El virus varicela-zóster (VVZ) pertenece a la familia Herpesviridae. Causa dos entidades clínicas diferentes, varicela y herpes zóster. La varicela es la infección primaria y sucede como resultado de la exposición de un sujeto susceptible al VVZ. Este virus persiste de forma latente en los ganglios de las raíces nerviosas sensoriales dorsales o craneales. La reactivación de este virus da lugar al herpes zóster.
La evidencia científica muestra que nos encontramos ante una enfermedad que reporta una baja tasa de mortalidad, pero se erige como una importante carga para la sociedad. Por un lado, los gastos directos ocasionados por la enfermedad derivan principalmente de la asistencia sanitaria (Atención Primaria, consultas especializadas, ingresos hospitalarios) y las prescripciones farmacológicas. Los costes indirectos están fundamentalmente relacionados con la pérdida de productividad en los pacientes más jóvenes y de los cuidadores en el caso de los pacientes más mayores.
Más del 90% de las personas adultas se han infectado con VVZ y, por lo tanto, pueden desarrollar HZ. Se estima que el riesgo de HZ es de alrededor del 30% a lo largo de la vida, pudiendo llegar al 50% en las personas con 85 años o más. Razón por la que la vacunación de los grupos más vulnerables se erige como el mejor de los aliados, y no solo en la prevención del herpes zóster.
“Se encontró que los pacientes con herpes zóster tenían una probabilidad 1,9 veces mayor de desarrollar un accidente cerebrovascular dentro de los 30 días posteriores a la infección. Se observó una disminución del riesgo de accidente cerebrovascular en pacientes ambos tipos de vacuna”
Un reciente estudio cuyos resultados han sido publicados en Clinical Infectious Diseases revela que los pacientes tenían significativamente mayor riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular en el primer mes después de la infección reciente por herpes zóster. Recibir al menos una dosis de la vacuna contra el herpes zóster redujo significativamente este riesgo, por lo que los responsables de esta investigación exponen que “la vacunación contra el herpes zóster puede verse como una herramienta protectora contra el riesgo de secuelas neurológicas posteriores a la infección”.
Para llegar a esta conclusión se realizó un estudio retrospectivo de casos desde enero de 2010 y hasta enero de 2020 con los datos de 2.165.505 pacientes en Estados Unidos. De estos, 71.911 tenían antecedentes de infección por el virus varicela-zóster.
“Se encontró que los pacientes con herpes zóster tenían una probabilidad 1,9 veces mayor de desarrollar un accidente cerebrovascular dentro de los 30 días posteriores a la infección. Se observó una disminución del riesgo de accidente cerebrovascular en pacientes ambos tipos de vacuna”, en relación a los dos sueros con los que se cuenta en la actualidad.
Una conclusión que arroja luz sobre la evaluación del riesgo de accidente cerebrovascular tras una infección por el virus de la varicela-zóster, ya que se trata de un área de investigación en la que los avances son limitados y la utilidad de la vacunación no había quedado clara hasta la realización de estos hallazgos.