadianos como “probablemente carcinógeno”, una categoría para la que hay evidencia suficiente en animales, pero muy poca en humanos.
"Necesitábamos demostrar de forma científica que nuestra salud se ve afectada por nuestra profesión"
El acuerdo de poner en marcha esta colección a comienzos de 2021 se produjo porque “necesitábamos demostrar de forma científica que nuestra salud se ve afectada por nuestra profesión; solo así podríamos pedir que se nos reconociera un riesgo laboral que sí se considera en otras profesiones del sector, como pilotos y fotógrafos aéreos”, explica Virginia López del Alcázar, responsable de Salud Profesional de la Asociación Española de Tripulantes de Cabina de Pasajeros (AETCP).
“Junto a las muestras, los donantes aportan información detallada sobre su historial clínico y familiar, dieta, práctica de ejercicio, consumo de tabaco y horas y tipo de vuelo, entre otros datos”, señala María Jesús Artiga, directora en funciones del Biobanco del CNIO. “Esta información confiere un valor extraordinario a la muestra para diferentes tipos de investigación”.
Además, que todos los años se recojan muestras de los mismos donantes, permite que esta herramienta sirva para estudiar marcadores tempranos de diferentes enfermedades. En el Biobanco la identidad del donante se sustituye por un código, de forma que se asegura la confidencialidad de datos y muestras.
“LAS FUNCIONES DE LOS LEUCOCITOS DEJAN DE SER ÓPTIMAS”
El Grupo de Inmunidad del Cáncer fue el primero en solicitar las muestras. Las investigadoras María Casanova-Acebes y Alba de Juan estudian la influencia de los ritmos circadianos en el sistema inmunitario y cómo se relacionan con el cáncer, teniendo en cuenta el metabolismo.
“Pensamos que en las personas sometidas constantemente a jet lag o a cambios de turno ese ciclo se desincroniza, el número y las funciones de sus leucocitos dejan de ser óptimas”
“Nuestro sistema inmunitariotiene un ciclo de 24 horas, con una etapa de reposo y otra activa, en la que hay más leucocitos –glóbulos blancos–en los tejidos”, explica De Juan. “Pensamos que en las personas sometidas constantemente a jet lag o a cambios de turno ese ciclo se desincroniza, el número y las funciones de sus leucocitos dejan de ser óptimas”, añade.
Estas hipótesis ya se han comprobado en animales y ahora se están estudiando en humanos gracias a las muestras biológicas ofrecidas por la cohorte de tripulantes de cabina de pasajeros. Para ello han establecido tres grupos: tripulantes de vuelos de largo radio –larga distancia–, de corto radio –con menos distancia, pero con turnos más variables y cortos–, y un grupo de control con individuos que no vuelan y llevan una vida con horarios y costumbres regulares.
“En marzo de 2023 empezamos a recogerles muestras cada seis meses, para incluir la variabilidad debida a los cambios de estación”, asegura Casanova-Acebes. “Los seguiremos durante cuatro años”. Para detectar los cambios estudiarán en su sangre la cantidad de células del sistema inmunitario “y si estas tienen un perfil más favorable a la inflamación”, añade De Juan.
LOS ESTIMULOS EXTERNOS Y LOS BIORRITMOS
El desajuste inicial de los ritmos circadianos no viene solo provocado por la percepción de la luz natural. Hay otros estímulos externos que condicionan al cuerpo a comportarse en ‘modo día’ o ‘modo noche’: las comidas abundantes, la luz artificial, el ruido o la interacción con pantallas pueden ser un factor de activación. Se sabe que cuando esos estímulos externos de activación no están en sintonía con los biorritmos, pueden desencadenar distorsiones inflamatorias. Casanova-Acebes busca “establecer qué cambios en el sistema inmunitario perpetuados en el tiempo serán responsables de enfermedades inflamatorias, entre ellas el cáncer”.