La nanomedicina es la medicina a la que queremos llegar. Poco invasiva, precisa y eficaz. Como indicaba en una entrevista en SaluDigital el Dr. Ramón Martínez Máñez, director científico del CIBER-BBN e investigador en la Universidad Politécnica de Valencia, se trata de una herramienta de diagnóstico, tratamiento y medicina regenerativa “de gran potencial”. Sus implicaciones son diversas y variadas. Todas las especialidades investigan en cómo adaptarla a las patologías que atienden, desde traumatismos a dolor. Algunas de esas enfermedades en las que la investigación en nanomedicina es abundante son las de base inflamatoria e inmunomediadas.
Actualmente las enfermedades inflamatorias no tienen cura. Son patologías como el lupus, la artritis, psoriasis, la esclerosis múltiple o síndrome de Sjögren. Múltiples tipos de patologías que tienen un mismo origen: una inflamación crónica producida por el sistema inmunitario. Esta respuesta inmunitaria producida en su momento por una lesión, una infección o sin causa aparente, se mantiene en el tiempo y daña progresivamente los tejidos del cuerpo. No hay cura, como decíamos, pero sí tratamientos eficaces que frenan el impacto en los pacientes: inmunomoduladores y antiinflamatorios como los corticoides.
Fármacos que cada día salvan vidas, pero que tienen importantes efectos secundarios. Un consumo a largo plazo de corticoides aumenta el riesgo de diabetes, de osteoporosis, hipertensión, trastornos estomacales e intestinales o desajuste de los lípidos como el incremento de niveles de triglicéridos y de colesterol total y malo. En el caso de los inmunomoduladores, estos pueden provocar cansancio, recuento bajo de células sanguíneas o daño de los nervios que provoque dolor (neuropatía).
Las nanopartículas: "mejoran la penetración y acumulación de fármacos como factores de crecimiento, material genético, o fármacos modificadores de enfermedades”
Ante esta situación, se realizan muchos esfuerzos para desarrollar tratamiento biológicos que reduzcan el consumo de estos productos o se apuesta por la nanomedicina para hacer fármacos más precisos. Las nanopartículas, del tamaño de entre 1 a 100 nanómetros que, como han demostrado diferentes estudios “mejoran la penetración y acumulación de fármacos como factores de crecimiento, material genético, o fármacos modificadores de enfermedades”, en palabras del Dr. Federico Díaz, director de la Unidad de Investigación de la Sociedad Española de Reumatología (SER) y jefe del Servicio de Reumatología del Hospital Universitario de Canarias.
UN FUTURO DE “AVANCES IMPORTANTES”
En Reumatología son varias las líneas de investigación que se están llevando a cabo. Como explica a este medio el Dr. Díaz, actualmente los estudios se centran en artritis, osteoporosis y lupus. En estas tres patologías las nanopartículas pueden conducirse por tejidos especialmente inflamadas o administrar los fármacos de forma selectiva. Todo ello con efectos secundarios más reducidos y con mayor eficacia. “Las nanopartículas recubiertas de polímeros hidrófilos presentan una eliminación renal lenta. Esto mejora la acumulación del fármaco alrededor de la articulación inflamada en la artritis reumatoide y otras formas de artritis crónicas”, indica el experto.
De hecho, una investigación del CIBER-BBN de ISCIII evidenció que encapsular fármacos antiinflamatorios anulaba la toxicidad. "Evidenciamos que los tres fármacos encapsulados no mostraron efectos citotóxicos en una amplia gama de concentraciones, y las nanopartículas cargadas de celecoxib y dexametasona redujeron la liberación de diferentes mediadores inflamatorios. Asimismo, todas las nanopartículas demostraron ser biocompatibles en un modelo de inyección subcutánea efectuado en ratones", explicaba la investigadora Gloria María Pontes Quero en el estudio.
“Aún es pronto para tener una idea clara de hasta dónde llegará la nanomedicina"
En el caso de la osteoporisis ya hay nanofármacos que se están utilizando en la práctica cínica y que han mejorado la administración selectiva de calcio en el tejido óseo. En cuanto al lupus eritematoso sistémico, las investigaciones están ahondando en la capacidad de las nanopartículas “para administrar inmunosupresores y regular la actividad de las células inmunitarias hiperactivas”, añade el Dr. Federico Díaz.
Como hemos visto, son pocos los productos que han llegado a los pacientes. Hablamos de una tecnología que todavía es muy desconocida, y no se conocen las implicaciones a largo plazo que tendrán. “Es necesaria una evaluación clínica controlada y una vigilancia constante cuando la utilidad de esta tecnología se generalice cada vez más”. Como indica el experto, actualmente es importante conocer la seguridad de estos fármacos, y luego su eficacia comparada a los ya disponibles.
Por el momento se conoce su capacidad para traspasar barreras protectoras del organismo como la piel y acumularse en tejidos, en articulaciones y hueso, e incluso en órganos como el corazón o los pulmones, lo que trataría la inflamación que afectara a estas partes del cuerpo. “Aún es pronto para tener una idea clara de hasta dónde llegará la nanomedicina, pero es muy probable que aporte avances importantes en técnicas de liberación de fármacos en órganos específicos y en procesos de inmunomodulación”, concluye el director de la Unidad de Investigación de la SER.