“Somos lo que comemos”. Puede que nos encontremos ante una de las frases más manidas a la hora de hablar del pilar fundamental que constituye la alimentación en el cuidado de nuestra salud. Los alimentos que consumimos no solo influyen de forma directa en el correcto funcionamiento de nuestros órganos y sistemas a nivel físico, sino que desempeña un papel primordial en nuestra salud mental.
A lo largo de las últimas décadas cada vez un mayor número de países han experimentado un significativo incremento de la esperanza de vida, resultado de los avances que se han producido en la medicina, un mejor acceso a los servicios de salud y la mejor de los hábitos alimenticios. En este sentido, los beneficios de la dieta mediterránea han sido analizados hasta la saciedad destacando sus múltiples propiedades como garante de nuestra salud.
Además de una valiosa herencia cultural la dieta mediterránea es un ejemplo de estilo de vida equilibrado gracias a las propiedades beneficiosas de los alimentos que la componen y la riqueza en micronutrientes. Ahora, un grupo de investigadores ha evaluado si esta dieta puede asociarse con una reducción del deterioro cognitivo.
Los hallazgos, publicados por la revista JAMA Network, parten del análisis de los datos extraídos del Estudio de Salud de la Comunidad Hispana y del Estudio de Investigación del Envejecimiento Neurocognitivo (limitado a la población hispana), ambos realizados en Estados Unidos. Para evaluar el papel de la dieta mediterránea y su adherencia se utilizó un sistema de puntuación clasificad en baja (entre cero y cuatro puntos), moderada (entre cinco y seis puntos) y alta (entre siete y nueve puntos).
Se incluyeron un total de 6.321 participantes con una edad media de 56,1 años. La elección de estos dos estudios responde al hecho de que la población hispana es el grupo con mayor crecimiento en Estados Unidos y la evidencia actual indica que presentan elevadas cargas relacionadas con la enfermedad de Alzheimer y otras demencias.
El deterioro cognitivo y la demencia constituyen un importante desafío en términos de salud pública a nivel global. Diversos estudios han demostrado que los factores de riesgo cardiovascular están asociados con el deterioro cognitivo y que su modificación podría prevenir y/o retrasar la progresión de al menos el 40% de los casos de demencia en todo el mundo.
"Se ha propuesto que la dieta mediterránea se asocia con un menor riesgo de demencia porque reduce la prevalencia de condiciones vasculares comórbidas que afectan el funcionamiento normal de la unidad neurovascular"
La adopción de hábitos de vida saludables se ha asociado con un menor riesgo de demencia, incluso entre las personas que presentan elevadas probabilidades debido a su genética.
La evidencia que demuestra que la dieta mediterránea reduce el riesgo de enfermedad cardiovascular es creciente. Estudios previos han encontrado una asociación entre la adherencia a la dieta mediterránea y un menor riesgo de deterior cognitivo, incluso una vez se han ajustado los principales factores de riesgo. Los autores del estudio señalan además que se está produciendo un incremento de la literatura científica que refuerza el papel de la dieta mediterránea como mecanismo protector de la barrera protectora de la integridad estructural cerebral y la neurodegeneración.
“Los resultados de este estudio respaldan que una mayor adherencia a la dieta mediterránea se asocia con una mejor cognición y una disminución del deterioro cognitivo dependiente de la edad en adultos hispanos o latinos de mediana edad y adultos mayores”, exponen los autores. “Estas asociaciones se derivaron en gran medida de los resultados de las pruebas neurocognitivas que evaluaron el aprendizaje y la memoria episódica”.
“Es posible que la dieta sea particularmente beneficiosa para las áreas neuroanatómicas asociadas con la memoria. El neurocircuito involucrado en el aprendizaje y la memoria episódicos se basa en las amplias conexiones entre el lóbulo temporal medio, el hipocampo y la corteza frontal. De manera mecánica, la dieta mediterránea se asoció con volúmenes más grandes del lóbulo temporal y del hipocampo”, exponen.
“Alternativamente, se ha propuesto que la dieta mediterránea se asocia con un menor riesgo de demencia porque reduce la prevalencia de condiciones vasculares comórbidas que afectan el funcionamiento normal de la unidad neurovascular. En el presente estudio observamos una menor frecuencia de factores de riesgo asociados a enfermedades cerebrovasculares y desacoplamiento neurovascular en los participantes del grupo de alta adherencia. Sin embargo, los resultados se mantuvieron estadísticamente significativos después del ajuste por estas variables”.
“Los resultados del presente estudio siguieron siendo significativos después del ajuste por variables sociodemográficas individuales que fueron significativamente diferentes entre los grupos. Sin embargo, es posible que la interacción de los determinantes sociales de la salud, incluida la educación, los ingresos y el acceso al seguro médico, sea un factor en la asociación entre la calidad de la dieta y la función cognitiva. Actualmente estamos investigando la implicación moduladora de los determinantes sociales de la salud para la asociación entre la adherencia a la dieta mediterránea y el deterioro cognitivo, y planeamos publicar estos resultados”, concluyen los autores del estudio.