Más de 50 millones de personas en el mundo padecen demencia y cada año se registran cerca de 10 millones de nuevos casos. Se calcula que entre un 5% y un 8% de la población general de 60 años o más sufren demencia en un determinado momento. Para 2030, se prevé que el número total de pacientes con demencia alcance los 82 millones. Aunque hay múltiples tipos de demencias y son diferentes entre ellas, el alzhéimer es la forma más común: se calcula que representa entre un 60% y 70% de los casos.
En personas con esta patología, la relación entre alzhéimer y sueño es compleja. De hecho, es uno de los focos de investigación científica en torno a esta enfermedad. Por un lado, desde las fases muy iniciales de esta pérdida de memoria, pueden aparecer algunas alteraciones del sueño y, por otro, el insomnio guarda una relación de riesgo con el desarrollo de la enfermedad.
Es más, en la mayoría de los casos, se recurre a fármacos como las benzodiacepinas, que calman y sedan a una persona. Sin embargo, investigaciones recientes han demostrado que este tipo de fármacos precisamente es uno de los factores predisponentes.
"No hay estudios que puedan validar este hecho de forma aislada. No todos separan el hecho de que son personas mayores"
Un ejemplo de ello, es un estudio realizado por un equipo de investigadores de Francia, Universidad de Burdeos, y Canadá, Hospital Universitario de Montreal, cuyos resultados muestran que en el 51% de los casos, el consumo de benzodiacepinas durante varios meses de forma contínua se asoció con un mayor riesgo de alzhéimer. Dicha relación se incrementaba a medida que el consumo de estos medicamentos había sido más prolongado.
No obstante, los expertos reconocen que aunque la naturaleza de esta relación no es concluyente, sus datos refuerzan la sospecha de una posible asociación directa. “No hay estudios que puedan validar este hecho de forma aislada. No todos separan el hecho de que son personas mayores, y que al tener más edad incrementa más el riesgo de padecer demencia y otras enfermedades como la depresión o la ansiedad”, explica la Dra. Ana Fernández Arcos, Coordinadora del Grupo de Estudio de Sueño de la Sociedad Española de Neurología.
De la misma forma, comenta que “es muy frecuente que personas con deterioro cognitivo o en estados más avanzados de demencias lleven tratamientos con benzodiacepinas y además hay personas que llevan estos tratamientos como larga evolución, es decir, que llevan al menos 10 años recibiendo estos fármacos. Esto es un problema y un error, porque puede que ya no les haga efecto”.
"Hemos llegado a un punto en el que hay muchos problemas nocturnos y el hecho de que una persona con demencia dencanse mal, es una carga mucho más aumentada para el cuidador"
El estudio en cuestión, hace una pequeña advertencia sobre estos medicamentos y su alta prevalencia de uso en una población especialmente vulnerable por su doble condición de pluripatológica y polimedicada, como son los pacientes ancianos, y en los que frecuentemente existe un déficit cognitivo que pueden ser agravado por esta causa y pueden magnificar sus efectos secundarios.
Por eso, la Dra. Fernández comenta que “lo que deberíamos hacer todos es intentar que el consumo de benzodiacepinas no se use como un tratamiento a largo plazo, o deberíamos ir revisando los fármacos y ver hasta qué punto son necesarias e intentar retirarlas si vemos que no está haciendo el efecto deseado para esas personas”.
“En el caso de las personas mayores con demencia, hay que valorar si se puede o no retirar. Hemos llegado a un punto en el que hay muchos problemas nocturnos y el hecho de que una persona con demencia dencanse mal, es una carga mucho más aumentada para el cuidador, porque no solo tiene que estar pendiente durante el día, sino que también tiene que estarlo por la noche”, termina diciendo la neuróloga.