Los pacientes que atraviesan un proceso oncológico se someten a infinidad de terapias que, en muchas ocasiones, curan la enfermedad pero dejan secuelas. La toxicidad de los tratamientos o las medidas que se deben tomar, como amputaciones de miembros, afectan tanto física como psicológicamente a las personas que padecen cáncer, que deben vivir un duelo corporal. Además, su funcionalidad y autonomía puede también verse comprometida. Para ayudar a estas personas a afrontar esta situación, el papel de los psicooncólogos es fundamental.
“El cáncer afecta a la autoimagen de formas diferentes en función de la enfermedad. Por ejemplo, en el cáncer de mama las pacientes pierden un pecho, en el de colon tienen que llevar una bolsa y en el de próstata presentan problemas funcionales, pese a que no hay diferencias externas”, explica para ConSalud.esTania Estapé, doctora en psicología y presidenta de la Sociedad Española de Psicooncología y psicooncóloga de la Fundación FEFOC.
Esto evidencia que, incluso sin amputaciones, los pacientes pueden presentar secuelas que afectan a su salud mental. “Por ejemplo, en cáncer de mama, aunque no se ampute el pecho, las mujeres que toman hormonas engordan. Esta situación afecta mucho, porque aunque seamos más que nuestra imagen, a la gente le cuesta reconocerse”. Así, la experta explica que hay personas que dejan de llevar escote, de ducharse en algunos sitios porque prefieren no mostrar su cuerpo o tienen problemas a nivel sexual.
“Hasta hace no mucho, cuando se hacían más mastectomías, muchas mujeres tenían problemas de simetría corporal: se veían al espejo y era como si hubieran perdido un órgano"
A estos efectos hay que añadir la ansiedad, la depresión, el miedo a la recaída o a pensar si la gente se está dando cuenta de su aspecto físico. No obstante, cuando todo esto se produce a raíz de una amputación, tiene lugar lo que se conoce como duelo corporal. “Hasta hace no mucho, cuando se hacían más mastectomías, muchas mujeres tenían problemas de simetría corporal: se veían al espejo y era como si hubieran perdido un órgano. El duelo corporal es la pérdida de ese órgano y sus consecuencias”.
Estas personas tienen que hacer todo un proceso para adaptarse a la pérdida y las nuevas características, “si es que se llegan a adaptar al 100%, porque no siempre es así”. Para abordar los efectos que el cáncer y el tratamiento tienen en la vida de los pacientes y sus familiares, el papel del psicooncólogo es fundamental. Se trata de personas que tienen disminuida su autoestima y, cuando esta baja, no se ven capaces de ser libres, buscar un trabajo o relacionarse como siempre. “Esto afecta incluso más a personas que no tienen pareja, porque tienen dudas sobre si explicarlo o no de cara a mantener relaciones sexuales”.
Los pacientes se enfrentan a largos procesos de terapia, pero la presidenta de la Sociedad Española de Psicooncología indica que, en determinadas situaciones, ayuda mucho contar con los recursos como los que se tienen hoy en día. “Por ejemplo, los pacientes de cáncer de colon tienen disponibles muchas bolsas diferentes para la piscina, viajes largos o prótesis. También hay pelucas o bañadores para mujeres sin pecho”. Además, las terapias ofrecen herramientas a raíz de sus fortalezas, ya sea como padres, hijos o partiendo de sus logros del pasado.
"Es fundamental explicar qué va a suceder y priorizar siempre lo positivo: esa persona años atrás no se habría curado, y ahora puede hacerlo pese a las secuelas”
Otro punto importante para ayudar en el proceso de duelo corporal es que los pacientes cuenten siempre con información de antemano. “Antes había gente que entraba a un quirófano y salía sin próstata, y esto no se le había dicho. Afortunadamente ya no ocurre así. Es fundamental explicar qué va a suceder y priorizar siempre lo positivo: esa persona años atrás no se habría curado, y ahora puede hacerlo pese a las secuelas”. Así, cuanto más informados estén el paciente y la familia, más fácilmente será la adaptación posterior.
La información que se proporciona y el correcto abordaje de la situación son fundamentales. En este sentido, los psicólogos están cada vez más presentes en los momentos previos a la operación, para ir fomentando que las personas reduzcan su ansiedad y lo vayan aceptando. A su vez, hay programas en los que unos pacientes ayudan a otros, dando ejemplo de superación y recuperación.
Sin embargo, la ayuda de los familiares y amigos es determinante. “Infinidad de estudios demuestran que percibir un buen apoyo psicológico hace que el paciente se adapte luego mucho mejor. No es necesario que sean muchos amigos y familiares para esto, lo importante es la calidad del apoyo”. Pese a ello, la experta concluye que, a veces, la situación es tan dura que hay que dar apoyo psicológico a los propios familiares. “Tenemos que dar apoyo al familiar porque acaban quemados, y si no le permitimos llorar o expresar su miedo, la familia no está bien”.