La discinesia ciliar primaria (DCP), es una enfermedad rara respiratoria, cuya prevalencia es de uno sobre 7.500 nacidos vivos. En niños, sus síntomas consisten en rinitis o tos productiva con infecciones recurrentes o crónicas de las vías respiratorias, mientras que en adultos consisten en bronquiectasias, dilataciones de los bronquios que causan infecciones. Conocer todo lo que implica la enfermedad es fundamental para lograr diagnósticos precoces y óptimos.
Ahora, los fundamentos moleculares de esta enfermedad han sido explicados gracias a un estudio del Grupo de Investigación en Enfermedades Raras Respiratorias del Instituto de Investigación Sanitaria INCLIVA, del Hospital Clínico Universitario de Valencia, y la Universitat de València (UV), el Instituto de Investigación Sanitaria La Fe y de la Universidad CEU-Cardenal Herrera.
La discinesia ciliar primaria es un trastorno autosómico recesivo poco frecuente, en el que las dos copias del gen deben estar mutadas para que la enfermedad o rasgo se desarrolle. La patología se caracteriza por una alteración del movimiento de los cilios, lo que provoca un transporte mucociliar ineficaz, que causa la inflamación crónica de las vías respiratorias aéreas.
“Los resultados de la investigación muestran la presencia de un desequilibrio REDOX (desequilibrio entre sustancias oxidantes y reductoras) en pacientes con DCP”
La consecuencia es la acumulación de secreciones en el tracto respiratorio superior e inferior, lo que provoca que los individuos con DCP sean propensos a infecciones recurrentes en oídos, nariz y pulmones. Además, el trastorno predispone a los pacientes a una inflamación crónica en el tracto respiratorio inferior.
El nuevo trabajo implica la determinación del perfil oxidativo en células del epitelio nasal de pacientes con DCP, concretamente en las células epiteliales nasales (NEC). “Los resultados de la investigación muestran la presencia de un desequilibrio REDOX (desequilibrio entre sustancias oxidantes y reductoras) en pacientes con DCP”, explica el doctor Francisco Dasí, coordinador del Grupo de Investigación en Enfermedades Raras Respiratorias de INCLIVA y profesor del Departamento de Fisiología de la UV.
Las sustancias oxidantes suelen afectar a otros constituyentes como el ADN, lípidos y proteínas. Además, disminuyen su funcionalidad, algo que puede provocar mutaciones en el ADN. Por otro lado, las sustancias reductoras favorecen el equilibrio y funcionamiento del ADN, lípidos y proteínas.
De acuerdo con Dasí, quien lidera la investigación publicada en la revista Antioxidants, el desequilibrio REDOX favorable a un estado reductor, “supone una novedosa visión que allana el camino para intervenciones terapéuticas dirigidas y estrategias de tratamiento personalizadas para individuos afectados por DCP”.
"El desequilibrio REDOX favorable a un estado reductor supone una novedosa visión que allana el camino para intervenciones terapéuticas dirigidas y estrategias de tratamiento personalizadas para individuos afectados por DCP”
En estudios previos realizados por otros grupos de investigación se había observado la presencia de niveles elevados de 8-isoprostano (un marcador de oxidación lipídica) en el condensado de aire exhalado de niños con DCP, lo que sugería la implicación del estrés oxidativo en la fisiopatología de la enfermedad. Sin embargo, el estrés oxidativo no se había determinado en el tejido afectado.
Para llevar a cabo el estudio, se incluyó de forma prospectiva a 35 pacientes con DCP y 35 individuos control sanos. A los participantes se les extrajo células del epitelio nasal ciliado (NEC), en las que se determinaron las especies reactivas del oxígeno (ROS), las especies reactivas del nitrógeno (RNS), el glutatión (GSH), el Ca2+ intracelular, el potencial de la membrana plasmática y el daño oxidativo en lípidos y proteínas.
El trabajo es importante debido a que “son necesarias nuevas estrategias que permitan el diagnóstico precoz de la enfermedad”, puesto que este diagnóstico presenta importantes desafíos. Esto provoca que, aunque la mayoría de las personas afectadas desarrollen síntomas en la edad pediátrica, un porcentaje significativo de casos no son diagnosticados hasta la edad adulta.