La enfermedad de Alzheimer es un tipo de demencia para la que, en la actualidad, no existe cura. Hasta ahora, los esfuerzos por lograr frenar el deterioro de la memoria, el pensamiento y el comportamiento que tiene lugar en estos pacientes han sido numerosos, pero no se ha logrado curar la enfermedad. En este contexto, un grupo de investigadores de la Universidad de Leeds y la Universidad de Lancaster han identificado un nuevo objetivo potencial para el tratamiento de la patología: la enzima PDE4B.
La diana terapéutica encontrada se relaciona con mecanismos inflamatorios cerebrales, y es una de las vías de tratamiento a medio plazo que generan más esperanzas dentro de la comunidad científica. Para su descubrimiento, los autores del estudio emplearon ratones genéticamente modificados para que acumulen amiloide cerebral, la principal alteración que se observa en los cerebros con enfermedad de Alzheimer.
"Siempre se debe ser muy cauteloso con este tipo de modelos, especialmente en el campo de las enfermedades neurodegenerativas”
De este modo, los ratones producen los síntomas de la enfermedad. Gracias a ello se ha observado que si se inhibe la nueva enzima, la amiloide no desaparece pero los ratones mejoran. Esto quiere decir dos cosas: por un lado, se podría tratar de una diana terapéutica efectiva, reduciendo la inflamación, y por otro, la amiloide no parece un punto clave para buscar la mejora sintomática.
Sin embargo, “hay que enmarcar estas investigaciones dentro de que se trata de un modelo en ratones. En otras patologías, esto puede ser muy esperanzador, pero en la enfermedad de Alzheimer llevamos ya 30 años estudiando terapias que han sido eficaces en ratones pero que cuando se ha intentado trasladar esa investigación a los seres humanos, se ha fracasado. Siempre se debe ser muy cauteloso con este tipo de modelos, especialmente en el campo de las enfermedades neurodegenerativas”, explica para ConSalud.es el neurólogo David Pérez, portavoz de la Sociedad Española de Neurología (SEN) y Jefe de Servicio del Hospital Universitario La Luz.
La enzima encontrada ya se estaba investigando en otros procesos inflamatorios, como en los pulmonares o dermatológicos. Hasta ahora, se ha visto que está relacionada con la liberación de citocinas, y se están planteando ensayos clínicos en este aspecto. “No parece muy irreal que a corto o medio plazo se puedan desarrollar ensayos clínicos, aunque sea en fase I. Creo que no es una diana terapéutica totalmente desconocida, sino que ya hay una investigación previa en otros campos de la medicina. Eso ayuda a implementarlo de una manera mucho más acelerada”, continúa el experto.
Paralelamente a esto, actualmente hay infinidad de ensayos clínicos en marcha sobre la enfermedad de Alzheimer. “Probablemente es una de las áreas de medicina en donde más se están invirtiendo recursos por parte de la industria farmacéutica y las administraciones”, expresa el portavoz de la SEN.
Las tres grandes líneas de investigación son la neuroinflamación, y otras dos enfocadas en terapias anti amiloide, que buscan reducir el amiloide cerebral. “Probablemente, si hay alguna aprobación de fármacos a corto plazo, irán en esta línea”. Además, también se está investigando la inhibición de la agregación de la proteína tau.
En este contexto, el fármaco lecanemab ha sido aprobado en Estados Unidos para pacientes con enfermedad de Alzheimer muy leve. Ahora, la Agencia Europea del Medicamento lo está estudiando y se espera que a lo largo del primer semestre de este año se tome una decisión sobre su aprobación en Europa.
“Es verdad que es una nueva línea que no teníamos previamente, pero hay que ser cautelosos porque realmente los resultados en los ensayos clínicos no han sido revolucionarios. Se ha visto que mejoraba algo en algunas escalas pero tenemos que tener más estudios a largo plazo para ver si eso realmente representa un cambio o una modificación en el curso de la enfermedad medio y largo plazo”, analiza el neurólogo.
“Es verdad que es una nueva línea que no teníamos previamente, pero hay que ser cautelosos porque realmente los resultados en los ensayos clínicos no han sido revolucionarios"
En lo que respecta a los tratamientos que se están empleando hoy en día, el doctor comenta que estos son “muy frustrantes”, porque se siguen empleando los mismos que hace casi veinte años. Se trata de terapias que inhiben la enzima acetilcolinesterasa, que se encuentra en las sinapsis de las neuronas. Aún así, el tratamiento tiene un efecto transitorio en los estadios iniciales de la enfermedad.
A su vez, las terapias no farmacológicas también juegan un papel importante en el abordaje de esta enfermedad. “Hay evidencia científica de que en los pacientes con este tipo de enfermedades, intervenciones como el ejercicio físico mantenido o la estimulación cognitiva, así como las interacciones sociales, mejoran el pronóstico y los síntomas de conducta. Además, retrasan el progreso de la alteración cognitiva a lo largo del curso de la enfermedad”.
En resumen, aunque se están viendo avances, aún queda camino por recorrer. “A lo largo de los últimos veinte años nos hemos preguntado si estamos más cerca de encontrar una cura para el alzhéimer. Parecía que en breve la comunidad médica la iba a encontrar, pero no hay mucha esperanza de que a corto plazo se vaya a encontrar una solución definitiva”, concluye el experto. En los próximos años, el objetivo es encontrar dianas terapéuticas frente al amiloide o frente a la proteína tau.