Se calcula que uno de cada 100 niños tiene algún trastorno del espectro autista (TEA), afecciones caracterizadas por algún grado de dificultad en la interacción social y la comunicación, y patrones atípicos de actividad y comportamiento. Estos son datos que baraja la Organización Mundial de la Salud (OMS), quien, sin embargo, indica que diversos estudios han registrado cifras de prevalencia “notablemente mayores”.
Aquí, Autismo España señala que se estima la presencia de 450.000 personas con esta condición, en su mayoría varones. Esta cifra ha ido aumentando en las últimas décadas. Hace 10 años, la prevalencia se situaba en, aproximadamente, un caso de TEA por cada 150, investigaciones más recientes apuntan a 1 de cada 88 podrían presentar autismo.
El aumento de casos no se debe a un aumento en sí de la incidencia, sino principalmente a los criterios clínicos de definición, que son más amplios, a que hay una mayor sensibilización y que se han producido mejoras en la detección. “Los equipos profesionales se han especializado mucho y los procedimientos para la valoración y el diagnóstico de TEA han mejorado y se han estandarizado y homogeneizado significativamente en las últimas décadas”, indica a Consalud.es María Verde, psicóloga del área de Investigación y transferencia del conocimiento de Autismo España.
Los diagnósticos se realizan entre los 2 y 6 años, lo que supone una detección tardía
Pero, con todo, el autismo está infradiagnosticado. “Atendiendo a la elevada demanda de valoraciones solicitadas a los servicios de atención temprana y los equipos de orientación psicopedagógica de las diferentes comunidades autónomas, podemos inferir que son muchos todavía los casos de TEA no correctamente identificados en nuestro país”, indica Verde. En un estudio sociodemográfico realizado por la asociación, se ha constatado que los diagnósticos se realizan entre los 2 y 6 años, lo que además supone un retraso que les perjudica al no poder acceder a la Atención Temprana y terapia para mejorar su condición, presentar una mayor plasticidad y flexibilidad y mayores oportunidades de aprendizaje e interacción social.
Actualmente solo existe una manera de diagnosticar el autismo: a través de una valoración global del historial de desarrollo e interacción con el entorno de la persona. “El TEA se define por rasgos y conductas observables y solo puede ser descrito a partir de la observación de los patrones de conducta de quien lo presenta. Estas observaciones se pueden recoger a través de valoraciones realizadas con herramientas psicométricas diseñadas para la evaluación de los síntomas de TEA o mediante entrevistas con las propias personas y sus allegados”, explica Verde.
Tradicionalmente se ha diagnosticado principalmente a niños, pensando que sería una afección que afectaba principalmente a los hombres. Sin embargo, ahora con el aumento de los criterios clínicos y una mayor atención a la salud de las mujeres se ha visto que ellas también pueden tener TEA. Es el caso de Noemí Navarro (@noemimisma) que recibió el diagnóstico tras detectar el autismo en su hijo mateo. “Un shock” que por fin daba respuestas a las situaciones que había ido encontrando en su vida, según relato en esta entrevista en Consalud.es. En su caso no era una condición con un grado importante de TEA, pero en otros casos este retraso del diagnóstico, o que nunca se realice, puede llevar a trastornos depresivos o de ansiedad al no entender por qué se sienten diferente a los demás o por qué les cuesta más comunicarse. También les expone a un diagnóstico erróneo y tratamientos inadecuados, una vulnerabilidad incrementada al acoso escolar o sexual, dificultades en el ámbito académico o laboral o conflictos con la propia identidad de género…
ESFUERZOS EN EL DIAGNÓSTICO A MUJERES
Las mujeres con autismo no tienen la misma sintomatología que los hombres con autismo. “Por ejemplo, ellas suelen presentar en menor medida que los hombres patrones restrictivos y repetitivos de conducta o estos pueden parecer más ajustados socialmente y similares a los de sus iguales. Además, las niñas pueden ser más propensas y eficaces que los niños para enmascarar o “camuflar” sus dificultades”, indica la psicóloga especializada en autismo.
“Estas experiencias darán sus frutos en pocos años y contribuirán al perfeccionamiento de los protocolos actuales de detección y diagnóstico del autismo”
En este sentido, la detección ha sido siempre escasa en las mujeres. Ahora, los pasos a nuevas formas de diagnóstico podrían suponer un cambio y mejorar el diagnóstico de las niñas pequeñas. Técnicas como el eye-tracking se están utilizando para el diagnóstico del autismo. En estos casos se utiliza el electrorretinograma (ERG), una prueba de diagnóstico que mide la actividad eléctrica de la retina en respuesta a un estímulo luminoso. Un estudio publicado en ‘Frontiers in Neurosciencie’ demostró que los niños con TEA tienen menos energía ERG.
En España también se está buscando potenciar el diagnóstico con este método unido a la realidad virtual. Es el caso del estudio que están realizando el Centro de Desarrollo Cognitivo Red Cenit y la Universidad Politécnica de Valencia. En los primeros ensayos esta tecnología ha conseguido una precisión del 90%, lo que mejoraría y reduciría las cifras de autodiagnóstico.
“Estas experiencias darán sus frutos en pocos años y contribuirán al perfeccionamiento de los protocolos actuales de detección y diagnóstico del autismo. Paralelamente, los avances en otros ámbitos científicos como la neurociencia, la psicología o la medicina también aportarán claves que contribuirán a la aceleración de la detección y el diagnóstico”, concluye María Verde.