Un estudio realizado por Eva-Maria Elmenhorst, del Departamento de Investigación del Sueño y Factores Humanos del Instituto de Medicina Aeroespacial, Centro Aeroespacial Alemán en Colonia, Nordrhein-Westfalen (Alemania), y publicado en la revista Thorax, ha revelado que la combinación de alcohol y presión en la cabina a una altitud de crucero puede amenazar la salud cardíaca de los pasajeros que duermen en el avión, especialmente en vuelos de larga distancia, ya que este dúo reduce la cantidad de oxígeno en sangre (SpO2) y aumenta la frecuencia cardíaca durante un período prolongado, incluso en personas jóvenes y sanas.
Según los investigadores, cuanto mayor sea el consumo de alcohol, mayores podrían ser estos efectos, particularmente entre los pasajeros de edad avanzada y aquellos con condiciones médicas preexistentes. Éstos, por tanto, sugieren que puede ser el momento de considerar restringir las bebidas alcohólicas en vuelos de larga distancia.
La presión atmosférica disminuye exponencialmente con la altitud, lo que provoca una caída en el nivel de saturación de oxígeno en sangre hasta alrededor del 90% (73 hPa) en pasajeros sanos en altitud de crucero, explican los investigadores. Una caída adicional de la SpO2 por debajo de este umbral se define como hipoxia hipobárica, o nivel bajo de oxígeno en sangre a mayor altitud.
La presión atmosférica disminuye exponencialmente con la altitud, lo que provoca una caída en el nivel de saturación de oxígeno en sangre hasta alrededor del 90%
El alcohol relaja las paredes de los vasos sanguíneos, aumentando la frecuencia cardíaca durante el sueño, un efecto similar al de la hipoxia hipobárica, por lo que los investigadores querían descubrir si la combinación de alcohol más presión en la cabina a una altitud de crucero podría tener un efecto aditivo en los pasajeros que duermen.
Por lo tanto, asignaron aleatoriamente a 48 personas de entre 18 y 40 años en dos grupos estratificados por edad, sexo y peso. La mitad fueron asignadas a un laboratorio de sueño en condiciones normales de presión del aire ambiente (nivel del mar) y la otra mitad a una cámara de altitud que imitaba la presión de la cabina a una altitud de crucero (2438 m sobre el nivel del mar).
12 personas de cada grupo durmieron 4 horas sin haber bebido alcohol, mientras que 12 durmieron 4 horas después de haber bebido alcohol durante 1 noche, seguidas de 2 noches de recuperación y luego una noche más en la que el proceso se revirtió. Los participantes bebieron el equivalente a 2 latas de cerveza (5%) o 2 vasos de vino (175 ml, 12%) en vodka puro a las 23.15 horas, y se controlaron continuamente su ciclo de sueño, SpO2 y frecuencia cardíaca hasta las 4 de la mañana.
En el análisis final se incluyeron los resultados de 23 personas en el laboratorio de sueño y 17 en la cámara de altitud. Esto demostró que la combinación de alcohol y presión simulada en la cabina a una altitud de crucero provocó una caída en la SpO2 a un promedio de más del 85% y un aumento compensatorio en la frecuencia cardíaca a un promedio de casi 88 latidos/minuto durante el sueño.
El alcohol relaja las paredes de los vasos sanguíneos, aumentando la frecuencia cardíaca durante el sueño
Esto se compara con poco más del 88% de SpO2 y poco menos de 73 latidos/minuto entre los que dormían en la cámara de altitud y no habían bebido alcohol. Entre aquellos en el laboratorio del sueño que bebieron alcohol, las cifras equivalentes fueron del 95 % de SpO2 y de 77 lpm de frecuencia cardíaca. Aquellos no lo habían hecho rondaban el 96% de SpO2 y tenían 64lpm.
Los niveles de oxígeno por debajo de la norma clínica saludable (90%) duraron 201 minutos con la combinación de alcohol más presión de cabina simulada a altitud de crucero. Esto se compara con un período que duró 173 minutos sin alcohol y 0 minutos con y sin alcohol en condiciones de laboratorio del sueño.
El sueño más profundo (etapa N3 del ciclo de sueño) se redujo a 46,5 minutos bajo la exposición combinada de alcohol y presión de cabina simulada a altitud de crucero en comparación con ambas condiciones de laboratorio de sueño: después del alcohol: 84 minutos; sin alcohol 67,5 minutos.
"Los síntomas cardiovasculares tienen una prevalencia del 7% de las emergencias médicas a bordo, y el paro cardíaco causa el 58% de los desvíos de aviones"
El período de sueño REM también fue más corto entre los expuestos a la hipoxia hipobárica y al alcohol. Tanto el sueño N3 como el REM son fases importantes de las etapas de recuperación del sueño. Los investigadores reconocen el pequeño tamaño de la muestra de su estudio y que los participantes eran jóvenes y sanos, por lo que no reflejan la población general.
Es más, los participantes durmieron en posición supina, un lujo que normalmente sólo se permite a quienes vuelan en primera clase, por lo que los hallazgos podrían no aplicarse igualmente a la mayor parte de los pasajeros de avión que vuelan en clase económica.
Sin embargo, afirman: "En conjunto, estos resultados indican que, incluso en individuos jóvenes y sanos, la combinación de la ingesta de alcohol con el sueño en condiciones hipobáricas supone una tensión considerable para el sistema cardíaco y podría provocar una exacerbación de los síntomas en pacientes con enfermedades cardíacas o pulmonares".
Estos efectos podrían ser incluso mayores en las personas de edad avanzada, sugieren, y añaden: "Los síntomas cardiovasculares tienen una prevalencia del 7% de las emergencias médicas a bordo, y el paro cardíaco causa el 58% de los desvíos de aviones". "Los profesionales, los pasajeros y la tripulación deben ser informados sobre los riesgos potenciales, y puede ser beneficioso considerar modificar las regulaciones para restringir el acceso a bebidas alcohólicas a bordo de los aviones", concluyen.